domingo, 10 de abril de 2016

Mi primera comunión cristiana

Mi primera comunión cristiana

En el mes de Junio de 1955 hice "La Primera Comunión" en La iglesia de Santa María de Lugo de Llanera.

Días antes recuerdo una muy fuerte discusión entre mis padres.

Mi madre le mostró a mi padre el libro de misa, de nácar dentro de una caja azul con corona dorada.

Refiriole que la había traído "su padrino".


¿Y a Paquin?, le preguntó mi padre. Hoy viene Maruja y le trae ropa y todo.

Ni lo que le trajo ni lo que le teaerán. Los dos van vestidos iguales y como todo el mundo. Sino no van, que tampoco lo necesitan. Mañana vas a Botas con los dos y los vistes iguales, de arriba a bajo. Sin crucifijo y sin misal. El traje de marinero que es como va todo el mundo. Los zapatos lisos y negros.

¡Como voy hacer eso si Maruja dijo que ya se lo tenían comprado al chiquillo!


Lo dicho. Y ella que venga vestida nornal que sino no vá a la misa.


Así de hizo, al dia siguiente, bien temprano fuimos los cuatro a Botas. Mi padre supervisó la compra. Yo dije que me quedaban bien los zapatos de charol, aunque me apretaban.

No, esta corbata de la manga, no. Es que el traje la lleva, le respondió, sin haberle preguntado, el vendedor. Dije que no. Haga lo que diga y responda si se le pregunta. Manuel, deja que lo lleven, como todos. Dije que no; mis hijos  no son maricuelos.


¿y esto?. Son los crucifijos. No, una medalla.


Así fué. Al dia siguiente, así compuestos fuimos todos: padres, hermana y las tías. Nos llevó el taxi de "Luisito el camarero" de Posada de Llanera que esperó a que todos los chiquillos comieran el chocolate con churros tras la misa.


Augusto, ¿no te confesaste?, me dijo el cura. Si, Don José, en el colegio. Apretó los labios y me puso la ostia en la boca tras pedirme con ella en la mano que abriese más. Estaba seca y se pegaba entre el paladar y la lengua.


Tras terminar la ceremonia Don José me cogió por la oreja y me dijo: ¿viniste en ayunas?.Con la cabeza asentí.


El abuelo llegó cuando estábamos en el chocolate. Se acercó a mi: ¿donde está el crucifijo?. Se lo dí a mi madre. ¿Comulgó tú padre?. No.


Al terminar se zanjó la discusión: ¡vamos como vinimos!


A nosotros nos dio un duro de papel doblado. Un beso. Y no recuerdo si me dijo más.


Tardé tiempo en saber lo peculiar de mi familia. Bueno, aún no abarco a saberlo.

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