martes, 22 de marzo de 2016

Annual: horror, masacre y olvido

Annual: horror, masacre y olvido

El desastre acontecido durante la guerra de Marruecos acabó con la vida de 4.000 españoles. Un episodio que, a punto de cumplir un siglo, solo recuerdan unos pocos

Ruinas de la casa cuartel española cerca de la localidad marroquí de Annual. JOAQUÍN MAYORDOMO SÁNCHEZ
Desde lo alto del desfiladero de Izzumar, los cerros de Annual, Igueriben o Abarrán son luminarias que recuerdan la muerte. En este escenario perdieron la vida en dos días, masacrados, 4.000 españoles, sin saber por qué. Todo lo que se alcanza a ver hasta más allá del horizonte es campo yermo, reseco y desnudo de vegetación. El Rif es pobre, muy pobre; pero la locura del rey Alfonso XIII, militares y Gobierno de entonces quiso, a principios del siglo pasado, convertir a esta región en la recreación del viejo Imperio; aquel en el que "no se ponía nunca el sol". Al final, España llamó a esta conquista Protectorado de Marruecos. Un eufemismo que oculta varias guerras, un holocausto, traiciones y uno de los episodios más tristes de la práctica militar: el Desastre de Annual. Un desastre que España entierra en el olvido desde hace 94 años bajo el más abominable y ominoso de los silencios.
Recorrer estas tierras es disponerse a llorar. El recuerdo paraliza y a cada paso se intuye un escenario en el que se consumó la tragedia: aquí el fuerte de la traición, más allá la emboscada, ahí el cerro sobre el que masacraron decenas de soldados. El 21 de julio de 1921, el asedio de las harkas rifeñas a la posición de Annual presagiaba lo peor. El general Silvestre, jefe de la Comandancia General de Melilla y principal responsable de la aventura de haberse adentrado en territorio enemigo, había visto desde su puesto de mando en Annual, como ardían los últimos rescoldos de la posición de Igueriben. Murieron todos. Perecieron después de soportar el asedio hasta llegar a beber sus propios orines. Y si algún superviviente hubo fue degollado.

EL PROGRESO ES EL GRAN CEMENTERIO

En las llanuras que rodean a Melilla, Marruecos ha levantado un emporio. Ni rastro de aquellos pueblos. Existen los nombres, sí, pero Nador, Selouane, Monte Arruit, Tiztoutine o Driuch, son ahora urbes prósperas. El fuerte de Monte Arruit, ubicado en un cerro, alberga ahora un depósito de agua; alrededor, calles y edificios modernos. Nadie recuerda las fotografías de esa cuesta ––rue al Moujahidine, actualmente– sembrada de cadáveres­; hoy es una calle dedicada al comercio. La gente se encoge de hombros cuando se le comenta que en la tierra que pisan se consumó la tragedia. Tras 10 días de asedio, sin agua y sin alimentos, fueron asesinadas 3.000 personas. “Fue un holocausto”, escribe el historiador Juan Pando en Historia secreta de Annual.
A partir de aquí, la desbandada es general. Silvestre da orden de retirada y la tropa emprende una carrera hacia Izzumar. Hoy el desfiladero es un páramo inhóspito. Desde la estrecha carretera que zigzaguea por él cuesta imaginar que alguien pudiera pensar en salvarse. Cientos de soldados huían en desbandada, abandonándolo todo. Y los rifeños, ubicados en posiciones estratégicas, les cazaban como conejos. Ni un mísero avión que les cubriese en la retirada. Aún así se salvaron algunos… que llegaron a Ben Tieb, donde también hubo desbandada a Dar Drius, a Monte Arruit...
Por el camino sólo quedaba decenas, cientos de muertos, hasta sumar 4.000 en dos días. El general Manuel Fernández Silvestre, trastornado, se cree que se pegó un tiro, aunque nadie ha podido confirmarlo.
El Desastre de Annual. 
Ese mismo día fatídico, Alfonso XIII y su Corte, el Gobierno en pleno y los más altos mandos militares celebraban, en Burgos, el traslado de los restos del Cid a la catedral. Por el aire desfilaban escuadrillas de aviones. Unos aviones que el Alto Comisario español en Marruecos, el general Dámaso Berenguer, le había negado a Silvestre, evidenciando su enemistad.
El Desastre de Annual reúne tal cúmulo de despropósitos, episodios de crueldad e incompetencias que se convierte en un caso único en las derrotas militares. Y si no fuera porque el balance es la muerte —10.000 españoles fallecidos en apenas 15 días y varios miles más de rifeños— bien podría escribirse este negro episodio de la historia de España como la más ignominiosa de las tragedias.Ni siquiera el impecable Expediente Picasso (9 meses de arduas indagaciones y 2.433 de testimonios), en el que se recoge detalladamente la realidad de lo acontecido ha sido capaz de mantener vivo el recuerdo.
Hay episodios tan viles que si no fuera porque están documentados no se creerían. En el fuerte de Dar Quebdani, al mando del coronel Araujo, después de pactar la rendición y la entrega de armas con el enemigo, y tras la conspiración de algunos de los mandos para salvarse, el coronel incluido, 900 hombres fueron asesinados a sangre fría con sus propias armas, las que acababan de entregar.
Annual es ya un mito; el recuerdo de algunos españoles que aún evocan la tragedia. Ahora que el siglo camina hacia el centenario de aquel día, puedan rescatarse los hechos del olvido y rendirles justicia.

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