En el año 1967 mi familia ha sido expulsada, junto con las vecinas, de nuestra Arcadia situada en la aldea Silvota de la parroquia de Lugo del municipio de Llanera. La expulsión que los asesinos dieron decir "expropiación forzosa" para instalar en sus fértiles tierras aquello que comenzaba a decirse 'polígono industrial".
En la aldea de Silvota, en el lugar más elevado y, por ello que se le decía "La Corona", vivía mi familia, en la casa de Alvarín", mi bisabuelo materno por parte de mi madre Marina. Allí llegó mi abuela Dolores con 13 años al casarse con Bautista. Allí tuvieron trece hijos, siendo mi madre anterior a Manolín que, con 19 años dió su vida por defender el Estado de la República en la trinchera que, junto a mi padre, estaba situada en el Escamplero procurando impedir la traidora "columna gallega" que acudía en auxilio de los "; "traidores ovetenses" cercados por los leales republicanos en el lugar del Orfanato minero.
Nunca olvidé mi casa, en la que me nació mi madre y en la que nacerían mis sobrinas Marta Helena y Berta, últimas que donaron su aliento para fertilizar su tierra.
Ya estaba en Madrid cuando nos expulsaron. El día que mi abuela cerró la puerta de la casa y la puerta de la panera, mi abuela me llamó para comunicármelo y decirme que las llaves me las guardaba; al día siguiente, a media mañana, me presenté a mis madres. Mi abuela no quiso dsrme un beso. Me dijo: "estas son tus llaves. Tu responsabilidad es utilizarlas a tu regreso que yo no veré".
Les dí un beso a los tres. Me duché y cambié de ropa. Tomé de la biblioteca "La aldea perdida" y " Tristán, o el pesimismo". Regresé a Madrid como había venido, en auto stop. No me despedí. Dos dias sin comer. Una vida sin vivir.
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