viernes, 23 de agosto de 2019

Con 73 años hay que ir hablando.


Tengo 73 años y, por ello, tengo que regular mis propiedades para evitar violencias, como ha sido habitual en mi familia.

Solo mi padre y madre han sabido de mi vida. Solo ellos.

En 1967 yo no conocía a mujer alguna.

En esr año, conocí a María, nieta de Antonio, hermano de mi abuelo que, habiéndose concebida y gestada en Oviedo, fue nacida en Monterey-México.

En 1967, su nieta María, estudiando Ciencias Exactas en UCLA donde su padre, de origen húngaro, ciudadano USA, arquitecto, era profesor.

Allí me matricularon y registré la propiedad de dos patentes que se pasaron a propiedad de una Fundación.

[ ] Tras concebir y gestar conmigo un futuro, en 1968 María pasó a Físicas. Al nacer, la Fundación pasó a ser propiedad de la pareja de nacidos.
[ ] Concebido y gestado, en 1968, fue nacido primero Martín. Nacidos los tres fue cuando se dio en propiedad a los mismos la Fundación.
[ ] En 1984, tras la muerte de Federico, la Fundación recibió una tercera patente.
[ ] Desde entonces los bienes recibidos por la Fundación tenía la prohibición expresa de hacer uso de sus bienes hasta que yo muriese.
[ ] A partir de 1969 tuve dos hijas que no podían participar de la Fundación hasta después de morir yo, ya que para ellas tenía que hacer una propiedad específica que compartirían con una tercera persona después de morirme yo. Si la muerte fuera violenta Martín dispondría.
A día de hoy la Fundación tiene liberadas sus tres patentes que en 50 años han generado 3750 m de dólares.

La segunda Fundación está en desarrollo con un valor estimado equivalente a la anterior. A cargo de esta se encuentra mi sobrino de hermana Augusto.

Ninguna de las dos fundaciones podrá cederse a estructuras bélicas, solo social. El cumplimiento de este mandato queda en manos de María y de Martín Malin, antropólogo y etnólogo prohijado por Maria y por mi a la muerte de su madre amiga de María.

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