martes, 23 de abril de 2019

“Tomar antibióticos o someterse a una cesárea tiene costes ocultos”







MARTIN BLASER | MICROBIÓLOGO

“Tomar antibióticos o someterse a una cesárea tiene costes ocultos”

El investigador de la Universidad Rutgers advierte de que un mal uso de los antibióticos puede provocar efectos catastróficos a gran escala

Martin Blaser, experto en las bacterias que viven en nuestro interior.
Martin Blaser, experto en las bacterias que viven en nuestro interior. UNIVERSIDAD RUTGERS
El mundo es de los microbios. Están aquí desde hace más de 3.700 millones de años y han tenido tiempo para colonizar cada rincón del planeta. Aunque resulten invisibles, suponen el grueso de la biomasa de la Tierra, con más peso acumulado que todos los animales y los árboles sumados. Si se juntasen todas las células microbianas que habitan el océano, igualarían el peso de 240.000 elefantes africanos.
Así presenta Martin Blaser (1948) a los imponentes protagonistas de su libro SOS Microbios (Debate). El director del Centro para la Biotecnología y la Medicina Avanzadas de la Universidad Rutgers lleva décadas estudiándolos, concentrado en su particular relación con los humanos. En nuestro interior, todos albergamos casi kilo y medio de bacterias de miles de especies distintas. Sin ellas, no podríamos existir.
Sin embargo, desde que Louis Pasteur mostró que gran parte de las enfermedades tenían su origen en patógenos microscópicos, virus y bacterias se convirtieron en enemigos a batir por la medicina. Esto se comenzó a lograr en la primera mitad del siglo XX, con la aparición de los primeros antibióticos. Infecciones que antes mataban a millones de personas se volvieron enfermedades leves gracias a medicamentos como la penicilina, uno de los grandes triunfos de la humanidad.
Sin embargo, el éxito no fue gratuito, aunque eso solo se ha empezado a comprender en los últimos años. Igual que el petróleo y los motores de combustión trajeron prosperidad a la humanidad, pero también los riesgos del cambio climático, los antibióticos han cambiado el ecosistema de las bacterias que nos habitan y han azuzado el desarrollo de bacterias inmunes a todo tratamiento. Blaser ha escrito este libro como una advertencia.
El efecto de los antibióticos sobre el microbioma, junto a un aumento del consumo de calorías, puede estar detrás de la pandemia de obesidad
Pregunta. La obesidad es una de las grandes pandemias de nuestro tiempo. Usted dice que no solo tiene que ver con que se come más y peor, que también tiene que ver con los cambios que está produciendo en nuestro microbioma el uso de antibióticos.
Respuesta. El microbioma es parte de la historia, aunque no es toda la historia. Nosotros realizamos un experimento con ratones para ver cuál era la importancia relativa de los antibióticos y la ingesta de calorías en la obesidad. Lo que vimos es que si dábamos una dieta con muchas calorías a los ratones, engordaban. Si les dábamos antibióticos, también, pero si se lo dábamos todo junto engordaban mucho más. La vida es así, las cosas no son necesariamente excluyentes, podemos ver que en este caso ambas cosas contribuyen.
P. ¿Cómo nos hacen engordar los antibióticos?
R. Lo primero que hay que decir es que los antibióticos son muy importantes. No son el único factor que está afectando a nuestro microbioma, pero principalmente, el crecimiento de la obesidad tiene que ver con los antibióticos que les damos a los niños. La obesidad se ha extendido por todo el mundo. Primero comenzó en los países desarrollados, pero ahora, los niños en India o China y en todo el mundo en desarrollo están engordando. De hecho, si miras a los niños de menos de cinco años, el 80% con sobrepeso y obesidad están en países en desarrollo y en pocos años van a ser el 90%. Eso significa que ahora mismo hay 50 millones de niños en el mundo por debajo de cinco años que tienen obesidad o sobrepeso. Y se calcula que hacia 2020 serán 100 millones. La obesidad no es solo una epidemia, es una pandemia mundial. Y lo que hemos descubierto es que en los países en desarrollo está pasando lo que habíamos visto en los países desarrollados hace treinta años, y se están acercando muy rápido. Ahora, resulta que en muchos países en desarrollo el uso de antibióticos en niños es mayor que en EE UU o Europa. Los niños por debajo de un año de edad están recibiendo hasta diez tandas de antibióticos al año porque sus madres se preocupan de que están enfermos y el farmacéutico les da antibióticos para todo, desde una fiebre a un dolor de cabeza, y los antibióticos están fuera de control.
P. Otro de los factores que están cambiando nuestro microbioma y que se puede relacionar con el incremento de dolencias como el asma, las alergias o la diabetes tipo 1 es el aumento de los nacimientos por cesárea. Al no pasar por el canal del parto, el bebé no recibe las bacterias de la madre, que protegen frente a estas dolencias.
R. El punto de todo esto es que aunque hay factores individuales que están cambiando nuestro microbioma, los efectos son acumulativos. Las cesáreas tienen efectos negativos, los antibióticos tienen efectos negativos y dar leche de fórmula en lugar del pecho, también. Todo suma.
La bacteria 'Helicobacterpylori' [asociada al cáncer de estómago] es mala para nosotros, pero es buena también
Las cesáreas son importantes y en EE UU se aplican en el 32% de los nacimientos. En España es alrededor del 25%. Las tasas están descendiendo, y eso es bueno, pero son aún elevadas. En Suecia o en Holanda, la tasa es del 12%, así que probablemente en España es el doble de lo que debería ser. En un país como Turquía es del 53%.
P. En el libro habla de una gran variabilidad en el uso del uso de antibióticos o cesáreas incluso dentro de un mismo país. En Roma, por ejemplo, dice que el 80% de los niños nacen por cesárea mientras en el resto de Italia la cifra no llega al 30%. Algo parecido sucede con el uso de antibióticos, que es mucho más elevado en los Estados del sur de EE UU que en los del norte. ¿A qué se deben estas diferencias tan grandes en la práctica médica?
R. Es justo eso. En Europa, por ejemplo, hay una tremenda variación entre el norte y el sur, con el norte utilizando las cesáreas y los antibióticos mucho menos que el sur, aunque no haya una tasa mayor de infecciones serias. Eso también sucede en EE UU. En el Sur utilizan un 50% más los antibióticos que en los Estados del Oeste. Esto refleja la cultura médica y los deseos de los pacientes.
Por este motivo escribí el libro, para decirle a la gente por qué no debe pedirle antibióticos a su médico y debe preguntarle si está seguro de que necesita tomar antibióticos. La gente debe saber que tomar antibióticos o someterse a una cesárea tiene costes ocultos.
P. El uso de los antibióticos ha permitido reducir drásticamente la población de la bacteria Helicobacter pylori en el estómago de los humanos, algo que se relaciona con un descenso de las úlceras y el cáncer de estómago. Pero usted dice que no todos los efectos son positivos, que eliminarla puede aumentar el riesgo de cáncer de esófago y producir un desequilibrio en el ecosistema de nuestras bacterias con efectos imprevistos.
R. Todo el mundo está tratando de dividir el mundo en blanco y negro y casi siempre es gris. Helicobacter es mala para nosotros y es buena también. Como científicos, tenemos que entender mejor la relación que tenemos con la bacteria, para entender en qué gente tendríamos que erradicarla y en quién la tenemos que mantener o recuperar. No conocemos las respuestas a estas preguntas y estamos tratando de poner a todo el mundo un zapato de la misma talla. No es correcto.
Una de las mejores defensas contra las grandes infecciones es un microbioma normal y para mantenerlo deberíamos dejar de usar los antibióticos como ahora
Hace unos 20 años se vio claro que Helicobacter pylori estaba desapareciendo, pero no se tomó nota o se pensó que era bueno que desapareciese. Me intrigó, porque nunca pensamos que uno de nuestros microorganismos pudiese desaparecer, que se extinguiría. Y entonces postulé que si un organismo desaparece, podría provocar la desaparición de otros. Y durante los últimos 20 años es exactamente lo que hemos visto. Estamos perdiendo diversidad ecológica. De acuerdo al trabajo de mi esposa [la investigadora María Gloria Domínguez-Bello], que estudia a amerindios en la jungla de Sudamérica, comparando su microbioma con el nuestro, vemos que hemos perdido ya un 50% de nuestra diversidad. Nuestro ecosistema se está agotando.
P. Usted compara esta tendencia con el cambio climático. ¿Qué problemas prevé en el futuro si no se actúa?
R. Preveo principalmente dos problemas muy serios. El primero es la expansión de enfermedades que ya estamos viendo crecer. Más obesidad, más asma, más alergias alimentarias, más autismo, más intestino irritable, más enfermedades del esófago.
Pero lo que más me preocupa es lo que llamo el invierno antibiótico. Es algo que asusta. Porque en la historia de la humanidad hemos sufrido a invasores muy malos que mataban a mucha gente, y hablo de microbios, no de invasores humanos. Una de las mejores defensas contra estos invasores es un microbioma normal y para mantener este microbioma normal deberíamos dejar de usar antibióticos de amplio espectro como hacemos ahora y buscar formas de saber qué infección específica sufrimos para después tratarla con un antibiótico más específico.
P. ¿Y lo estamos haciendo?
R. El gobierno de EE UU ha desarrollado un plan nacional para controlar la resistencia antibiótica. Estamos trabajando para crear antibióticos de espectro más estrecho y mejorar el diagnóstico para que los médicos, enfermeras y dentistas utilicen mejor los antibióticos y creemos menos resistencias. Porque nos enfrentamos a un cambio ecológico. Un aspecto de ese cambio es la resistencia a antibióticos. Otro aspecto es la obesidad. Es como el cambio climático, que en algunas ocasiones tienes inundaciones, en otras sequías y en otras huracanes, pero todo viene del mismo fenómeno.
P. Otra de las enfermedades que estamos viendo crecer y no conocemos el motivo es la diabetes tipo 1.
R. El estudio de la diabetes 1 es el principal proyecto de mi laboratorio ahora mismo. Tiene dos características. Una es que se produce en una etapa temprana de la vida, así que creo que es el tipo de problema que un microbioma dañado puede causar. En segundo lugar, su incidencia se está doblando cada 20 o 25 años. Es una plaga moderna.
Hemos hecho muchos estudios en ratones, porque tienen microbiomas similares al nuestro y en muchos aspectos con un sistema inmune con paralelismos. Tenemos un tipo de ratón que desarrolla diabetes tipo 1 espontáneamente. Con ellos hemos mostrado que los antibióticos pueden acelerar la diabetes, que la desarrollan antes y con más frecuencia. Y estamos estudiando los mecanismos por los que los antibióticos tienen ese efecto. Sabemos que los antibióticos cambian el microbioma y los productos del microbioma. Cambian la interacción del microbioma con el intestino, cómo se expresan los genes en el intestino y cómo se regula el sistema inmune. Creemos que es un modelo muy bueno para ver qué causa este agravamiento de la diabetes y cómo lo podemos revertir.
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