Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen
Jared Diamond
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Colapso
Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen
Jared Diamond
Un trabajo sobre la apocalipsis social, sobre el anuncio, sobre aquello que se acerca, que viene, que se cierne sobre nuestra sociedad.
Yo vine a este mundo para ser testigo de la Verdad, se refiere que dijo Jesús Crucificado, el Hijo de Dios Trino.
Prólogo
Historia de dos granjas
Dos granjas
Colapsos, pasado y presente
¿Paraísos desaparecidos?
Un marco de cinco elementos
Las empresas y el medio ambiente
El método comparativo
Plan de la obra
Hace unos cuantos veranos visité dos granjas productoras de leche, la granja de los Huls y la granja de Gardar, que, pese a distar miles de kilómetros entre sí, se parecían asombrosamente en lo que las hacía fuertes y en sus puntos más vulnerables. Ambas eran con diferencia las granjas más grandes, prósperas y tecnológicamente avanzadas de sus zonas respectivas. En concreto, ambas giraban en torno a un establo de última generación para guarecer y ordeñar las vacas. Aquellas grandes estructuras, claramente divididas en dos hileras de pesebres enfrentados, eclipsaban a todos los demás establos de la zona. Ambas explotaciones dejaban que las vacas pastaran libremente durante el verano en exuberantes prados, cultivaban su propio heno para cosecharlo a finales del verano con el fin de alimentar a las vacas durante el invierno, e incrementaban su producción de pienso para el verano y de heno para el invierno regando sus campos de cultivo. Las dos granjas eran similares en extensión (unos pocos kilómetros cuadrados) y en cuanto al tamaño de los establos; aunque la de los Huls tenía algunas vacas más que la de Gardar (200 frente a 165). A los propietarios de ambas granjas se les consideraba personas destacadas en sus respectivas sociedades. Ambos eran profundamente religiosos. Las granjas estaban situadas en escenarios maravillosos que atraían a turistas desde muy lejos, con el trasfondo de altas montañas coronadas de nieve que desaguaban en arroyos repletos de peces y que descendían hacia un conocido río (en el caso de la granja de los Huls) o fiordo (en el caso de la granja de Gardar). Estos eran los puntos fuertes de las dos granjas. En lo que se refería a los puntos débiles que compartían, ambas estaban situadas en zonas económicamente poco rentables para la producción de leche, debido a que la alta latitud norte en que se encontraban suponía que la estación veraniega en la que crecían el heno y los prados para pastar era corta. Así pues, dado que incluso en los años buenos el clima dejaba bastante que desear en comparación con el de las granjas lecheras situadas en latitudes más bajas, las granjas eran susceptibles de verse perjudicadas por las variaciones climáticas, y eran la sequía o el frío, respectivamente, las principales preocupaciones de las regiones en que se encontraban la granja de los Huls o la de Gardar. Ambas zonas estaban lejos de centros de población en los que pudieran comercializar sus productos de modo que los costes y riesgos del transporte las situaban en desventaja comparativa con respecto a zonas situadas en una ubicación mas central. Las economías de ambas granjas dependían de factores que escapaban al control de sus propietarios, como la desigual prosperidad y gusto de sus clientes y vecinos. A una escala mayor, la economía de los países en que se encontraban ambas granjas crecía o decrecía conforme aumentaban o desparecían las amenazas de lejanas sociedades enemigas.
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