lunes, 6 de junio de 2016

A mis hijas. Ya sé que no necesitáis explicaciones

Yo no estaba cuando mi padre abandonó nuestra casa. Conocía a mi padre y sabía que ese día llegaría. Ese día se dirigió hacia mí cuando iba a salir para acudir al hospital y me dió un beso en la frente tomando con sus manos mi cabeza: "no dejes de cuidar tus espaldas. Toma la decisión que debes tomar: más vale vivir con pena que sometido; no merece la pena. Cuando de vuelta llegaba la hora de irse a la cama, mi padre no había regresado a casa. No volvió más. Nunca le pregunté donde estaba viviendo ni tampoco le pregunté yo el porqué; no éramos personas falsas y, ante lo evidente, no se pregunta. Supe por él que se había casado, dos semanas más tarde. Seguimos tomando el café en su vista a verme que hizo, cuanto menos, una vez por semana. Hablamos de mis hijas, hermana y sobrinos. Nunca dejó pasar una marcha sin recordarme: eres hijo de este, tú padre. Recuerda el compromiso que contrajiste conmigo y el abuelo; no dejes de tener memoria. Un beso, hijo. Siempre fueron estas palabras, excepto las últimas: ya estoy próximo a irme. Ya sabes que insisten mucho.

DESPEDIDA FINAL A SUS HIJOS CONSEJOS A SUS HIJOS EN LA PARTIDA FINAL 

Has de saber que sigo lejos y que estaré mucho tiempo alejado de ti, haciendo lo que pueda para luchar contra nuestros enemigos. No es que sea gran cosa pero algo hago, y creo que podrás estar siempre orgullosa de tu padre, como yo lo estoy de ti. Acuérdate que todavía faltan muchos años de lucha, y aun cuando seas mujer tendrás que hacer tu parte en la lucha. Mientras, hay que prepararse, ser muy revolucionaria, que a tu edad quiere decir aprender mucho, lo más posible, y estar siempre lista a apoyar las causas justas. Además, obedece a tu mamá y no creerte de todo antes de tiempo. Ya llegará eso. Debes luchar por ser de las mejores en la escuela, mejor en todo sentido, ya sabes lo que quiero decir: estudio y actitud revolucionaria, vale decir: buena conducta, seriedad, amor a la Revolución, compañerismo, etc. Yo no era así cuando tenía tu edad, pero estaba en una sociedad distinta, donde el hombre era el enemigo del hombre. Ahora tu tienes el privilegio de vivir otra época y hay que ser digno de ella.

Carta a su hija Hilda.
Febrero 15 de 1967.
Ernesto Che Guevara.
Obras. 1957-1967. Tomo II. Pág 694. Casa de las Américas. La Habana, 1970.

Publicado en: Periódico EL MUNDO, 16 de octubre, 1967: 4C. BOHEMIA, 59(42):99, 20 de octubre de 1967.

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