jueves, 21 de marzo de 2019

Se tiene sed, hambre y frío. En espera de la explosión, las hienas expectantes.

La gente pasa sed, hambre y frío. Mientras, los niñatos pretenden hacerse con el tesoro del Estado y no en hacer posible la vida, la salud, o bienestar.

Hay que tener en cuenta la causa de estos efectos y, las consecuencias de estos efectos.


Sergio de Chessin
La locura roja
(Aspectos y escenas de la revolución rusa
(1917-1918)
Capítulo Primero
La semana revolucionaria

Los primeros síntomas de agitación popular se manifestaron durante la tarde del jueves, día 8 de Marzo de 1917.
A juzgar por las apariencias, Rusia daba entonces la impresión de hallarse muy lejos de sufrir una sacudida capaz de dar al traste con un régimen milenario. De los barrios obreros de Petrogrado brotaba un solo grito, ensordecedor y unánime: “¡Pan! ¡Queremos pan!” Enormes muchedumbres formaban cola ateridas de frío, soportando las ráfagas del cierzo invernal, ante las puertas cerradas de las panaderías. Los economistas esforzábanse inútilmente en explicar con harta seriedad las causas ocasionales de la carestía: las copiosas nevadas, la falta de carbón, el tráfico intensivo de las vías férreas por los servicios militares. A pesar de todos los razonamientos, el hambre era un hecho,: hambre atroz, implacable, que desgarraba las entrañas de medio millón de obreros, guarecidos en los barrios bajos de Petrogrado y envueltos por las densas humaredas de las fundiciones.
Poco a poco, en voz baja, comenzaron a circular alarmantes rumores: la fábrica de Putilof cerraba sus talleres; seiscientos obreros habían sido detenidos; se estaban llevando a cabo innumerables indagaciones, con una brutalidad sin precedentes. La multitud, como siempre pasiva, empezó por demostrar su indignación abandonando el trabajo, sin ninguna violencia, declarando la huelga general en fábricas y talleres. Era el mismo procedimiento  indirecto que ya había servido, en Octubre de 1905, para arrancar del régimen imperial, paralizado por las clases obreras, las primeras concesiones vergonzantes.
“¡Pan!” ¡Queremos pan!...” Al día siguiente, 9 de Marzo, un grito enloquecedor desbordaba por las grandes arterias de Petrogrado.
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