martes, 18 de septiembre de 2018

EL ABRAZO DE OSO, DE SUMISIÓN, DE AZNAR A CASADO

el abrazo de oso, de sumisión, de Aznar a Casado. aznar dice con su gesto que casado es su servidor.

Aznar niega que el PP sea corrupto y se enfrenta con todos en el Congreso

La oposición aprovecha una comparecencia del expresidente en la que se desmarca de Correa, de los sobresueldos y de la financiación ilegal para cuestionar todo su mandato

Pablo Casado abraza a Aznar a su llegada a la comisión de investigación sobre financiación ilegal del PP en el Congreso. FOTO: GTRES (VICTOR J BLANCO)
Lo negó todo, no entonó ningún mea culpa ni asumió ninguna autocrítica. Al contrario, fue retador. El expresidente del Gobierno, José María Aznar, negó haber conocido, contratado o haberse reunido nunca con el fundador de la trama Gürtel, Francisco Correa, rechazó haber cobrado algún sobresueldo del PP y cuestionó incluso el sentido de la sentencia impuesta por la Audiencia Nacional en el juicio central de ese caso de corrupción que acabó con la carrera de Mariano Rajoy. Afirmó así que su partido no es corrupto y que no montó en su seno un sistema de financiación ilegal. Toda la oposición le tenía ganas y aprovechó su presencia para arremeter contra su tono, su estilo y, sobre todo, los espinosos ángulos oscuros de todo su mandato de presidente del Gobierno y del PP. Aznar no solo no eludió los enfrentamientos sino que los alentó contra el socialista Rafael Simancas, el republicano Gabriel Rufián y contra Pablo Iglesias.
Fue un aquelarre que duró más de cuatro horas y quince minutos. El presidente de la comisión sobre la financiación ilegal del PP, el canario Pedro Quevedo, resultó además muy permisivo y dejó que el asunto fuese sobrepasado con creces y los portavoces de los distintos partidos y el propio Aznar se mostraran encantados de resolver algunas cuitas pendientes.
La cita comenzó ya fuerte, con el socialista Rafael Simancas dejando para la oficialidad de las actas confidencias de pasillo de diputados actuales del PP -que se refieren a Aznar con la confesión de que ellos, ahora, se están comiendo “toda su mierda”-. Simancas le exigió al expresidente popular que reconozca los hechos de la caja oculta y opaca del PP “y no escurra el bulto”, que pida perdón y disculpas a la “hastiada” sociedad española y que asuma alguna responsabilidad. Nada de eso sucedió.

La Gürtel, uno de los puntos centrales

El portavoz del PSOE se agarró para sus ataques iniciales a la sentencia de la Audiencia Nacional sobre la pieza central del caso Gürtel, conocida el pasado mes de mayo y que determinó condenas de hasta 51 años de cárcel a 29 de los 37 acusados, que suman 351 años de presidio, una resolución que puso en solfa la credibilidad del testimonio del expresidente Rajoy y que condenó al PP a pagar 245.492 euros por lucrarse de ese entramado de corrupción para la organización de varios actos electorales.
Fue en ese punto cuando Aznar rebatió que le parecía “un poco exagerado” acusar a todo el PP de ser un partido corrupto tras haber sido condenados a título lucrativo, cuando, apuntó, esa sentencia está recurrida ante el Tribunal Supremo y afecta solo a dos casos en dos ayuntamientos madrileños (Pozuelo y Majadahonda) por un importe total de unos 200.000 euros. Enseñó entonces también cuál iba a ser su estrategia de defensa: el ventilador. Al PSOE le reprochó en varios momentos el caso de los ERE de Andalucía, con 320 cargos afectados y una cuantía de 855 millones de euros, la condonación de 50 millones de euros en los bancos y hasta Filesa.
Aznar contestó a Simancas -y luego lo repitió a otros portavoces- que nunca “conoció ni contrató a Correa”. El diputado socialista le recordó que el jefe de Gürtel fue padrino en la boda de su hija, “en la que había más delincuentes que en una película de Coppola” y le enumeró la ristra de sus excolaboradores afectados por casos de corrupción: Luis Bárcenas, Ana Mato, Jesús Sepúlveda, Eduardo Zaplana… “¿Y usted pasaba por allí? cuando la sentencia establece que hubo una caja b y una estructura paralela a la oficial, de dinero negro u opaco, desde 1989”. Aznar tomó el mando total del PP en el congreso de 1990 y no lo dejó hasta 2004. Fue la época de florecimiento de Gürtel y Correa dentro del PP.
Aznar optó por minimizar la valía de la sentencia de Gürtel y se parapetó en que, tras diez años de instrucción del caso, tres jueces y múltiples testimonios recogidos en el juicio, él no ha sido nunca citado a declarar, ni imputado. Aznar se aferró a su idea de que “no existe una caja b del PP ni una trama para actos delictivos” sino, en todo caso, algunas personas que pudieron cometerlos y que no son todo el partido. El expresidente se declaró “orgulloso de haber sido presidente 14 años del PP y de su hoja de servicios y hasta rescató la posición del actual presidente, el socialista Pedro Sánchez, que aseguró al ganar la moción de censura que “el PP no es un partido corrupto”.
A la pregunta de Simancas sobre la acusación de que Aznar recibió sobresueldos, en sobres, en su época de presidente del partido, el exlíder del PP lo negó y detalló que solo compaginó, en su época, el salario de jefe del ejecutivo y responsable del PP, ambas retribuciones declaradas a Hacienda. El diputado del PSOE le recordó a Aznar que algunos cargos del PP, como Eugenio Nasarre, Jaime Ignacio del Burgo, Jaume Matas o Pío García Escudero, han reconocido que recibieron dinero del partido que figuraba en la contabilidad b de Luis Bárcenas para distintos cometidos. Aznar enmarcó esas aportaciones en ayudas para solventar problemas relacionados con amenazas de la banda terrorista ETA. Generosidad que ahora repetiría.

Aznar, a gusto como diputado

El expresidente Aznar se fue sintiendo cada vez más a gusto en su olvidada faceta parlamentaria, rememoró que estuvo 20 años de diputado en el Congreso, y no desperdició la ocasión para derivar el debate hacia revanchas que tenía pendientes. En uno de esos pasajes se entretuvo en hacer chanzas sobre que el actual presidente llame “proyectiles de alta precisión” a las bombas que se han vendido a Arabia Saudí y que han provocado la desautorización de la ministra de Defensa, Margarita Robles, o a mofarse de su debilidad parlamentaria con tan solo 84 diputados.
Simancas resucitó, a su vez, el escándalo que se desató en el verano de 2003, cuando él mismo ganó unas elecciones autonómicas en Madrid y se disponía a gobernar. Dos diputados del PSOE se ausentaron y posibilitaron luego la elección de Esperanza Aguirre. Simancas insinuó muy directamente que Aznar y el PP tuvieron mucho que ver con aquella actuación. Aznar ironizó con que Simancas debería intentar “superar todas sus frustraciones y disgustos” y “reinventar” su vida.
La tensión se desbocó cuando tomó la palabra Gabriel Rubián, diputado de ERC. Acusó a Aznar de mentir y le recriminó la participación de 2.600 soldados españoles en la guerra de Irak, la muerte del cámara de Telecinco José Couso (del que Rufián llevaba una camiseta) y hasta el ingreso en prisión y la fuga al extranjero de varios políticos catalanes presos. Y le preguntó en tono directo y provocativo: “¿Tiene usted vergüenza?”. Aznar se atrevió a recomendar al diputado separatista que no tirase de “histrionismo” en sus debates parlamentarios y le recriminó formar parte de “un partido golpista que quiere destruir el orden constitucional” y que tiene a sus máximos dirigentes en prisión.
Aznar relató que durante sus mandatos en La Moncloa (presumió de haber sido el primero en terminar los los dos) nombró 71 cargos ministeriales y solo ha visto a uno condenado con sentencia firme y por una actuación posterior. Y se agarró, en lo demás, a la presunción de inocencia. También pidió solidaridad ante la situación de Eduardo Zaplana, en la cárcel, que ha pedido su libertad condicional por padecer leucemia. Rufián afeó a Aznar defender a un partido que no condena el golpe de 1936 y lo etiquetó como “el padrino del cartel” de la trama Gürtel. Aznar se remontó al golpe de 1934 y a que un exconsejero catalán de ERC fue condenado por contrabando de tabaco.
En ese ritmo frenético de increpaciones y ataques, Rufián sacó toda la lista de miembros de los equipos de Aznar salpicados por corrupción, narró una escena mítica de El Padrino, los relacionó con la boda en el Escorial de su hija y hasta lo interrogó sobre a qué se dedica su yerno, Alejandro Agag, al que definió como “el Steve Jobs de Gürtel”. Aznar tampoco eludió ese terreno pantanoso. Bromeó con que él no se casó aquel día, con que cumple ahora 40 años de feliz matrimonio con Ana Botella, y se desmarcó de los apuntes de Bárcenas donde aparecen pagos a J. M.: “No tengo noticia, ni estoy en nada ni tengo nada que ver con esos papeles ni con esas siglas; yo no tengo que probar mi inocencia”. Y piropeó a su yerno: “Es un empresario de éxito en el Reino Unido y en el mundo”.
El duelo con el portavoz de Bildu, Oskar Matute, se enfangó cuando Aznar relacionó a esa formación directamente “con Batasuna y una parte de ETA” y el diputado vasco lo menospreció como una reliquia del pasado. No contestó a nada de lo que le preguntó el representante del PNV,  pero sí le confesó que se lo estaba pasando bien. Por parte de Ciudadanos, su diputado Toni Cantó subrayó que no entendía el “tono y la actitud chulesca, no humilde y ocurrente” del expresidente llamado a declarar en una comisión de investigación sobre financiación ilegal y criticó el combate sobre el “y tú más” emprendido con el portavoz del PSOE. Aznar se defendió preconizando que nadie puede aventurar lo que puede llegar a hacer mal un compañero de partido varios años después de dejar su cargo.
El expresidente del Gobierno recogió unas alusiones a su frase “Váyase, señor González”, en un debate de la nación, para constatar que ahora se lleva mejor con el exlíder del PSOE “pese a haber discutido mucho”, que colaborarán juntos en un acto este jueves y para extrapolar que les une un “consenso sobre la transición democrática” que se mantuvo durante los ejecutivos del PSOE y del PP.

Enfrentamiento con Podemos

En la traca faltaba la intervención más esperada del líder de Podemos, Pablo Iglesias, que no es portavoz en esa comisión pero quiso asumir este martes esa función. Iglesias se quiso ceñir al objeto de la comisión, pero Aznar lo estaba esperando hace tiempo. El líder de Podemos le tocó en el orgullo más sensible, además, cuando le recordó todo el rato que estaba obligado a no mentir. Iglesias se interesó por aspectos tan concretos como si Aznar había detectado alguna irregularidad durante sus mandatos en el PP y el expresidente replicó con alusiones a que Podemos se benefició de financiación de gobiernos extranjeros y condonaciones. Iglesias le cuestionó sobre si en su día tuvo acceso a las escuchas de otro extesorero del PP, Rosendo Naseiro, y el líder popular retomó la acusación de la financiación de 270.000 euros a Podemos desde Venezuela o Irán. Iglesias quiso saber por qué Aznar había escrito artículos en el Instituto de Estudios Financieros con Ramón Blanco Balín, uno de los cerebros de la trama Gürtel, y el exdirigente del PP afirmó que nunca fue su amigo y que le conoció menos que el líder de Podemos a Nicolás Maduro. Y así más.
Aznar estaba más tenso en ese pasaje, y al final le soltó a Iglesias: “Usted me parece un peligro para la democracia en España y lo demuestra todos los días”. Iglesias tampoco se cortó: “Esto no es un tribunal de justicia, y no se le pide ninguna responsabilidad penal pero sí política. Usted ha mentido y usted es el máximo responsable de la corrupción del PP”. Ya no hubo tregua. Aznar reprendió a Iglesias ser “un antisistema y anticapitalista, no fiable e incapaz de decir la verdad hasta el final”. Iglesias concluyó que la intervención del expresidente le había parecido “triste” y proclamó: “Trabajaré para que en mi patria nadie se tenga que avergonzar de expresidentes como usted”. Aznar aclaró: “Me da igual, su partido quiere destruir el sistema de 1978”.

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