miércoles, 15 de junio de 2016

La degeneración, decrepitud, o envejecimiento como experiencia ignorante de Mariano Rajoy.

Cuando se apela a la degeneración, senectud, decrepitud, o edad como base de credibilidad de lo que se afirma, no se sabe y, mucho menos se conoce, aquello que se refiere como experiencia.

La experiencia NADA tiene que ver con la EDAD.

Estoy harto de escuchar al muchacho -por utilizar los mismos argumentos que él- que se nomina Mariano Rajoy referirse a "su experiencia" como apoyo de su manifiesta y probada minusvalía discapacitante de gestor de lo público.

Puede leerse, no "al dictado", si está capacitado, un trabajo racional sobre su problema, complejo de inferioridad intelectual, como es el que le transcribo por si el acceso finalista a la bibliografía no la conoce y practicado con crítica.




Experiencia y especulación en el diagnóstico galénico
LUIS GARCÍA BALLESTER*

Quizá los problemas prácticos e intelectuales más interesantes que se le plantean al médico de todos los tiempos en el ejercicio de su profesión médica, son los derivados de la necesidad que tiene en el acto médico, de conocer con precisión la correcta realidad del hombre que tiene ante él y que busca en el médico su curación. A ese componente de conocimiento en la relación médico-enfermo le llamaron los griegos “diagnóstico” y a la acción correspondiente, “diagnosticar”. Resumiendo estos aspectos, perfectamente clarificados en la medicina occidental desde los escritos hipocráticos, Galeno nos dirá:

Si el diagnóstico de las enfermedades y el pronóstico de las cosas futuras no conducen al hallazgo de la curación óptima, serían cosas vanas. Si lo hacen, son útiles (1).

Evidentemente, en el diagnóstico el médico debe resolver previamente una serie de problemas antes de emitir un juicio. Y no sólo problemas de tipo práctico, también de carácter teórico; por ejemplo, ¿en qué medida se adecuan las especies morbosas, con las que etiquetará a los enfermos individualizados, con la realidad concreta que tiene delante, que toca con sus manos o cuyo relato escucha -o debiera escuchar- atentamente? Preguntas de este tipo\han conducido a una revisión de las pautas diagnósticas que parecían firmemente asentadas desde el siglo XIX (2). Desde unos supuestos metodológicos distintos de los que adoptó la clínica moderna a partir de Thomas Sydenham en el siglo
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Los materiales del presente artículo frieron expuestos por primera vez en unas sesiones 'de trabajo sobre el presente y futuro de las investigaciones en torno a Galeno y el galeismo, celebradas en el Selwyn College (Carnbridge) en septiembre de 1979. Una elaboración de los mismos, mucho más amplia, aparecerá en el volumen editado por Vivian NUTTON, Gala Problems and Prospects, London (en prensa).

(1) In Hipp. de uictu acut. comm. 2: XV, 420-421. Véase, por ejemplo, el libro de ALVAN R. FEINSTEIN (1967) Clinical Judgement, Baltimore. Para un análisis histórico y una reflexión? de la compleja realidad y problemática del diagnóstico, véase el libro de P. LAIN ENTRALGO, El diagnóstico médico. Historia y teoría, Barcelona (en prensa).
* Departamento de Historia de la Medicina. Facultad de Medicina. Granada (España)
DYNAMIS
Acta Hispanica ad Medicinae Scientiarumque Historiam Illustrandam. Vol. 1 , 198 1, pp. 203-223.
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XVII, también Galeno, en el primer contacto con el enfermo, tuvo que resolver dos problemas previos: a qué tipo de enfermedad pertenece el enfermo que tiene delante y cómo valorar la posibilidad de curación de quien le llama, una vez sentado que está enfermo y necesita del médico. En otro lugar he descrito con cierto detenimiento el modo como Galeno respondió a estas cuestiones (3). En el presente articulo intentaré exponer los recursos de que echó mano Galeno para establecer su diagnóstico y, siempre que le fue posible, un diagnóstico racional y regional o localizatorio. Más adelante explicaré detenidamente en qué consiste este diagnóstico racional, regional o localizatorio y lo que de novedad significó dentro de la medicina griega.

Podemos afirmar que Galeno hará suyos unos recursos ya claramente expuestos en los escritos hipocráticos, si bien dotándolos de algunas peculiaridades genuinamente propias. Los recursos serían, la exploración sensorial (aisthesis); el interrogatorio del enfermo y, en general, la comunicación verbal (logos); y el razonamiento (logismos) fiamos cada uno de estos tres aspectos.

  1. LA EXPLORACIÓN SENSORIAL DEL CUERPO DEL ENFERMO CRITERIO BÁSICO DE LA PRÁCTICA MÉDICA.
Para Galeno el criterio básico de su práctica médica fue «La sensación del cuerpo”, la aisthesis tou somatos (4), de acuerdo con la interpretación dada por Laín a esta conocida expresión hipocrática (5). Es decir, la exploración sensorial del cuerpo del enfermo. En la resolución de uno de los problemas previos del diagnóstico -¿el enfermo curará o morirá?-, Galeno consideraba necesario el que el médico valorase la naturaleza (Physi) del enfermo. Es necesario «un hombre que conozca con precisión la diáthesis del cuerpo)” (6). Recordemos que para Galeno la enfermedad es un fenómeno estrictamente somático y referido sólo al cuerpo (7). Pues bien, la physis del cuerpo se la conoce ante todo cuando Galeno habla de conocer la naturaleza (physis) del enfermo, él entiende más bien la del hombre que en un momento de su vida padece el accidente de la enfermedad.
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(3) Galien as a Medical Practitioner: Problems in Diagnosis, en Gala. Problems and Prospects, Ed. by Vivian Nutton, London (en prensa).
(4) Depnsca medina, 1, 588-590 L.
(5) Laín propone que la significación de este texto del autor de De pnsca medicina (1, 588-590 L) de gran importancia para el estudio del método en el diagnóstico, sena «la sensación que el médico tiene del cuerpo del paciente)) y «la aplicación de los sentidos del médico al conocimiento preciso de la realidad del enfermo)). En resumen: la sensación (aistheszs) de que se habla es la del médico, y el cuerpo (soma) por ella percibido el del enfermo. Véase, P. LAÍN ENTRALGO (1970) La medicina hipocrática, Madrid, pp. 65-66, n. 29 y la bibliografía allí citada.
  1. De san. tuenda, 5.1 1 : VI, 365.
  2. 7. L. García Ballester (1972). Alma y enfermedad en la obra de Galeno, Valencia- Granada, pp. 1
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((Cuando dudemos -nos dirá- si el enfermo se encuentra en estado de agonía o con posibilidad de salvación, en tal caso se convierte en inexcusable (anankaia) la inspección de todos los signos y síntomas (semeia kai symptomata) que se manifiestan en su cuerpo)) (8).

Lo ideal sería conocer a todos y a cada uno de nuestros enfermos -dice Galeno y con él toda la tradición de la medicina occidental- en estado de salud: color, constitución, calor natural, estado del pulso (9), movimiento del ánimo, sexo, ambiente físico en el que ha vivido (10).

La evidencia de los sentidos será el punto de partida indiscutible. Hasta tal punto será así, que durante su primera estancia en Roma, Galeno se negó a comenzar las experiencias sobre el mecanismo nervioso de la voz y la respiración ante una numerosa e influyente audiencia, porque Alejandro de Damasco -tutor del excónsul Flavius Boethus- se permitió cuestionar ese principio.

((Alejandro intervino antes de que yo pudiera mostrar mediante la disección cómo se producían la respiración y el habla, y dijo: "tenemos que estar de acuerdo contigo en la previa aceptación de la evidencia de los sentidos?". Cuando oí estas palabras les dejé y me fui, diciendo solamente que me equivoqué al pensar que no había venido a charlar con escéptico; de lo contrario no habría venido)) ( 11).

El médico debe ser laborioso (philoponos) y dispuesto a inquirir (tzetetikos) (12). En su trabajo y en su búsqueda continua, le es útil lo que le llega por los sentidos (1 3). Galeno continuamente insistirá en que la recogida de los signos por parte del médico ha de hacerse con cuidado y sin precipitación (14). Una de las palabras que más se repiten en este contexto es akribos. Creo que puede extenderse a toda la exploración practicada por Galeno con sus enfermos la regla expuesta siglos antes en el escrito hipocrático Praedicta (11), recomendada para explorar sólo los desórdenes dietéticos: «El enfermo ... deberá ser visto cada día, en el mismo lugar, a la misma hora, y preferentemente cuando el sol acaba de salir ...; porque es sobre todo a esta hora cuando ... el explorador tiene la inteligencia y los ojos más penetrantes)) (1 5). Aunque según lo dicho, deberíamos encontrar en la práctica médica de Galeno la aplicación de los distintos sentidos, lo cierto es que él desarrolló especialmente la vista y el tacto. Incluso a Galeno se debe el desarrollo más conseguido y original, dentro de la medicina griega, de la semiología basada en la percepción del pulso. Ahora bien, hay que ir con cuidado y no proyectar sobre Galeno como médico práctico una imagen tópica del galenismo posterior: la del médico que sólo toma el pulso y mira la orina al trasluz. La recogida de signos del cuerpo del enfermo fue en la práctica diaria de Galeno más rica y matizada. Muy explícitamente en la línea hipocrática -cita sin nombrarlo el Prognosticum del Corpus Hipocraticum- dice:

Al llegar ante el que tiene enfermedad se le inspeccionará (los signos) más importantes, sin olvidar los más nimios. Lo que nos indican los mayores es más o menos corroborado por los otros. Los signos mayores en las fiebres se obtienen en general de los pulsos, de las orinas. A ellos es preciso añadir los otros, tales como los que aparecen en la cara, como enseña Hipócrates, la postura que se adopta en la cama, la naturaleza de las excreciones por arriba y por debajo ... dolor o no de cabeza, …postración o buen ánimo del enfermo, ... aspecto del cuerpo, ... “(16).

Podríamos ir entresacando testimonios del cuidado e inteligencia con que aplicó los preceptos hipocráticos, de los diversos escritos en los que Galeno se nos muestra en su práctica diaria. La vista permitía a Galeno recoger los más variados datos: inspección visual del carácter y aspecto no ya de las orinas, sino de las heces (17), su coloración, consistencia, composición (1 8), ((10 cual es muy útil para el diagnóstico» (19), hallazgo en ellas de materias semejantes a granos de calabaza, indicio de presencia de gusanos anchos, plateias élminzos (20), aspecto de las pupilas (21), postura que adopta el enfermo durante el sueño (22) y sus características (23), coloración característica de las mejillas en las enfermedades inflamatorias de los pulmones, peripneumonikoi (24); aspecto de las uiñas, que se curvan en las enfermedades consumtivas (25); tinte (26) y sequedad de la piel (27); humedad o sequedad de los ojos (28); aspecto de la sangre en las sangrías (29); mayor o menor humedad de la lengua en los febricitantes (30); inspección de las amígdalas y de las fosas nasales (31), situando al enfermo de tal manera que los rayos del sol penetren lo más posible en su interior (32). Igualmente caía bajo la observación de Galeno los signos que manifiestan ((los movimientos del alma: abatimiento, tristeza, etc.» (33). Los signos obtenidos por la visión son muy importantes para Galeno. Dejando aparte el papel que desempeñó la vista en la disección y consiguiente elaboración de su obra anatómica, Galeno rechazó en diversas ocasiones testimonios contenidos en obras de otros médicos, porque él nunca los había visto personalmente ni oído de nadie que los hubiera visto (34).
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(8) In H*. praedict lib. 1, comm. 1. 4: XVI, 522.
(9) Ad Glauc. de meth. med. 1.1 .: XI, 2: De puls. lib. ud. tir. 9: VIII, 463 passim.
(10) Ad Glauc. de meth. med. 1.1 : XI, 5.
(11) De praecognit. 5: XIV, 628-629. Hemos seguido la traducción de V. NUTTON (1979)
Galen. On prognosis, Berlín (Corpus Medicorum Graecorum, V 8, 1) p. 99.
(12) De loc. aff 3.7: VIII, 167. Un ejemplo de la continua preocupación de Galeno por sus enfermos -al menos con determinados enfermos-, es el modo como llegó al cambio de terapéutica indicada por él mismo a la mujer de Boethus que padecía flujo de sangre: «se me ocurrió una idea una noche en que yo estaba dándole vueltas al caso...
Cuando reflexioné que uno de los errores en que habitualmente inciden los médicos..., decidí cambiar mi tratamiento)). Depraecognit. 8: XIV, 644-645. Véase V. NUTTON, op. cit., p. 11 5.
    (13) De dzff pulsuum, 1. 7: VIII, 514.
    (14) Depraecognit. 14: XIV, 67 1; De loc. aff 2.10: VIII, 124; Ad Glauc. de meth. med. 1.2: XI, 11; etcétera.
(15) Praed. 11, IX, 14 L.
(16) Ad Glauc. de meth med. 1.2: X I , 8 SS.
(17) De loc. afl 5.8: VIII, 374.
(18) Ibid. 5.8: VIII, 359.
(19) Ibid. 5.8: VXII, 373.
(20) Ibid. 1.5: VXII, 47.
  1. zbid. 4.2: VIII, 223.
  2. Ibzd. 3.7: VIII, 164.
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Es verdad que en su práctica médica visión y tacto quedaron reducidos en muchas ocasiones a examen de las orinas y toma del pulso.

Frases como la siguiente son habituales en la práctica médica de Galeno: ((Cuando hube examinado su orina y tomado su pulso, le dije (al enfermo) que le ocurriría hacia la misma hora un paroxismo de una tercera fiebre cuartana)) (35).
Dejemos de momento el pulso. Es lógico que el examen de las orinas cobrase un especial significado en la semiología galénica y que fuera uno de los signos básicos para el diagnóstico y el pronóstico. Recordemos que según la patología humoral, la naturaleza, con la ocasional ayuda del médico, somete a la alteración humoral a un proceso curativo que, desde los hipocráticos, se conoce con el nombre de ((cocción)) (pepsis o pepasmos). Este proceso suele ir íntimamente unido a la modificación más o menos repentina de la enfermedad que, cuando es perfecta, conduce a la curación y si no lo es, deja la puerta abierta a la recidiva o a la muerte. Y siempre cabe el cambio a una nueva enfermedad. Pues bien, esa modificación más o menos repentina recibió el nombre de «crisis» (krisis). Aunque «las
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Ad Glauc. de meth. med. 1.15: XI, 44.
De loc. aff 1.5: VIII, 46.
Ibid. 1.5: VIII, 47.
Ibid. 5.8: VIII, 357.
Ad Glauc. de meth med. 1.2: XI, 13.
Ibid. 1.2: XI, 12.
Ibid. 1.12: XI, 38.
Ibid. 1.7: XI, 23.
Depraecognit. 12: XIV, 622; ibid. 13: XIV, 667.
De loc. aff 4.2: VIII, 226.
Ibid. 6.1: VIII, 378.
Ibid. 6.2: VIII, 383.
De praecognit. 2: XIV, 6 1 1. Véase V. NUTTON, op. cit., p. 8 l .
De crisibus 3.3: IX, 706.
P. LAÍN ENTRALGO, op. cit., p. 21 1 .
Ad Glauc de meth. med. 1.7: XI, 24.
In H@ prognost. comm. 11. 16-37: XVIIIl2, 146-164.
De m'sibus 1.12: IX, 594-607.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------cocciones (pepasmoi) son el signo (semeion) de las buenas crisis)) (36), ambas realidades (pepsis y krisis) ésta más clínica, aquélla más fisiopatológica- no son siempre coincidentes;pero ambas son ((los conceptos fisiopatológicas más importantes de la medicina antigua)) (37). Pues bien, el clínico puede seguir el proceso de cocción a través de la orina. Por ello era importante el examen continuado de las orinas a lo largo de la enfermedad (38). Su variación en el colorido, densidad, composición, etc., será el signo (semeion) que guíe la práctica del médico: su diagnósticoy su pronóstico.

No es extraño, pues, que Galeno exponga de forma más sistemática su doctrina sobre el examen de las orinas y estructure su valor semilógico en su comentario al Pronosticum hipocrático (39) y en su obra De crisibus (40).

Merecería especial mención el importante papel que jugó el sentido del tacto, no sólo por su importancia en la práctica médica de Galeno,msino también porque lo sometió a cuidada elaboración doctrinal (41).

Me refiero a su meticulosa doctripa sobre el pulso, cuyos libros desarrollaron enseñanzas apenas delineadas por Hipócrates y supieron apoyarse en una rica tradición helenística. El pulso desempeñará un papel central en la actuación de ~aldnoco mo médico práctico. No en vano de él obtendrá «el diagnóstico de lo actual y el pronóstico de lo futuro- (42). Comentando este aspecto en la interesante casuística expuesta por Galeno en De praeconitionen, utton dice: «Muchas de las observaciones de Galeno sobre el pplso proceden claramente de su experiencia práctica y sus amplios escritos sobre esta materia, que son conceptos como sedimento (Iypostasis), nube (nephele) o suspensión (enaiorema) fueron perfectamente conocidos ya por los médicos hipocráticos y, por supuesto, por Galeno. Que sepamos no hay todavía ningún estudio adecuado sobreneste método de diagnóstico y pronóstico en Galeno y, en general, en la medicina antigua.

(Degener. et corr.
11.2, 32913 16-20). Dice Galeno: «en cuanto a los olores, realmente no existen nombres de todas las cualidades ... Pero en el tacto todo tiene sus nombres según enseñó Aristóteles ... Así quedan dichas todas las cualidades tangibles)). De dzff pulsuum 3.7: VIII, 692.
De d%f pulsuum 4.2: VIII, 717. A pesar de ello, «eine rnodernen Anforderungen genügende Darstellung der Geschichte der Pulslehre im Abendland, die im wesentlichen eine Geschichte der Tradierung der galenischen Lelire und der Auseinandersetzung mit ihr ist, fehlu), W. F. KUMMEL (1974). Der Puls und das Problem der

los más desagradables de leer, fueron escritos con un propósito práctico, clínico: el diagnóstico y pronóstico de la salud y la enfermedad.

Incluso si su lógica escolar y machaco na resulta tediosa, especialmente en De differentia pulsuum, revela otro aspecto de Galeno: su cuidado y persistencia en seleccionar y escribir los datos de sus casos clínicos y en perfeccionarse hasta que su tacto y percepción fueran adecuados para ese propósito)) (43). Podríamos ofrecer ejemplos de la finura a que llegó su semiología del pulso y de la paciencia de su aprendizaje que revelan algunas de sus descripciones, como la que hace de la variación del pulso a lo largo de la secuencia del sueño (44). También podríamos ofrecer ejemplos del barroquismo de sus construcciones doctrinales (45).

Pese a todo, el pulso no le basta para el diagnóstico (46), ni tampoco el pulso agota la semiología que se basa en el sentido del tacto. Galeno palpa con cuidado el hipocondrio, el lugar correspondiente al borde del hígado, el tamaño y dureza del bazo, la cara, las piernas de susmenfermos, cuando lo juzga necesario (47). Y sabe mantener la manos sobre el cuerpo para percibir «el movimiento del calor», he tes zermatias kinesis (48) y valorar cuáles son sus características (49), así como palpar y presionar la vejiga, como en el caso de un joven con anuria tras recibir un violento golpe en la región del periné(5 0). Incluso se detiene a verificar la consistencia de un “humor vítreo” expulsado por un enfermo y de confirmar esta característica descrita por primera vez por Praxágoras (5 l), ((mediante el sentido del tacto)), Rata ten tes aphes aisthesin (52).
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Zeitmessung in der Geschichte der Medizin. Med. Hist. J., 9, p. 3, n. 7 ~Auchfü r Galens Pulslehre gibt es bis heute keine adaquate Darstellung)), G. BAADER; G. KEIL (1978)
MittelaIterliche Diagnostik. Ein Bericht, en Medizinische Diagnostik in Geschichte und Gegenwart ... Hersg. von Ch. Habrich et aL, München, p. 133, n. 13. La visión de conjunto más reciente sobre la doctrina del pulso de Galeno es el capítulo de C.R.S.
HARRIS (1973) The Heart and the Vascular System in Ancient Greek Medicinefiom Alnaeon to Galen. Oxford, pp. 397-431. El propio Harris dice: «To describe in any further detail al the different kinds of pulse distinguished by Galen would carry us far beyond the limits of this work ... To deal adequately with Galen's sphygrnology would require a separate book)), ibid, p. 413.
(43) V. NUTTON (ed.) Galeni de praecognitione (CMG V 8, l), p. 22 1.
(44) Depuls. lib. ad tir. 9: VIII, 466-467. Este aspecto de la semiología del pulso es el que hace decir a HARRIS, «He (Galeno) was certainly the possessor of "a touch with a mind in it"», op. cit., p. 430. Otro ejemplo de finura en la detección del pulso es la palpación de la arteria abdominal en los individuos delgados a través del epigastrio. Galeno describe esta maniobra en una obra escrita durante su primera estancia en Roma (Depuls. lib. adtir. 1: VIII, 454) donde la pudo conocer bien por experiencia personal o a través de la lectura de la obra de Herodotus (Paulys Ilealencyclopadie, Stuttgart, 1912 (Repr. Stuttgart, 1966), VIII, 1, 990-991) autor al que se cita en una obra escrita unos años más tarde, durante su segunda estancia en Roma (De d%f pulsuum, 4.1 1 : VIII, 75 1).
(45) P.e. De dzff pulsuum 2.8: VIII, 616-617.
(46) De loc. a$ 5.8: VIII, 364: De praecognit. 4: XIV, 620.
(47) Ad Glauc. de meth med. 1.9: X1. 27; De loc. aff 6.1: VIII, 377.
(48) Ad Glauc. de meth med. 1.2: XI, 13.
(49) Ibid. 1.7: XI, 22.
  1. De loc. aff 1.1: VIII, 13-14.
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Parece que la palpación vaginal y la del cuello del útero la hacían las comadronas (53).

Lo que apenas encontramos en la práctica médica de Galeno es la aplicación sistemática del gusto -por tanto, de la lengua-, como procedimiento exploratorio, a pesar de que distingue siete sabores perceptibles por la lengua (54). Ello no quiere decir que ignore el sentido del gusto. Explícitamente nos dice que los sabores que se encuentran en los animales, en las plantas y en la tierra son muy abundantes (55), y en su obra De alimentorum facultatibus (56) nos remite al libro cuarto de su escrito De simplicium medicamentorum temperamentis ac facultatibus donde tratará del tema (57).

El oído lo empleó Galeno para explorar la voz y los silencios del enfermo, la respiración, la tos, las ventosidades (58), etc.

Ahora bien, Galeno afirma que, en cualquier caso, el valor diagnóstico o pronóstico de un signo depende de la totalidad de ellos. Apoya su opinión explícitamente en unas palabras semejantes de Hipócrates (59).

Muy bellamente nos dice:
((una vez que existe entre todos los síntomas presentes una armonía como la de las voces acordes de un coro, se puede avanzar con confianza (60).

Mediante su cuidada observación con los sentidos, su inteligencia y sentido común (61), el médico distinguía en la apariencia del enfermo los signos (semeia) de enfermedad y los que, en su opinión, poseían más “fuerza significativa” (dynamis).
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Ibid. 2.5: VIIT, 81-82.
Ibid. 2.5: VIII, 82.
P.e. Ibid. 6.5: VIII, 425.
Ibtd. 2.6: VIII, 87.
De simpl. med. temp. ac. fac. 1.38: XI, 450.
De alim. fac. 1.1 .: VI, 475.
De simpl. med. temp. ac fac. 4.1-23: XI, 6 19-703. Véase G. HARlG (1 974). Bestimmung der Intensitat im medizinischen System Galens. Ein Beitrag zur theoretischen Phannakologie, Nosologie und Therapie in der galenischen Medizin. Berlin.
De loc. a6 6.3: VIII, 390.
De crisibus 1.13: IX, 608. Los textos del Coqus hippocraticum en Prognost. 11, 158 y 188 L.
Ad Glauc. de meth med. 1.2: XI, 9.
NUTTON comenta que con la historia del hijo de Boethus, Galeno subraya con especial cuidado su preocupación por la observación y la aplicación del sentido común, en contraste con la primera parte del escrito Depraecognitione donde aparece un Galen reiterativo, polémico y especulativo. Op. cit.; pp. 198-199.
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«Por eso es preciso que quien vaya a establecer un pronóstico con precisión (akribos), considere con precisión fakribos) la naturaleza de cada signo, para que vaya haciendo el pronóstico a partir de la fuerzan significativa (dynamis) de cada uno de ellos)) (62).

En determinados casos -y sobre todo desde el punto de vista del pronóstico- «un único signo fuerte resulta ser más fzdedigno que muchos débiles)) (63). A estos signos Galeno les dio el valor supremo de “signos probatorios”: tekmeria, como les llamaron “los aniigüos” (64) o syllogistika semeia como les llama Galeno (65). El médico será capaz de valorar la magnitud (megethos) de la enfermedad por los síntomas propios de su propio mecanismo de enfermar: por los que expresan alteración humoral: heces, orinas, sudor, tos, vómitos, etc. (66); valorará la fortaleza de la naturaleza del enfermo a través de las acciones (energeia), especialmente el pulso (Foque éste es la expresión (ergon) de la facultad animal)) (67). Por todo ello conviene retener y memorizar los signos de las enfermedades y de los procesos básicos («cocción»-«crisis») para hacer más fácil el pronóstico y el diagnóstico de la crisis óptima (68).

Pese a todo, la práctica médica enseñará a Galeno que no existe un único signo, ni siquiera un conjunto de ellos, que muestre con certeza (bebaios) el pronóstico del punto culminante de la enfermedad (akme) o de los otros momentos (kairos) que definen a la enfermedad como un proceso, processus morbi. Por eso Hipócrates, nos comenta Galeno, calificó al arte médico (tekhne) de «largo»: ars longa (69).

Galeno no aplicaba sus sentidos sólo al cuerpo del enfermo. También era objeto de su examen el contorno cósmico del paciente y su La necesidad que tiene, según Galeno, de determinar a magnitud (megethos, poson, pelikos) de la
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De viribus. 1.13: IX, 607-608.
Ibid. 1.13: IX, 608.
P.e. Prognost. 11 188 L; De diaeta in ac. 11 224 L.
Zn H@ de victu acut. comm. 1; XV, 4 19.
De const. art. med. ud. Patroph. 17: 1, 294.
De const. art. med. ad Patroph. 1 7: 1, 294.
De crisibus 3.4: IX, 712.
Ibid. 1. 13: IX, 607
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fuerza (iskhys, dynamis) de la enfermedad y de la naturaleza del enfermo, nos exige salir al paso de un posible equívoco: la presencia de una intención cuantitativa en el ejercicio clínico de Galeno. Hemos de rechazar de plano tal posibilidad, no sólo en la dimensión práctica de su ejercicio médico, sino ni siquiera como planteamiento teórico. Elposon de una enfermedad era de carácter cualitativo: en una enfermedad humoral, por ejemplo, se trataba de «conocer» el grado de cocción (pepsis o pepasmos), si la cocción era dificil o muy dificil, etc. (Véase esta doctrina expuesta de un modo general en De const. art. med. 17: 1, 293-295, donde él mismo remite a su obra De crisibus -P.e. De crisibus 1.5: IX, 563-564 passim-; también Ad Glauc. de meth med. 1.1 1: XI, 36-37). Recordemos que el médico actual no sólo pretende lo mismo, sino fundamentalmente, cuantificar. Sin la cuantificación carece de sentido cualquier elaboración que quiera ser científica.
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inmediato entorno social: el clima en que vivía y la temperatura del aire ambiente (70), la estación del año (71); así como el lugar en que se desenvolvía la vida cotidiana del enfermo: su casa, habitación, etc. (72).

Por ejemplo, Galeno comenta «el padecimiento de la facultad peristáltica de la vejiga urinaria a causa de la tensión desmedida)) a que la someten quienes, además de tener una actividad sedentaria, deben permanecer muchas horas sin poder orinar: por la urgencia de sus negocios, reuniones prolongadas en el Senado, en los tribunales, en los banquetes (74). Todo debía ser objeto de la cuidada observación del médico. La preocupación geográfica y climatológica que inició De aere aquis et locis aparece continuamente en la práctica médica de Galeno.


11. LA PALABRA COMO RECURSO DIAGNÓSTICO PRINCIPAL.
Aunque de importancia menor, otro de los medios de que se valió Galeno para establecer el diagnóstico fue la palabra. Y esto lo hizo endos planos: por una parte, interrogando al paciente o a sus allegados sobre su situación y circunstancias presentes y pasadas; por otra, informándole e instruyéndole sobre su enfermedad, evolución y mecanismos patogénicos de la misma, razones de tal o cual medicamento, cambio de dieta, etc. ((Conviene informarse de todos los síntomas (syrnptomata) presentes y pasados, examinando por uno mismo los síntomas actuales, e informándose de los pasados, no sólo por el paciente, sino incluso por los que le son próximos)) (76).
Galeno oía al enfermo, le interrogaba y le respondía.

((Cuando le ví -nos cuenta al relatarnos su relación como médico con el sofista Pausanias-, le interrogué sobre todo lo que le había sucedido con anterioridad)) (7 7).

En otras ocasiones, la explicación del diagnóstico en una enfermedad de la cabeza -si hay replección, obstrucción o inflamación- la obtendría ((preguntando al enfermo si el dolor se extiende por toda la cabeza, o se siente más en una de sus partes; a continuación, si experimenta pesadez, tensión, mordicación o latidos)) (78).
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Ad Glauc. de meth med. 1.15: XI, 44; De loc. afi 3.10: VIII, 185.
De praecognit. 3: XIV, 6 13; De loc. aff 3.10: VIII, 185.
De loc. a# 5.8: VIII, 361-366.
Ad Glauc. de meth med. 1.15: XI, 45.
De loc. a$ 6.4: VIII, 407-408.
Zn Hipp. Epd. lib. Z comm. 111.1: XVIIIl, 209-210.
De loc. afi 1.1: VIII, 8. Véanse las noths 87 a 91 del presente trabajo.
Zbid. 3.14: VIII, 213.
Ad glauc. de meth. med. 1.16: XI, 6 1.
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Incluso habrá enfermedades en las que bastará para el diagnóstico el interrogatorio previo del enfermo. Por ejemplo, en gran parte de las enfermedades del esófago. Serían diagnósticos ((mediante interrogatorios delek tes tou kamnontos anakriseos (79). En este caso, una de las condiciones básicas que pone Galeno, es que el enfermo no sea necio, elithios (80). El régimen de comidas y de vida en general, seguidos por el enfermo antes de la enfermedad será objeto especial del interrogatorio (8 1). ((Observando a un hombre de salud inmejorable vomitar sangre (de determinadas características), consideré oportuno interrogarle sobre su modo de vida en los días anteriores. Entre otros detalles, me contó que una noche, encontrándose mal, bebió agua bastante impura de una fuente, agua que le había llevado su esclavo. Al oír estas palabras, le pregunté si había visto sanguijuelas en el agua de esa fuente y, como me dijera que se las veía, le dí un medicamento adecuado que le hizo vomitar la sanguijuela)) (82). La edad era asimismo tenida en cuenta (83). Llevado de su preocupación por la generalización -pasar de lo particular (enfermo) a lo general (enfermedad)-, y hablando de concretas enfermedades cardíacas dice: «La mayor parte de los individuos así dectados tenían menos de cincuenta años y más de cuarenta)) (84). Sin entrar ahora en el problema del mayor o menor valor diagnóstico o pronóstico que dio Galeno a los sueños, lo que sí podemos afirmar es que sabe escuchar los que le cuentan sus enfermos (85).

En una palabra, mediante la conversación con sus enfermos, Galeno conocía datos que no podía captar con su exploración: hábitos del enfermo, régimen de vida, síntomas anteriores, características de susmdolores, peculiaridades de su sueño, de sus ensueños, las más variadas sensaciones (frío, calor, sed, cosquilleo, pinchazos, etc.); todo lo relacionado con su vida mímica (ira, temor, alegría, tristeza, perplejidad, etcétera), imposible de captar por los sentidos del médico; grado de instrucción, memoria e inteligencia del paciente, etc. En muchas de sus abstractas descripciones de enfermedades adivinamos horas de conversación con sus enfermos, detalles que luego fueron despersonalizados por la mente tipificadora. de Galeno (86). Fijémonos, por ejemplo, en un pequeño fragmento de su descripción de la menopausia:
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(79) De loc. aff 5.5: VIII, 335.
(80) Zbid.
(81) Zbid. 3.10: VIII, 185.
(82) Zbzd. 4.8: VIII, 265-266.
(83) Zbid. 3.10: VIII, 185.
(84) Zbid. 5.2: VIII, 305-306.
(85) De diagnot. ex insomn. VI, 834-835; De praecognit. 13: XIV, 666-667; In H@ Epid. lib. 1
comm. 111.1: XVIVl, 214-215.
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((sensación de pesadez en todo el cuerpo, náuseas, falta de apetito, escalofríos irregulares, ... dolores en los lomos, base del cuello, bajo los ojos, ... A veces retención de orina...)) (87).

Galeno se dio cuenta que el diagnóstico estaba plenamente logrado cuando era compartido con el enfermo, cuando este era capaz de escuchar y atender las explicaciones del médico. Esto exigía no sólo un cierto grado de inteligencia en los enfermos, sino también, por parte de éstos, un conocimiento biológico y médico capaz de entender los tecnicismos muy ricos ya en la época helenística en que vivió Galeno.
Uno de sus enfermos le dice: ((Pierde cuidado que sigo tus argumentos mucho mejor que todos los de esos médicos despreciables)) (88). Sabido es que muchos de los libros médicos escritos por Galeno lo son ((para consumo del público. Al menos de quienes considera idóneos para ello» (89). Galeno desarrolló su ejercicio médico entre gentes preocupadas por saber lo que en su propia naturaleza -en estado de salud o de enfermedad- acontecía. Y muy conscientemente, al tiempo que les explica su actuación como médico, les instruye. En su libro De paecognitione y hablando de su enfermo Eudemus dice: ((Cuando me preguntó la razón de mi afirmación, dije que la enfermedad no había alcanzado un grado -adecuado de cocción, y que aunque la medicina era capaz de alterar un humor maligno no cocido, especialmente a comienzos del invierno, no podía en absoluto conseguir su completa cocción o dispersarlo. Esa fue mi respuesta a Eudemon (90).

Cuando la fama de Galeno se extendió por el Mediterráneo -desde la Iberia al Asia-, recibía consultas por correo sobre los medicamentosmás apropiados a los achaques de sus corresponsales. Galeno les solicitaba información minuciosa y en función de ella enviaba el medicamento adecuado con detalles precisos de tipo diagnóstico. Nos cuenta que se curaban a sí mismo y a otros, aprovechando sus instrucciones. Y añade: «se trataba de personas bien instruidas, pepaideumeno))(9 1).

Laín ha analizado este aspecto que comentamos en el Corpus Hippocraticum y concluye que, «para el (médico) hipocrático, el nivel intelectual y la formación del enfermo influyen de alguna manera sobre el contenido y la estructura del diagnóstico)) (92). A favor de los cambios sociales e ideológicos propios del helenismo del siglo 11 d. C. esta misma conclusión puede aplicarse a la práctica médica de Galeno.

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(86) Sobre el problema de la tipificación de enfermedades en la patología de Galeno, véase mi articulo: La historia clínica en la patología galénica. Medicina Española, 63, 1970,; 155-160.
(87) De loc. aff 6.5: VIII, 433-435.
(88) De praecognit. 3: XIV, 61 7 (V. NUTTON, op. cit., p. 87).
(89) El escrito Depraecognitione es uno de ellos. V. NUTTON, op. cit., p. 79.
(90) De praecognit. 2: XIV, 61 0 (V. NUTTON, op. cit., p. 79).
  1. De loc. afl 4.2: VIII, 224-225.
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  1. EL DIAGNÓSTICO POR RAZONAMIENTO Y LOCALIZATORIO, NOVEDAD DE LA PATOLOGAGLIÉANICA: RAZONAMIENTO, CONJETURA Y EXPERIENCIA EN LA BASE DEL DIAGNÓSTICO.
Ahora bien, lo que permitió a Galeno dar un paso más respecto a los hipocráticos y desarrollar el diagnóstico por razonamiento (logismos) -planteado ya por éstos- fue el espectacular avance de los conocimientos anatómicos y una visión más elaborada de la naturaleza universal, así como un conocimiento preciso y sistemático de las causas (etiología) capaces de alterar no sólo la naturaleza individual, sino sus relaciones con el resto del cosmos, provocando con ello la enfermedad.

El empleo de la lógica, ((único método para dividir y unir)) (93) y sin el cual «no hay arte, ni método y lo que hacemos es inútil)) (94), ha de apoyarse en la disección, que nos ofrece la relación existente entre las distintas partes y su posición (thesis), así como sus acciones (enérgeiai), movimiento (kinesis) y utilidades (Khreiai) (95). La anatomía -que en la medicina griega y especialmente en Galeno fue siempre anatomofisiología salvará a la medicina de la especulación (96). Y ésa fue una de las razones de la incansable y continua tarea disectiva de Galeno (97). No es una casualidad que centrara su más genuina tarea disectiva en los nervios, que suponían la manifestación morfológica de la lógica inserta en la naturaleza de los cuerpos concretos. El carácter continuo de los nervios y la relación que su trama establece entre las distintas partes del cuerpo dieron base a los más espectaculares diagnósticos de Galenos. La
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(92) P. LAÍN ENTRALGO, medicina hapocrática, pp. 247-248.
(93) De dzf pulsuum 2.6: VIII, 601.
(94) Ibid. 2.7: VIII, 615.
(95) Deloc. aff l . l : V I I I , 16.
(96) De plac. Hipp. et Plat. 2.3: V, 220.
(97) GARCÍA BALLESTER, L. (1972) Galeno en la sociedad y en la ciencia de su tiempo, Madrid,
páginas 81 y 202: ((Partir de considérations spéculatives (logihi hyponoiai) et négliger
i'anatomie, c'est s'exposer a des contradictions et a des erreurs multiples)). MORAUX,
P. (1976) Galien et Aristote, en Images of Man in Ancient and Mediaeval Thought. Studia
Gerardo Verbeke ..., ed. cur. F. Bossier et al., Leuven, p. 131.
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anatomía -en cuanto sirve al diagnóstico- es la expresión morfológica del logos, de la razón, inserta en la Naturaleza, Physis. El médico, en cuanto disector, es el encargado de hacerla patente. La anatomía y fisiología serán una ayuda básica para el médico práctico (98).

Laín (99) ha llamado al procedimiento diagnóstico de Galeno ((diagnosticar per essentiam)); es decir, según lo que el proceso morboso descrito es -o parece ser- en sí mismo. El médico diagnostica según lo que el proceso morboso descrito es -o parece ser- en sí mismo; según la presunta consistencia real de la enfermedad en el cuerpo del enfermo.

El radical optimismo del patólogo Galeno le lleva al convencimiento de que al final de su razonamiento diagnóstico se encuentra con la propia esencia de la enfermedad. En esto residía, sin duda, su jactancia (100), tantas veces puesta de manifiesto los historiadores. La patología de Galeno es esencialista y la categoría que en ella domina la de sustancia.

El proceso morboso es un ente real que la mente científica del médico es capaz de conocer en su misma essentia.

El resumen de la historia clínica que vamos a exponer a continuación puede ser el siguiente: «La sensación dice que los dedos de la mano están enfermos, pero la lógica, apoyada en la disección, nos permite conocer la relación existente entre la médula y los territorios inervados por sus raíces nerviosas. Eso nos conducirá al diagnóstico científico”.

Pero veamos el caso clínico que ejemplifica el concreto método diagnóstico expuesto hasta aquí. «Una persona -explica Galeno- tenía un medicamento aplicado en tres dedos de la mano. Me contó que al cabo de treinta días había perdido la sensibilidad de esos dedos, conservando completo, en cambio, el movimiento.

Los medicamentos empleados no le habían producido mejoría alguna. Entonces apliqué el método que tengo por costumbre seguir en estos casos. Llamé al médico que le había tratado los dedos y le pregunté qué medicamento había empleado. Encontré que los medicamentos eran adecuados e indagué por qué el enfermo no había logrado ningún alivio. Para ello le interrogué sobre los síntomas anteriores. Me respondió que su enfermedad no había sido precedida ni de inflamación, ni de frío, ni de golpes, y que la sensibilidad le había ido desapareciendo poco a poco.))

((Lleno de asombro, le pregunté si no habría recibido un golpe en alguna parte situada más alta que el lugar donde tenía el mal. Me contestó que en ninguna parte del brazo, pero sí en la parte superior de la espalda.
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(98) EDELSTEIN, L. (1967) Ancient Medicine. .. Selected papers ed. by 0. and C. L. Temkin. Baltimore, pp. 370-37 1.
(99) LAÍN ENTRALGO, P. (19 6 1) la historia clínica. Historia y teoría del relato patológico, 2ª ed. Barcelona, p. 49.
(100) De loc. afl 3:4: V111, 145-146.
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Continué preguntándole cómo y cuándo había sido golpeado. Su respuesta fue que, camino de Roma, se cayó del carro poco antes de que sus dedos comenzasen a verse afectados; por ello conjeturé que, a consecuencia del golpe, había una inflamación en el lugar en que el nervio sale tras la séptima vértebra cervical, contrayendo una enfermedad esquirrosa.
Ese fue mi razonamiento, pues sabía a ciencia cierta por anatomía que los cordones nerviosos cuando salen del cerebro tienen circunscripción propia ... Así, la porción inferior del último de los nervios salidos del cuello se dirige a los dedos pequeños, distribuyéndose por la dermis que les rodea y además por la mitad del dedo medio. Precisamente lo que más asombraba a los médicos era que la mitad del dedo medio aparecía afectado. Eso fue lo que me confirmó en la idea de que sólo había sufrido la parte del nervio que se dirigía a los dedos indicados.))

((Ordené quitar los medicamentos aplicados en los dedos y los coloqué precisamente en la parte de la espina dorsal donde se encontraba el origen del nervio afectado. De ese modo, los dedos de la mano se curaron gracias a la aplicación de los medicamentos sobre el raquis, lo cual pareció sorprendente y extraordinario a quienes lo vieron)) (101).

Con este tipo de diagnóstico Galeno pretende ((buscar los lugares afectos que escapan al sentido del tacto y de la vista)) (102). El punto de partida será la exploración sensorial con la ayuda del interrogatorio, pero todo ello no sería nada si la mente del médico no le aplica su razonamiento. Por ejemplo, el pronóstico de una próxima evacuación del bajo vientre en Eudemus, como fase final de su proceso, lo obtuvo Galeno tras un proceso racional de eliminación, no por inferencia directa tras la toma del pulso del enfermo, como con escándalo creyó el médico Martianus (103). Para diagnosticar hay que,observar y razonar. De ahí su crítica a los médicos que proceden alogos y askeptos (104). Por el razonamiento, el médico es capaz de ir más allá del limite establecido por el contacto con el enfermo. En este sentido criticará a los médicos empíricos, empeirikoi, contraponiendo al, pronóstico basado en la pura práctica, ekparas, preconizados por éstos, el obtenido por razonamiento ek methodou logikes (105). En otro texto paralelo dirá: ((Los que sin razonar, aneu logismou, Se atienen sólo a la práctica, diapeiras, se turban en los casos raros, no teniendo presente más que los casos que han visto a menudo y en las mismas circunstancias» (106).
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(101) Ibid. 1.6: VIII, 56-58.
(102) Ibid. 6.2: VIII, 389.
(103) De patcognit. 4: XIV, 620.
(104) Ad Glauc. de meth. med. 2.2: XI, 79.
(105) In H@ Epd lib. I comm. 1.1: xvIII1, 24.
(106) Deloc. afl 5.8: VIII, 371.
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Ello no quiere decir que los componentes del binomio razonamiento experiencia sean excluyentes. En la práctica médica ambos actúan y se complementan. Esta problemática la vio Galeno, según él nos cuenta (107), cuando era joven, y, por tanto sin experiencia, (guiado sólo por la razón)); pero le faltaba ((la larga experiencia)), he makrapeira (108), que sólo el contacto con los enfermos durante años le proporcionaría. En la habitual consulta médica en la que se desenvolvía el médico práctico eran manejados ambos componentes. Al comentar un episodio en la enfermedad de la mujer de Boethus, dice Galeno: «Pero ni pudimos encontrar nada por razonamiento (ek logismou), ni nuestra experiencia (ek peiras) nos sugirió nada mejor)) (109).

Luego veremos el papel importante que la experiencia jugará en la realización práctica del diagnóstico por razonamiento y, desiderativamente, localizatorio.

Hay un aspecto básico del diagnóstico al que sólo tenemos acceso por el razonamiento deductivo, apodeixis (1 10). Ello significa que en la propia estructura del diagnóstico racional y localizatorio o regional hay partes conjeturales. Pocas enfermedades hay que permitan un diagnóstico preciso, akribos; la mayor parte de ellas tienen un diagnóstico conjetural, stokhastike diagnosis (111).
Vamos a intentar analizar en este contexto la estructura del diagnóstico conjetural, para ver a continuación lo que la experiencia significó para Galeno como médico práctico.

Lo que Galeno llamó (diagnóstico cientifico», epistemonike diagnosis, es aquel que integra la experiencia sensorial, el saber anatomofisiológico y el ejercicio inductivo de la razón, en el sentido que dio Aristóteles a este proceso lógico. Ahora bien, esta forma de diagnosticar implica que el razonamiento del médico se apoye en unos síntomas que manifiesten ((claramente la propiedad de la sustancia afectada (1 12). Son síntomas, symptomata, que además de adquirir el valor clínico de signos, semeia, para el médico, se convienen en ((signos probatorios)), syllogistikon serneion (113). Estos signos, que se correspondería ni con los tekmeria (107) san. tuenda 5.11: VI, 365.
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(108) Zbid.
(109) De praecognit. 8: XIV, 642 (NUTTON, V., o$. cit., pp. 1 12-1 13).
(110) De loc. a$ 3.1 1: WII, 200-201.
(111) De san. tuenda. 5.1 1: VI, 365.
(112) De loc. aff. 1.1: VíII, 18.
(1 13) Zn H@ de acut. morb. victu 1: XV, 4 19; Zn H@. prognost. comm. 111. 39: XVIIIl2, 307. En
este último texto Galeno expone la diferencia entre semeion como ((signo indicativo)) con un claro valor clínico, y tekmerion que sería el ((signo probatorio)) resultado de la inferencia diagnóstica hecha por el médico.

hipocráticos, se han de poner en relación con la totalidad de los restantes signos, con el curso total de la enfermedad y con la totalidad el organismo del enfermo; también deben conectarse con el hábito y costumbres del enfermo, estación del &o, lugar que habita. Con todo ello -y, por supuesto, sobre la base de, la anatomía y fisiología-, el médico obtendrá conclusiones coherentes. Otra cosa es que se ajusten o no a la realidad del proceso diagnosticado, tal corho lo vemos desde la medicina y conocimientos biológicos actuales. Lo importante es que el médico -Galeno en nuestro caso- por una inferencia diagnóstica ha convertido el semeion -«signo indicativo)) y, por tanto conjetural- en «signo probatorio)), syllogistikon semeion (1 14), posibilitando de ese modo la estructura básica del diagnóstico ((científico)). El médico experto, el tekhnites, al ver uno de los síntomas que indiquen, a la vez, la enfermedad y el lugar efecto, será capaz de encontrar otros bastante numerosos, que deriven los unos necesariamente, los otros frecuentemente, del lugar afecto y de la enfermedad)) (115). Experiencia sensorial y razonamiento llevarán a Galeno a procurar un diagnóstico que le permita conocer la enfermedad en sí misma y el lugar sobre el que asienta.

Ahora bien, Galeno como Médico práctico, sabe que no todo lo que acontece a los enfermos tiene un origen necesario ni es posible establecer un pronóstico cierto (1 16) y que en la estructura del diagnóstico hay un importante componente conjetural (1 17). En estos casos, el médico pone en práctica, no una conjetura arbitraria, sino la que resulta de la puesta en práctica de su saber médico, de su tekhne iatrike. Es la conjetura que Galeno llamó teknikos stokhasmos y que podríamos traducir en este contexto por ((conjetura médica». Este tipo de conjetura está situada entre el conocimiento exacto -la medicina del médico práctico no es, decimos todavía hoy, una ciencia exacta- y la más completa ignorancia (1 18). Ello hace que el diagnóstico así obtenido pueda ser rectificado, «pues este es precisamente el significado (dynamis) de la conjetura médica)) (1 1 9).

Recordemos lo que anteriormente dijimos sobre la necesidad que el médico práctico tenía de determinar la magnitud (poson, pelikos) de la fuerza de la enfermedad y de la naturaleza del enfermo, con vistas al diagnóstico y pronóstico de éste. Son realidades cuyo conocimiento es necesario al buen clínico, pero que «no se pueden describir ni explicar con palabras)) (1 20). La precisión para juzgar esa magnitud se adquiere con la práctica (tribe), el adiestramiento y el continuo trabajo (ergon) con los enfermos (121).
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(114) In H$p. Prognost. comm. 111. 39: XVIIII2, 307.
(1 15) De loc. afl 5.8: VIII, 366.
(1 16) De const. art. med. ad Patroph. 17: 1, 290.
(1 17) De san. tuenda 5.11: VI, 365.
(1 18) De loc. afl 1 . l : VIII, 14.
(1 19) Ibtd. 3.4: VIII, 145.
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Todo ello será necesario para conseguir un diagnóstico que merezca, al mismo tiempo, el calificativo de científico. Galeno rechazará con fuerza el que sus diagnósticos y pronósticos sean debidos al puro azar (Rata tykhen) y menos a la mántica (122). Muy explícitamente dirá que tienen su fundamento en el método médico, el theon'as iatrikes ginointo
(1 23).

Por todo ello, el razonamiento que opera en el diagnóstico galénico no es una pura construcción de la mente, sino que tiene una relación constante con la experiencia (empeiria).

«Es fácil -nos dirá Galeno- conocer las inflamaciones de las partes visibles del cuerpo; no lo es el de las partes escondidas y de las que surge la fiebre. Tal diagnóstico (diagnosis) me parece exigir un juicio muy fino y experiencia con la naturaleza de las partes. Nos la suministra, a la vez, la disección anatómica y el conocimiento exacto (akribes episteme) de las acciones y de las utilidades)) (124).

Una experiencia, pues, que engloba los conceptos de tekhne y episteme: ésta daría un conocimiento de la naturaleza y de la enfermedad, aquélla permitiría poner en práctica estos conocimientos en (el ejercicio médico diario. De este modo, ciencia y técnica (arte) quedarían imbricados en el diagnóstico galénico (1 25).

Pero la propia experiencia en clínica tiene limitaciones. Galeno se encuentra, en ocasiones, ante enfermedades desconocidas para él, de las que no ha tenido nunca experiencia. En efecto, ni sus maestros las han curado ante él, cuando era joven, ni ha leído nada sobre ellas. Iqué hace Galeno entonces? Busca dos cosas: por una parte, si hay algo escrito que él no hubiera leído, para lo cual se lanza a su búsqueda por bibliotecas y librerías; por otra, pregunta a los colegas más viejos. Al
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(120) Ad Glauc. de meth. med. 1.9: XI, 3 1.
(121) Zbd. 1.9: XI, 31-32.
(122) De praecognzt. 5: XIV, 625.
(123) Zbid.
(124) Ad Glauc. de meth. med. 2.1: XI, 77-78.
(125) En este sentido verificamos, desde el punto de vista del diagnóstico médico y de la actuación de Galeno como médico práctico, la afirmación de Temkin de que «in antiquity this break was never complete within the medical profession)), TEMKIN, O, (1977) Greek Medicine as Science and Craft, en The Double Face ofJanus and Other Essays in the Histor of Medicine, Baltimore-London, p. 152.
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mismo tiempo no renuncia al propio razonamiento ni a la aplicación de sus supuestos doctrinales, básicamente humoralistas. Es así como intentó resolver el caso de un enfermo afecto de pérdida de memoria y que él no logró diagnosticar (126).

El médico, mediante el razonamiento, podrá conjeturar un tipo de enfermedad que afecte a las partes internas, por ejemplo el pulmón, comparando la semejanza entre las materias expulsadas -supuestamente procedentes del pulmón- y «las que se ven en las partes externas corroídas por un humor que las corrompe)). En este caso, es posible cauterizarlas o extirparlas. nada de esto es posible en el pulmón. «Todos los enfermos, comenta Galeno, murieron)) (127). Tendrán que pasar muchos siglos todavía, y haber por medio una ((revolución copernicano en el método del médico clínico, para que éste no recurra a la analogía como método diagnóstico. Sólo cuando el clínico se acerque al enfermo con los datos obtenidos en autopsias anteriores, podrá «ver» el interior del cuerpo (128). Pero esto no ocurrió en la medicina griega. La utilización de la analogía en el diagnóstico por parte de Galeno no es sólo expresión de la limitación que todo clínico experimenta ante el enfermo concreto, sino algo más profundo que afecta a la estructura misma del diagnóstico científico preconizado por Galeno. La analogía la convierte en criterio de verdad. La analogía como procedimiento heurítico aplicado al diagnóstico marca la fioera epistemológica entre la concepción científica deldiagnóstico galénico y la nuestra (129). Es sabido que la regla esencial delmétodo de la analogía consiste en construir mentalmente un objeto inaccesible a la observación -en nuestro caso la enfermedad- alojada en las partes internas y que es necesario diagnosticar-, mediante el examen de otro objeto accesible a ella (130). Galeno recurre a realidades de la vida cotidiana (variaciones en la tensión de las cuerdas de la lira
(126) De loc. afl 3.5: VIII, 147 ss.
(127) Ibid. 4.1 1: VIII, 291.
(128) Los médicos del Hospital de la Charité de Paris (Corvisart, Bayle, Laennec) convirtieron la lesión en el elemento central de todo su sistema médico y refirieron todos los distintos síntomas clínicos a esa lesión. El objeto del diagnóstico fue, pues, reconocer en el enfermo vivo los cambios patológicos que se observan en los órganos durante la
autopsia. Véase LAÍN ENTRALCO, P., La historia clínica, pp. 229-259;
E. H. (1967) Medicine at the Paris Hospital 1794-1848, Baltimore, 1967, páginas 83-99.
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Estoy de acuerdo con Joly cuando afirma: ~L'hypotheses cientifique d'aujourd'hui n'a rien a voir avec une analogie; elle ne veut pas expliquer un fait concret, mais inaccessible, par un autre fait concret accesible, mais souvent d'un tout autre ordre; elle est l'explication théorique et provisoire de tous les faits concrets connus et appartenant au meme ordre de réalité)), JOLY, R. (1966) La niveau de la science hippocratique. Contribution a la psychologie de l'histoire des sciences, París, p. 74.
(130) El método analógico en la antigüedad fue descrito por RECEN-ROCEN, 0. (1930)

por la humedad o sequedad ambiental, desecación del cuero por el sol o el fuego, repiqueteo del martillo tras el primer golpe en el yunque, movimiento oscilatorio de una rama hasta adoptar su primitiva posición tras tirar de ella y luego soltarla, etc.) (131) y también, en ocasiones, a hallazgos casuales en autopsias de animales que traslada por analogía al hombre. Veamos un par de ejemplos muy significativos.

El primero está en relación con el intento de Galeno de explicar el mecanismo de las convulsiones desde sus supuestos humoralistas y de la teoría de las cualidades contrapuestas. Da por sentado que las convulsiones están en relación con la acción de los nervios, y dice: «Para un hombre que ha visto cuerpos nerviosos, como son las cuerdas de la lira, tensados tanto por la krasis desmedida del aire ambiente que llegan a romperse, no es difícil imaginar que la misma situación (diathesis) se produce en los nervios de los animales. En qué condición el aire se ve a las cuerdas tensarse y romperse? Cuando es muy seco o excesivamente húmedo. De este modo, la humedad, al penetrarlas, las hincha considerablemente y como consecuencia se distienden. La sequedad al actuar como el sol que contrae el cuero al desecarlo, tira de las cuerdas y las tensa. Asimismo las correas desecadas por el fuego se retraen y aprietan. Conocido ya esto, no es difícil descubrir en las personas afectadas por convulsiones, si su enfermedad (pathos) resulta de la sequedad..., o si es resultado del exceso de humedad)) ( 132).

El segundo ejemplo que queremos ofrecer es el que traslada al diagnóstico de enfermedades humanas hallazgos casuales de autopsias de animales. Al mismo tiempo es un ejemplo muy bonito de la capacidad de observación de Galeno y de la imaginación, que está en la base del método analógico. Hablando de las enfermedades cardíacas dice:
((Otro síntoma es el pálpito del corazón, que se produce solo o bien acompañado con alguna indicación de que el corazón se mueve en líquido. Y nada tiene de asombroso. el que eventualmente se acumule un volumen tal de líquido en el manto que envuelve el corazón que le dificulte los movimientos. En efecto, en el caso de animales a los que se les hace la disección vimos muchas veces un líquido abundante. similar a Eine Forschungsmethode antiker Wissenschaft. Stuúien zur Geschichte der Mathernatik, 1, 13 1-182 (Rpr. en Kleine Schriften. München, 196 1). Véase la acertada crítica de Joly a Regenbogen cuando éste interpretaba la analogía en la antigüedad como la fase embrionaria e imperfecta de la moderna hipótesis científica Op. cit., pp. 73-75. LAÍN ENTRALGO, P., hace un lúcido análisis de este problema en los escritos hipocráticos, que nos ha sido de gran utilidad (La medicina hipouática, p. 92).
(131 Galeno recurrih a las dos últimas analogías para explicar las características del pulso dicroto (dikrotos). De difl. Dulsuum 1.16: VIII, mY-541.
(132) De loc. afi: 3.8: VIII, 17 1-1 72. El subrayado es mio.

la orina, en el pericardio. En una ocasión, un mono que iba enflaqueciendo paulatinamente, no tuve tiempo de hacerle la disección debido a ocupaciones inexcusables. Pero una vez que murió, todas sus restantes partes estaban sin afección, pero se encontraba adyacente a su manto pericardial un bulto pretrnatural que contenía líquido similar al líquidode las hydatides.~ Así pues, es verosímil que también en los hombres ocurra algo semejante)) (1 33).

La importancia que Galeno atribuyó al diagnóstico por razonamiento fue una de las grandes puertas abiertas a la especulación en medicina. Pese al rechazo explícito de la dialéctica por la dialéctica -«cosa propia de sofistas)), como el mismo dice (134)- y su recurso continuo a la anatomía y a la experiencia, su concepción de éstas como manifestación del logos inserto en la naturaleza y el abuso del mecanismo lógico le hicieron incurrir en casos de barroca especulación diagnóstica.

Galeno no desconoce los hechos que le brinda la observación, pero cuando se trata de entender racionalmente lo que observa, no vacila en plegar los hechos al a priori de su interpretación. Entre lo manifiesto a los ojos y lo patente a la razón, Galeno, cuando llega el caso, opta por lo segundo. En este sentido, la experiencia sólo resulta convincente para él cuando es capaz de interpretarla desde las premisas de su propia teoría. Por ejemplo, ante la aparición de pus en la orina, nuestro médico no descarta la posibilidad de que un absceso pulmonar evacúe por los riñones. Galeno no pierde el aplomo al explicar el razonamiento (logismos) seguido para el diagnóstico de este caso, que él mismo dice que aparece «rara vez)) (spanzos): «La arteria lisa del pulmón (vena pulmonar) puede conducir al ventrículo izquierdo del corazón todo el pus que recibe del absceso pulmonar roto; ese pus desemboca en la aorta y de allí pasa a los riñones para descender, por último, a la vejiga)) (135).
En este caso, los logros anatomofisiológicos de Galeno en el aparato urinario, que tan importante baza a su favor supusieron en la polémica con Erasístrato y sus discípulos, no le brindan un diagnóstico realmente espectacular. Esta será una de las herencias negativas para la medicina posterior, especialmente a partir de mediados del siglo cuarto en que Galeno se convirtió en la gran autoridad médica (136).

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(133) Zbid. 5.2: VIII, 303-304. El subrayado es mío.
(134) Zbid. 1.6: VIII, 56; De dzff pulsuum 4.17: VIII, 763.
(135) De loc. nff: 6.4: VIII, 412-413.
(136) TEMKIN, O., Greek Medicine as Science and Craft, en The Double Face of Janus, p. 152.




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