No, Augusto, no naciste. Te nací.
Ella sabía que no se tenía que dormir y que tenía que contener la cabeza para evitar una salida explosiva. Yo no quería expulsarte de la casa que compartiamos. Yo te quise cuidar desde el primer momento. Yo te ayudé a salir, despacio y escuchando tu independencia de mi.
Temía que te robaran que te cambiaran o que te hicieran desaparecer.
Yo le dije a tu padre que me dejara con Ana por si me tenía que ayudar. Me trajo a Ana y le dije que fuera hasta la fiesta y regresase. Una hora tardaría me dijo Ana al explorarme.
Yo sé que tú eres mi hijo y que tu padre es Manuel. Ya sabes que no miento.
Marina, tu madre, es leal. Bueno, la lealtad. Yo, tu padre, soy leal.
Los dos, somos leales.
Así me hablaron con Joël y Marita delante, en Lyon y en Madrid.
Les dijo: es leal, sé leal.
Le hemos educado a jugar la vida con las cartas boca arriba.
Educar a vuestros hijos en la lealtad,
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