El poeta Quirós, fénix que ha de resucitar
Xuan Carlos Busto 15.04.2016 | 23:31
El poeta Quirós, fénix que ha de resucitar
Esta primavera, marcial y electoral, trae consigo un doble homenaje de nuestra Universidad al poeta asturiano Francisco Antonio Bernaldo de Quirós y Benavides: la rehabilitación integral de uno de sus edificios, el Palacio Quirós, hecho al que se ha de unir la inminente publicación de sus poesías en castellano y en asturiano.
Los trabajos llevados a cabo por el "Seminariu de Filoloxía Asturiana" (SFA) darán a conocer toda la dimensión literaria de este "Fénix que habrá de resucitar", como predijo Feijoo en su conocido epitafio. El Padre Feijoo, que recién llegado a Oviedo apenas alcanzó a conocerle, dijo de él: "Certifico, que las pocas veces, que logré oírle, me tenía absorto, y sin aliento para hablar una palabra..., a vista de la variedad, y hermosura de sus noticias, juntas con la facilidad, energía, y delicadeza de sus expresiones".
En torno a 1678 nace Benavides en el seno de una familia de literatos: su hermano José, militar como éste, y su abuelo Felipe Quirós y Benavides (poeta y editor del Certamen poético en honor a Santa Eulalia de Mérida celebrado en 1666). Esta rama de tan renombrada estirpe ocupaba una casa con pórtico de columnas sobre la que en 1785 se construyó el actual palacio, donde en 1705 se halla empadronado el poeta. Las noticias de dicho padrón lo hacen "Sargento mayor del tercio" y lo unen a los hechos militares provocados por la Guerra de Sucesión en Galicia entre 1703 y 1704.
Y, en efecto, Galicia es el lugar de la destinataria de su Retrato de una dama ("Oyes, tú, ¿cómo te llamas? / deja que mi humor te pinte"), poema que fue impreso aunque atribuido a Eugenio Gerardo Lobo. Y así mismo contra un clérigo, también gallego, de nombre Campuzano, sostendrá un debate poético donde empleará lo mejor de su acerado ingenio para el género de la sátira y la invectiva personal.
En lengua asturiana también hará gala de su mordacidad, como en su único poema, el romance "El Caballu", que comienza arremetiendo contra el Alférez mayor de Oviedo, con quien debió tener algunas diferencias en la recluta de 300 hombres ocurrida en 1705:
Señor don Pedro Solís,
el que tien enes corades
un macón de sacaveres
y un camberu de llacranes...
El poema fue compuesto tras esa fecha, pues en él se hace alusión al caballo que se destaca en el formidable fresco pintado ese año por Antonio Palomino en el muro del coro de San Esteban de Salamanca:
La parencia é una cosa
mui galana, mui bultable,
cuspida al de Palomino
la persona y les señales.
E incluso se puede afinar más, precisando que se compusiese en torno a 1707, cuando el Principado (siguiendo la antigua tradición del Tributo de mantillas) envió una embajada para felicitar a los monarcas por el nacimiento del Príncipe:
Sepa su merced qu'agora,
qu'han de fer en todes partes
al mayorazu de Asturies
xuramentos prencepales?
Benavides cultivó también la poesía panegírica, así en el Vaticinio heroico en el ascenso al trono del Rey Felipe V ("Hoy que, de sacro influjo dominante, / agitado se mira mi deseo"), donde demuestra su fidelidad al nuevo Rey, a la vez que su entrega a la estética tardobarroca. Se trata del único poema que logró ver impreso, dado que murió joven, durante la derrota sufrida por el bando borbónico en el barranco de la Muerte, junto a Zaragoza, en 1710.
Sus buenas dotes para la poesía lírica no fueron menores. Sólo sus poemas amorosos se han transmitido por más de una copia manuscrita, lo que atestigua su mayor difusión. Al anterior, cabe añadir el Retrato de una Dama de Tudela de Navarra, compuesto entre 1706 y 1707 cuando, acompañando al Marqués de Santa Cruz, participa en diversas acciones por Navarra y por Aragón, tomando también parte, en 1708, en la defensa de Tortosa, donde fue herido. El poema, que comienza "Excelsa Ninfa del Ebro", termina (sólo en la copia manuscrita adquirida hace un año para la "Biblioteca de Asturias") con un epílogo de indudable dramatismo:
Sin requerir quien adoro,
sin monstrar a quien venero,
sigo el idioma del grito
primero que el del silencio,
porque en inmortales ansias,
porque en continuo tormento,
naufragando mi esperanza
fue a pique mi sufrimiento.
Con todo, el tono amable y una visión irónica del amor alcanzan a todos estos poemas que, en ocasiones, llegan a ser sátiras. Así, en las Décimas a una dama sobre "lo que pasa a las principales con sus cortejos", ofrece un sarcástico cuadro de algunas de las familias más importantes (Santa Cruz, Carrio, Argüelles, Antayo, Inclán, Navia, Peñalba). Desde su palacio, a pocos metros de la casa de los Cueto (hoy también dependencias universitarias), Benavides ofrece de algunos personajes de entonces, como el abad de Teverga (cuya momia aún puede visitarse en su Colegiata), una visión menos descarnada que la que la Historia nos suele brindar:
La de Cueto, con más juicio,
dicen que a ninguno alberga,
pero el abad de Teverga
hizo de esta virtud vicio.
Ya con semblante propicio
contesta a este figurilla,
cuando se arrima a su silla
del modo que corre ahora,
no perdiendo ni la hora
que le ponen la cotilla.
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