El disgusto del escriba Quinto Apronius se trueca en alegría y su dicha se multiplica ante la visión de un famoso y rollizo personaje entronado entre los delfines:
Léntulo Batuatus, propietario de la escuela de gladiadores, a quien Apronius pensaba pedir una entrada gratis. Acababa de desocuparse el asiento de mármol contiguo al de Batuatus, de modo que Apronius levanta con ceremonia los pliegues de su túnica, se sienta con un gruñido de felicidad y acaricia tiernamrnte las cabezas de los delfines con ambas manos.
Espartaco
Arthur Koestler
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