viernes, 18 de marzo de 2016

El Pedrosu, el inframundo que ya veo en el horizonte cercano de mi caminar.

Mi bisabuelo materno se llama Alvarin. Sus padres fueron trasladados desde San Claudio, donde eran los pecheros y guardas de la casa cementerio de la familia Díaz-Ordóñez  de "el Pedrosu". De allí fueron trasladados a la localidad de El Picu, situada en Pruvia, de Llanera.

Alvarín se casó con mi abuela Dolores y ocuparon  como pecheros un caserío situado en la localidad de La Corona, del barrio de Silvota de la parroquia de Lugo del concejo de Llanera.
Allí mis abuelos gestaron y educaron trece hijos (no sé si los convivieron), siendo Marina, la penúltima, mi madre. Allí, mis padres me nacieron; los dos hermanos que me precedieron, José Manuel en La Felguera y Madeleine en Siero. Allí mi hermana gestó y nació a sus dos primeros hijos, Marta Helena y Berta. Son ellas los dos últimos miembros de las familias unidas por el trabajo, en El Pedrosu y vueltas a unir cien años mas tarde por el amor en La Corona.


Muchos días, mas de sesenta años, día a día, he tenido un sueño: dar la mano de todas las personas con las que cohabito en este Mundo y aquellas del Inframundo. Las del Mundo, muchas me la rechazaron a la vez que me atravesaron el hígado con la mano izquierda, o bestial. Sueño con el abrazo de todas las del Inframundo a las que sueño con los brazos abiertos en alto y con los míos ciñéndoles su cintura y mirándoles a los ojos, sorprendidos por mi hábito franciscano y mis pies desnudos en unas alparagatas raídas por los pétreos caminos que sorteo para llegar al Inframundo al que tanto ansío llegar.

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