domingo, 13 de marzo de 2016

La muerte es un lenguaje con su propio alfabeto.


Soles negros
Ignacio del Valle
(Alfaguara, 2015)

Estos días anoto sobre la muerte que habla y dice pertenecer a la familia de..., mientras hay quienes, aún después de matarla, quieren ahogar su voz.

Esta obra que refiero es de alguien que no sabía de él pero que me ha tendido este libro que tomo como mío tras su lectura apasionante.

De su presentación tomo lo que sigue.

"La muerte. La muerte no era sólo un cuerpo sin vida, sino un lenguaje con su propio alfabeto, y para eso se encontraba allí, para descifrarlo, para escuchar lo que ella tenía que susurrarles."

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El capitán Arturo Andrade, miembro de la SIAEM (Sección de Información del Alto Estado Mayor), es destinado a Pueblo Adentro, una aldea a pocos kilómetros de su Badajoz natal y centro de la resistencia anarquista extremeña. Incapaz de hacer las paces con los demonios del pasado, tendrá que investigar el misterioso asesinato de una niña. Pero el cadáver de la pequeña no es más que la punta de un iceberg que lleva a las más altas esferas del régimen, en las que trabajan hombres dispuestos a todo para cumplir los peculiares deseos de algunos poderosos.
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Andrade y su amigo Manolete, antiguo compañero de armas en la División Azul, cruzarán sus caminos con el honor del anarquista Ventura Rodríguez y de una niña desaparecida y descubrir la verdad.

El libro comienza como sigue:

"- Malos frutos da esta tierra.
Cele dominó mantenía los ojos fijos en un montón de tierra recién removida, en aquella finca árida e inculta al borde de un encinar. Una mano pequeña y delicada sobresalía entre los terrones secos, pardos y rojizos, revuelta con hojas podridas, ramitas, piedras y mechones de cabello castaño. Arturo también tenía la mirada quieta tras sus gafas ahumadas, pero en una enorme babosa negra y brillante que ondulaba  unos centímetros a la izquierda de la mano. Unos metros más allá, uno de los números de la Guardia Civil vomitaba de rodillas, mientras su compañero le sujetaba por los hombros. Se escuchaba el monótono zumbido de los insectos, sonó...


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