viernes, 1 de marzo de 2019

Dalí, Kandinsky, Yo, dios, Θείον

El dinero, la confianza, se gana, no se tiene.
En febrero de 1962, el abuelo me visitó en el Instituto. Se acompañaba de mi padre adoptivo. 
Nos reunimos en el café de siempre.
Mi padre nos acompañaba porque yo no tenía firma en un banco.
Me dijo, Augusto, me van a matar. Lo han intentado muchas veces y no lo han conseguido. Esta vez lo van a conseguir porque no lo voy a evitar. Voy a Madrid, deseo que me maten donde mataron a Amalia y a Josefa, tu abuela y tía, mi mujer y nuestra hija.
Allí me dio un reloj Festina de oro y un anillo para el meñique con una piedra azul. Tu padre no los quiere por ser ostentosos. A mi me los dio mi madre por ser de mi padre.
Me dijo que me dejaba 2.375.000 pesetas. Dos millones que, junto al reloj y el anillo, y tres casas escrituradas a nombre tuyo y de tu padre, están depositadas en la banca x en Basilea. Cuando tenas veintiún años, tu padre dejará solo a tu nombre. Quiero que hagas con ello lo que desees.
Las 37.500 quedan para ti en el banco Herrero a nombre de tu padre.

Las acciones de las que dispongo están a nombre de tu padre, junto con unas propiedades. Él dispondrá como y cuando quiera. Tiene depósito en el Banco Madrid, lo dicho y las joyas de la abuela. Están allí por ser donde sus enemigos, que son los míos, los tuyos y tus descendientes varones, no se lo pueden imaginar.

Solo nosotros tres sabemos de lo dicho. Nadie más lo sabe. Sé que ninguno de los tres lo dirá a nadie, solo lo deberán saber tu hijo varón mayor.

Comimos con Federico y hablamos hasta después de merendar. Fue a despedirse de mi madre y lego los tres dormimos en Villabona. Todo el fin de semana estuvimos hablando. El lunes, desayunamos en Oviedo y nos despedimos. Él se marchó solo en el coche. Mi padre lo acompañó hasta León, regresando en tren al día siguiente.

No lo volví a ver. Me enteré que habían profanado su cuerpo para hacerle ADN. No me dijeron nada los profanadores que se consideraban con derecho.

Esta información está en poder de quien corresponde.





Si en mi buscas abrigo, te morirás antes de encontrarlo. Llevas en ti una lámpara tan tenue en su intensidad que te permite apreciar la aurora en tus narices y, pretendes hacerlo del ocaso.

No es el trueque útil alguno para quien no tiene nada.

Yo, que soy dios, no tengo nada. Yo, soy quien no tiene movilidad. No busques a dios, aquello que no se mueve, soy tan pedante que te hablo para ser no oído. Así, te vuelvo a decir, soy tο Θείον, para que no sepas de mi.

Por ser dios, por ser aquello que no se mueve, no busques en mi confianza, que voy a funcionar  -te.

Si buscas dinero, confianza, en mi, no lo hagas, soy dios, el inmóvil.

Cuando huiste de mi lo ha sido por sentirte vejado, al darte aquello que  no era trueque alguno con tu valor.

Cuando llegaste a mi lo ha sido para impedir que te robase la capa que cubría tu precioso cuerpo móvil. No sabías que por ser móvil nada tienes conmigo, dios, o sin movimiento.

Te he dado aquello creado con mis manos sin movimiento, el carro de vacas. No es tuyo, que calzas zapatos y te haces visible, por no ser dios.

Para conducir un carro de vacas tienes que calzar madreñes que, por tu minusvalía te discapacita en el uso de las mismas. 


Resultado de imagen de el huevo cósmico.jpg dali
Dalí

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Kandinsky

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Yo, dios, Θείον



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