Cuando viajé a México por última vez lo fue para acudir a Jalisco para participar en una misa de despedida de mi hijo Federico en compañía de su hermana María y su madre Marita. Luego nos iríamos los tres a Monterrey y Nueva York de paso a su domicilio. Me fueron a recibir al aeropuerto, pero al verme acompañado se ausentaron.
Nunca me preguntaron.
Me lo comentaron el 27 de agosto de 2010 cuando vino mi hija María a casarse a Oviedo el día 4 de setiembre, día de Asturias.
Conocieron a mi padre que actuó como padrino por estar yo en el hospital.
Desde la tarde de la boda que se despidieron de mí en el hospital, no les he vuelto a ver.
Ya les he dicho que deseo rehacer el viaje a México y, esta vez, acompañados de Augusta Federica.
Es la primera vez que les he prometido algo, que iré solo, aunque me dice Marita que no lo necesitan.
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