Orestes, oh mi Orestes, orne tus dorados rizos esta cinta. No llegas acá tras haber corrido la carrera de seiscientos pasos en contienda vana: ¡Vienes tras la muerte dada a nuestro enemigo, el que asesinó a tu padre y mío!
Y tú, Pílades, muestra de educación que aquel hombre daba, el más piadoso de los hombres, mi padre, recibe esta corona de mi mano, como que tú igual parte que mi hermano tuviste en esta lucha. ¡Que siempre seáis felices y que a mi vista estéis!
ORESTES.- Antes que todo, hermana, piensa que los dioses son la fuente y el poder de mi feliz fortuna. No me des itra alabanza que la de haber sido ...
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