viernes, 22 de marzo de 2019

¿Quién cree en el amor que mueve el sol y las demás estrellas?




LA BRÚJULA EUROPEA ANÁLISIS 

¿Quién cree en el amor que mueve el sol y las demás estrellas?

Democracia y Estado de derecho son la auténtica fuerza motriz de la UE. Algunos políticos luchan por ella hasta las últimas consecuencias; muchos otros, según las circunstancias

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, llega el miércoles a la reunión del Partido Popular Europeo en Bruselas.
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, llega el miércoles a la reunión del Partido Popular Europeo en Bruselas.  AP
Al final de su extraordinario viaje a través de todos los sentimientos humanos –todas las virtudes y todos los defectos-, Dante concluye La Divina Comedia con un memorable verso que define Dios en la mirada del poeta cristiano: el amor que mueve el sol y las demás estrellas.
En tiempos convulsos como los nuestros -que multiplican la seducción de la superficialidad, el riesgo de la volatilidad y la inconstancia- conviene hacer caso a la lección del poeta y preguntarse por cuáles son las fuerzas motrices primigenias reales. En el caso de la Unión Europea, no hay duda posible: el Estado de derecho, las libertades, el pluralismo, la pulcritud democrática.
Esta semana ha estado marcada por dos episodios relevantes en este ámbito. Los Gobiernos de Alemania y Bélgica han abanderado un intento de establecer una suerte de mecanismo de estabilidad y calidad democrática que se inspira en el más terrenal mecanismo de control fiscal de la zona euro. El proyecto instituiría un control generalizado y periódico del respeto de los fundamentos democráticos en los países miembros de la UE. Los dos Ejecutivos sostienen contar en el emprendimiento con un elevado número de apoyos entre sus socios europeos. Sin embargo, es realista pensar que muchos evitarán remar en esa dirección y varios, directamente, pondrán zancadillas. Habrá que ver.
Por otra parte, tras años de llamativa tolerancia, el Partido Popular Europeo decidió suspender de sus filas a la formación del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, autoproclamado líder de las democracias iliberales. Los dirigentes del PPE esgrimen haber tomado –al fin- medidas; los demás comunes mortales tienden a pensar que no tuvieron la integridad de dar el paso sustancial: la expulsión definitiva.
En cambio, una rápida mirada a los últimos compases políticos europeos detecta varios gestos de apego a valores de decencia democrática con cierto vigor: la decisión de Alemania de cortar la venta de armas a Arabia Saudí; la firme embestida de la Comisión Europea que obligó al Gobierno polaco a revertir su polémica reforma del Tribunal Supremo; o el desgarro de Annie Lööf, líder del partido de Centro en Suecia, que decidió romper filas con su coalición electoral conservadora para impedir que la ultraderecha tuviese influencia en su país y permitiendo un gobierno socialdemócrata. Un gesto que reafirma la sólida tradición de cordón sanitario a la ultraderecha vigente en países como Alemania o Francia (aunque en este último la derecha moderada se esté mimetizando cada vez más con el lepenismo).
PRINCIPALES ACTIVOS DE LA UE
En %. Los encuestados pueden elegir dos opciones
Fuente: Eurobarómetro (Comisión Europea) 
Siendo encomiables esos gestos, es evidente que no hay suficiente para satisfacer a los amantes de Locke, Montesquieu y compañía. Abundan los casos de dirigentes que se tapan la nariz, miran para otro lado o levantan el volumen de la música para no oír el fondo, porque no conviene. Especialmente en materia migratoria, tras el gran gesto de apertura de Angela Merkel con los refugiados sirios, se ha afirmado una política de rebote sistemático que no encaja muy bien –por decirlo suave- con la noble aspiración de ofrecer refugio a quienes huyen de guerras o de persecución en razón de sus orientaciones políticas o sexuales.
Por supuesto, las preocupaciones más inmediatas de la ciudadanía tienen a que ver con los puestos de trabajo, los servicios sociales, la seguridad. Pero conviene no subestimar la importancia de los valores fundamentales en la mirada de los ciudadanos.
Una encuesta del Eurobarómetro de finales de 2018 daba un resultado quizá sorprendente para algunos. Preguntados por cuál es el mayor activo de la UE, los 27.000 encuestados optaron en primer lugar por “el respeto de la democracia, del Estado de derecho y de los derechos humanos”. Solo después vinieron conceptos como “la potencia económica, comercial e industrial” del conjunto o “el nivel de vida de los ciudadanos europeos” (aunque, si se desglosa por regiones, estos últimos dos valores son dominantes en el Este).
PRINCIPAL ACTIVO DE LA UE POR PAÍSES
Respuesta más mencionada en cada país (% de respuestas)
Fuente: Eurobarómetro (Comisión Europea) 
En un panorama en el que, bajo regímenes autoritarios, nuevas grandes potencias prosperan (China); viejas potencias recuperan protagonismo (Rusia); y en el que, dentro de Occidente, proliferan los dirigentes que, sin cuestionar la democracia per se, desgastan atributos esenciales de la misma como el respeto de las minorías o la independencia de los poderes, cabe sospechar que la respuesta correcta no es la contemporización o mimetización en nombre de la realpolitik o intereses partidistas, si no rechazo valiente y frontal. Es posible que esto cause inconvenientes o derrotas puntuales. Pero es probable que lo contrario cause inconvenientes y derrotas duraderas. En cualquier caso, hay gloria en el combate por los valores, y hay motivos para confiar en el apego de la ciudadanía europea al amor que mueve el sol y las demás estrellas en el cielo europeo: los valores fundamentales.
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