lunes, 21 de marzo de 2016

El no lugar que no visitamos.

Toda persona viene y va a un no-lugar transitando por un lugar. Cuando otra tiene memoria de ella el no-lugar, súbitamente, ictalmente, él no lugar en el que habitaba se hace lugar. 
Cuando pasamos ante una persona que tiende sus manos hacia nosotros está en un no lugar. Cuando miramos hacia ella y le tendemos nuestras manos, súbitamente el no lugar lo transformamos en lugar. El no lugar está en nosotros y le referimos por subconsciente, inframundo. EAnnual: horror, masacre y olvido
El desastre acontecido durante la guerra de Marruecos acabó con la vida de 4.000 españoles. Un episodio que, a punto de cumplir un siglo, solo recuerdan unos pocos
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JOAQUIN MAYORDOMO
Tánger 21 MAR 2016 - 21:08 CET
Ruinas de la casa cuartel española cerca de la localidad marroquí de Annual.
Ruinas de la casa cuartel española cerca de la localidad marroquí de Annual. JOAQUÍN MAYORDOMO SÁNCHEZ
Desde lo alto del desfiladero de Izzumar, los cerros de Annual, Igueriben o Abarrán son luminarias que recuerdan la muerte. En este escenario perdieron la vida en dos días, masacrados, 4.000 españoles, sin saber por qué. Todo lo que se alcanza a ver hasta más allá del horizonte es campo yermo, reseco y desnudo de vegetación. El Rif es pobre, muy pobre; pero la locura del rey Alfonso XIII, militares y Gobierno de entonces quiso, a principios del siglo pasado, convertir a esta región en la recreación del viejo Imperio; aquel en el que "no se ponía nunca el sol". Al final, España llamó a esta conquista Protectorado de Marruecos. Un eufemismo que oculta varias guerras, un holocausto, traiciones y uno de los episodios más tristes de la práctica militar: el Desastre de Annual. Un desastre que España entierra en el olvido desde hace 94 años bajo el más abominable y ominoso de los silencios.

Recorrer estas tierras es disponerse a llorar. El recuerdo paraliza y a cada paso se intuye un escenario en el que se consumó la tragedia: aquí el fuerte de la traición, más allá la emboscada, ahí el cerro sobre el que masacraron decenas de soldados. El 21 de julio de 1921, el asedio de las harkas rifeñas a la posición de Annual presagiaba lo peor. El general Silvestre, jefe de la Comandancia General de Melilla y principal responsable de la aventura de haberse adentrado en territorio enemigo, había visto desde su puesto de mando en Annual, como ardían los últimos rescoldos de la posición de Igueriben. Murieron todos. Perecieron después de soportar el asedio hasta llegar a beber sus propios orines. Y si algún superviviente hubo fue degollado.

EL PROGRESO ES EL GRAN CEMENTERIO
En las llanuras que rodean a Melilla, Marruecos ha levantado un emporio. Ni rastro de aquellos pueblos. Existen los nombres, sí, pero Nador, Selouane, Monte Arruit, Tiztoutine o Driuch, son ahora urbes prósperas. El fuerte de Monte Arruit, ubicado en un cerro, alberga ahora un depósito de agua; alrededor, calles y edificios modernos. Nadie recuerda las fotografías de esa cuesta ––rue al Moujahidine, actualmente– sembrada de cadáveres­; hoy es una calle dedicada al comercio. La gente se encoge de hombros cuando se le comenta que en la tierra que pisan se consumó la tragedia. Tras 10 días de asedio, sin agua y sin alimentos, fueron asesinadas 3.000 personas. “Fue un holocausto”, escribe el historiador Juan Pando en Historia secreta de Annual.

A partir de aquí, la desbandada es general. Silvestre da orden de retirada y la tropa emprende una carrera hacia Izzumar. Hoy el desfiladero es un páramo inhóspito. Desde la estrecha carretera que zigzaguea por él cuesta imaginar que alguien pudiera pensar en salvarse. Cientos de soldados huían en desbandada, abandonándolo todo. Y los rifeños, ubicados en posiciones estratégicas, les cazaban como conejos. Ni un mísero avión que les cubriese en la retirada. Aún así se salvaron algunos… que llegaron a Ben Tieb, donde también hubo desbandada a Dar Drius, a Monte Arruit...

Por el camino sólo quedaba decenas, cientos de muertos, hasta sumar 4.000 en dos días. El general Manuel Fernández Silvestre, trastornado, se cree que se pegó un tiro, aunque nadie ha podido confirmarlo.

 El Desastre de Annual.
El Desastre de Annual. ARCHIVO HISTÓRICO DE ALCALÁ DE HENARES
Ese mismo día fatídico, Alfonso XIII y su Corte, el Gobierno en pleno y los más altos mandos militares celebraban, en Burgos, el traslado de los restos del Cid a la catedral. Por el aire desfilaban escuadrillas de aviones. Unos aviones que el Alto Comisario español en Marruecos, el general Dámaso Berenguer, le había negado a Silvestre, evidenciando su enemistad.

El Desastre de Annual reúne tal cúmulo de despropósitos, episodios de crueldad e incompetencias que se convierte en un caso único en las derrotas militares. Y si no fuera porque el balance es la muerte —10.000 españoles fallecidos en apenas 15 días y varios miles más de rifeños— bien podría escribirse este negro episodio de la historia de España como la más ignominiosa de las tragedias.Ni siquiera el impecable Expediente Picasso (9 meses de arduas indagaciones y 2.433 de testimonios), en el que se recoge detalladamente la realidad de lo acontecido ha sido capaz de mantener vivo el recuerdo.

Hay episodios tan viles que si no fuera porque están documentados no se creerían. En el fuerte de Dar Quebdani, al mando del coronel Araujo, después de pactar la rendición y la entrega de armas con el enemigo, y tras la conspiración de algunos de los mandos para salvarse, el coronel incluido, 900 hombres fueron asesinados a sangre fría con sus propias armas, las que acababan de entregar.

Annual es ya un mito; el recuerdo de algunos españoles que aún evocan la tragedia. Ahora que el siglo camina hacia el centenario de aquel día, puedan rescatarse los hechos del olvido y rendirles justicia.

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Actos militares Guerra Defensa Historia Conflictos Cultural lugar es efímero y adimensional; el no lugar es eterno y dimensional. 

El refugio trasfronterizo de Chiapas

El Bungalow, un antiguo hotel de Tapachula, es uno de esos 'no-lugares' que los migrantes han convertido en su vecindario














Las oficinas de migración ubicadas fuera del centro son conocidas como Las Vegas, para distinguirlas de las instalaciones en la Calle 5 de Febrero. La serpiente de personas que recorre de la carretera Antiguo Aeropuerto avanza lenta. Adentro, la sala de espera se llena y vacía a ritmo constante. Cinco horas al día, cinco días a la semana, miles de vidas se rozan sin tocarse, pasan sin dejar ni una huella.

Las Vegas en realidad no existe, es un espacio que se podría definir un no-lugar, retomando el concepto del antropólogo francés Marc Augé que con esta expresión se refería a sitios provisionales, anónimos, a veces alienantes y normalmente destinados al tránsito. En las ciudades fronterizas como Tapachula abundan los no-lugares. Además de las oficinas de migración están las centrales camioneras, las vías del tren conocido como La Bestia y algunos hoteles y departamentos a veces arrendados por familias enteras, que ya no caben en los saturados albergues para migrantes.
Uno de estos sitios es un antiguo hotel en el centro de la ciudad, que hace unos quince años se transformó en vecindad de migrantes. A lo largo del tiempo, ha dejado su estatus de no-lugar para volverse punto de referencia para muchos irregulares sobre todo mujeres que por varias razones han decidido no continuar su viaje “pa’l norte” y establecerse en esta ciudad fronteriza.

El Bungalow

La entrada al Bungalow es un pasillo sin puerta que desde la calle ni siquiera se nota. Adentro, los pequeños departamentos se recorren pegados el uno al otro en tres filas, dos laterales y una central. Cada departamento es ocupado por una familia y cada familia cuenta por lo menos con cuatro personas, que pueden o no tener relación de parentesco; en el Bungalow, se vuelve familia también quien no lo es.


Interior de una de las estancias. Pep Companys


Sentadas a la sombra frente a la casa de Alicia, las mujeres comentan la llegada de los dos nuevos inquilinos. Vienen de El Salvador. De hecho, acaban de llegar y todavía se sabe muy poco. Lo que sí se sabe es que solo quedan unas horas más para especular antes de que ellos y los demás hombres de la vecindad regresen del trabajo. Prácticamente todos salen por la mañana temprano y no regresan hasta la noche, quien es taxista, quien panadero, quien mesero en un bar diurno.

La cotidianidad del Bungalow es un universo totalmente femenino, con ritmos escandidos por los horarios de la escuela de los niños y niñas, la preparación de la comida, el aseo, la convivencia entre vecinas y, claramente, las novelas. Sería un error y una falta de respeto venir a buscar en este lugar algo raro, peligroso, anómalo. Sería la confirmación del estereotipo de que donde hay migrantes hay problemas, y no se le reconocería al Bungalow su característica principal: la tranquilidad generada por sus habitantes, lo que permitió que este lugar saliera de la lista de los focos rojos de la migración y entrara en la normalidad de una simple vecindad entre muchas.

Ellas

Elisabeth viene de Honduras. Llegó a México hace dieciséis años y se acuerda de cuando el Bungalow todavía era un lugar de tránsito, descuidado y abandonado. Ella fue de las primeras en establecerse en uno de los departamentos y el recuerdo de aquel tiempo descubre su bella sonrisa. “Éramos puras mujeres, todas migrantes, solteras y trabajadoras. Unas eran meseras, otras hacían la limpieza, quien vendía comida. Yo fui la primera en traer a mis hijos para que vivieran conmigo, y de aquel momento todas las demás le hicieron como yo, y el Bungalow se volvió un chamaquero”. Su mirada se tensa un poco cuando se le pregunta por su pasado. La vida de la quequiere hablar no es “la de allá”, sino la que empieza en el año 2000 cuando, en su camino rumbo a Estados Unidos, acabó trabajando como mesera en Tapachula, se enamoró de su actual esposo y decidió quedarse. Muchas de las demás mujeres tienen una historia parecida.
Vicky tiene 25 años, un marido mexicano y una hermosa hija que estudia en la primaria. En 2006 vino de Honduras para visitar a un familiar, encontró trabajo y decidió quedarse. Desde entonces vive en el Bungalow, antes con sus hermanas y ahora con su propia familia. Hace unos meses regularizó finalmente su situación migratoria, por vínculo familiar con su hija nacida en México. Vicky sabe mucho de trámites y de cómo aprovechar los programas del Gobierno. Es una de aquellas personas que la feroz burocracia de cada expediente ha transformado en una fuente infinita de informaciones sobre las diferentes prácticas de regularización y las respectivas maneras para “darles vuelta”. Además, es promotora de salud y colabora con la asociación Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” en su trabajo de defensa de los derechos humanos, civiles y laborales de las trabajadoras sexuales y de las mujeres en general.
“Yo no quiero ser parte de ninguna organización, pero sí me gusta salir a la calle con los de la Brigada, hablar con la gente, ir a los bares y platicar con las chicas, hacer conciencias sobre la importancia de la prevención de las enfermedades y, si alguien quiere, hacerle también la prueba de VIH. Es por eso que nos capacitaron, y es lo que más me gusta hacer”, cuenta.
La Brigada, integrada por trabajadoras sexuales, trabajadoras sexuales transgénero, sobrevivientes de trata de personas y otras mujeres solidarias, tiene su sede en la Ciudad de México. Pero desde algunos años ha empezado un proceso de acompañamiento, concientización y movilización comunitaria en la ciudad de Tapachula. Su intervención fue solicitada por Médicos del Mundo, otra organización independiente que trabaja para que todas las personas, especialmente las que sufren pobreza, inequidad de género y exclusión social, tengan un efectivo derecho a la salud. Esta colaboración, inicialmente esporádica, se ha vuelto ahora un compromiso constante con proyectos que involucran no sólo las dos asociaciones, sino también algunas mujeres voluntarias y, entre ellas, algunas residentes del Bungalow. Vicky, de hecho, no es la única: Elizabeth, Cinthya y Gladys también están en este proceso y aún más han decidido constituir su propio espacio de apoyo a las mujeres con la asociación civil Mujeres migrantes y mexicanas contra la violencia, presentada en Tapachula el pasado 25 de enero.


Una mujer de las que decidieron quedarse. Pep Companys


“Las que decidieron el nombre fueron ellas y la llamaron así porque lo que acomuna las mujeres a quienes va dirigido su apoyo, migrantes o mexicanas, trabajadoras sexuales o no, es la violencia que sufrieron en algún momento de su vida. Por eso se proclamaron ‘contra la violencia’, para reafirmar una vez más su rechazo a cualquier agresión hacia las mujeres”. Así Brenda Ochoa, integrante de Médicos del Mundo, comenta los principios regidores de la nueva asociación. Y concluye remarcando la importancia de este trabajo de base, llevado a cabo por personas que fueron a su vez migrantes irregulares y saben llegar adonde las autoridades no pueden, o no quieren. De hecho, si por un lado las cuestiones relacionadas con el trabajo sexual son de competencia municipal, por el otro la migración en su conjunto es asunto federal, y como tal refleja toda la fuerza de las políticas coercitivas procedentes de Los Pinos.

Tapachula entre migración, deportación y crisis de refugiados

Cuando se le pregunta sobre la situación de los migrantes en Tapachula, el primer comentario de Diego Lorente Pérez de Eulate, director del Centro de Defensa de los Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, tiene que ver con el tamaño y la complejidad de un fenómeno que ya rebasa la posibilidad de contenerlo, manejarlo o atenderlo. “El tema de la migración es tan complejo y diverso que uno tiene la ilusión de trabajarlo todo, pero luego, en el día a día, las diferentes exigencias y formas en qué se da la migración, hacen que se pueda intervenir en un rango muy limitado de casos”. Diego lamenta mucho que “la emergencia generada por el centro de detención y la gran cantidad de gente deportada y maltratada le ganan al trabajo de largo plazo sobre discriminación y racismo en las colonias de la ciudad”.
Los así llamados migrantes de destino, los que han elegido Tapachula como meta de su viaje, sufren al igual que los migrantes en tránsito un maltrato diario con discriminación y marginalización. Sin embargo, "el salto fuerte del Gobierno mexicano, desde la entrada de Enrique Peña Nieto, en el tipo de personas puestas al frente del Instituto Nacional de Migración (INM) y en la decisión de endurecer la política de control y represión, hace que el trabajo más urgente sea el seguimiento de los casos de detenciones y deportaciones”.


Una niña de El Bungalow. Pep Companys


El Fray Matías se dedica a asesorar y acompañar a los detenidos reclusos en la estación migratoria Siglo XXI, la más grande de México, que concentra la mayor cantidad de migrantes para proceder a su deportación. Y los datos que proporciona el director explican porqué el trabajo es tan absorbente: “Si en 2013 se manejaba la cifra de 85.000 detenciones, en 2014 ya eran 127.000, y al 30 de noviembre de 2015 el número se había disparado a 178.000 Un incremento del 120% de las detenciones, que van de la mano con el número de deportaciones. Si hace dos años salían cuatro o cinco autobuses a la semana, ahora están saliendo seis a diario, incluso con deportaciones nocturnas”.
Cabe destacar que a este incremento de las deportaciones corresponde un incremento del flujo de personas que llegan a Tapachula, “porque aquí llega el autobús más barato”. Con la particularidad de que ya no se trata de migrantes, sino de refugiados. Personas que, si son deportadas, seguirán regresando por el peligro que corren en su propio país.
Marta Sánchez, fundadora del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), entrevistada en diciembre de 2015 durante la XI Caravana de Madres centroamericanas en busca de sus hijos migrantes desaparecidos, habló de “una crisis de refugiados a la cual México está respondiendo con una de las políticas más represivas de la historia”. A menudo es difícil que las instituciones de defensa de los derechos huanso como el Fray Matías puedan llegar a los afectados por esta situación, que Sánchez estima que serán cada vez más con la realización de obras infraestructurales como el canal de Nicaragua.
En este panorama, asociaciones como la que fundaron algunas mujeres del Bungalow, en colaboración con la Brigada y Médicos, pueden marcar la diferencia, encarnando la fuerza de la organización “desde abajo”. La única dispuesta a reconocer a los migrantes su derecho de ser tratados como personas, recibidos como hermanos, cuidados como vecinos.

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