Radicales de izquierda y de derecha se enfrentan en Chemnitz
Ambos defienden posturas opuestas sobre la gestión de la inmigración en Alemania
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«Protestamos contra los refugiados y contra los políticos», respondía un hombre vestido de negro y con gafas oscuras, siguiendo la instrucciones de la convocatoria de la manifestación que llamaba a recordar a «todos los fallecidos a causa de la multiculturalización a la fuerza de Alemania» y a criticar la «política migratoria ilegal». Además de vestir de negro, el texto de la convocatoria sugería portar banderas alemanas y rosas blancas «como expresión de dolor». Muchos comercios y establecimientos en el centro de Chemnitzhabían cerrado, dado el clima de tensión, y apenas había viandantes en las calles ajenos a la protesta. «Lo siento, no quiero hablar», rechazaba ser entrevistada una mujer que salía de un aparcamiento. «La mayor parte de esa gente no es de aquí, han venido de fuera para que parezca una gran manifestación», señalaba el camarero de un hotel en Lutherviertel.
Los habitantes de Chemnitz se desmarcaban cuanto podían de la marcha en las horas previas. El busto de Karl Marx, que en el tiempo de la RDA daba nombre a la ciudad (Karl-Marx-Stadt), amaneció empapelado con corazones de colores y desde allí partió una manifestación bajo el lema «Corazón en vez de persecución» en la que, aparte de representantes de los grandes partidos políticos alemanes, participaron solamente unas decenas de personas. «Debemos levantar un muro en dirección a AfD», dijo allí el líder de Los Verdes Cem Özdemir. «AfD debe ser vigilado por las autoridades de protección de la Constitución», añadía Lars Klinbeil, el secretario general del SPD. «La extrema derecha está recibiendo apoyo más o menos abierto de un partido del Bundestag y la Justicia debe mostrar mano dura con eso», sentenció el jefe del grupo parlamentario de la CDU Volker Kauder.
La «marcha de los nazis»
Pero la manifestación más concurrida, con 6.000 participantes, fue sin duda la contraria, la convocada conjuntamente por AfD, Pegida y el grupo local Pro Chemnitz. Destacados miembros de las tres organizaciones abrían la marcha rodeados por seguridad privada y sin permitir a la prensa acercarse. El más solicitado era el jefe de AfD de Turingia, Björn Höcke, al que muchos saludaban y expresaban su admiración, incluso se hacían fotos con él, en gestos de culto al líder regional. La consigna que repetían los organizadores era «desfilar en silencio y sin montar bronca», pero a la estación Chemnitz Mitte habían llegado horas antes varios cientos de radicales de izquierda dispuestos a provocar la ruptura de esa disciplina. «No puede volver a pasar, es nuestro deber hacerles ver que esta vez encontrarán una dura resistencia», explicaba una joven llegada desde Berlín para protestar contra lo que denominaba «la marcha de los nazis».
La policía de Sajonia, que vigilaba concienzudamente los accesos al centro, había solicitado un amplio apoyo al resto de los estados federados. «Todas las fuerzas disponibles en Alemania deben estar el sábado en Chemnitz, había declarado el jefe de la policía regional, Jürgen Georgie, que recibió como respuesta centenares de unidades de detención y coches con cañones de agua. Tal y como esperaba la policía, a última hora de la tarde los «antifas» trataron de interrumpir la marcha de AfD y la policía hubo de realizar las primeras intervenciones. Un contramanifestante se coló hasta la cabeza de la marcha e increpó a Höcke antes de ser alejado de allí por los agentes, logrando parar la marcha durante 20 minutos. «Será muy difícil evitar los enfrentamientos”», decía al cierre de esta edición un portavoz de la policía, «por ahora la situación está bajo control pero lamentablemente esperamos que durante la noche se produzcan actos violentos».
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