¡Hay que leer y escuchar a quien no conoces!
Catecismo 1854 - 1856
La gravedad del pecado: pecado mortal y venial JOSE IGNACIO MUNILLA Obispo de San Sebastián
Un cordial saludo a todos los oyentes de Radio María. Un día más, con la gracia del Señor, proseguimos el comentario del catecismo de nuestra madre la Iglesia.
Punto 1854: “Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1Jn 5, 16-17) se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia de los hombres la corroboran.”
Esta afirmación de que "es conveniente valorar los pecados según la gravedad"; no para quitar importancia a unos y a otros darles más, no es así: "a todos les damos importancia". Igual que en una batalla uno tiene que saber distinguir su prioridad. Desde luego es uno de los errores que pueden ocurrir en una estrategia espiritual es precisamente esto: hay que saber en qué cosas nos jugamos mucho más que en otras. Saber distinguir lo grave de lo leve.
Ya lo hemos dicho en otras ocasiones: "cuando relativizamos lo dogmático, después hacemos un dogma de lo relativo". "Colamos el mosquito y luego nos tragamos un camello". Esto de no saber distinguir lo mortal de lo venial, lo que es determinante en nuestra lucha, perdemos la "perspectiva de la proporcionalidad", en que cosas no podemos escatimar nuestro esfuerzo, y en otras que no son tan importantes donde no está teniendo la batalla definitiva de nuestra vida. Ahí está ese reproche del Señor a los fariseos: le dice: que están "colando un mosquito y están tragando un camello".
Aquí, en este punto se añade el hecho de que en la sagrada escritura, en la tradición de la Iglesia y en nuestra propia experiencia. Se recurre al texto: 1ª Juan 5, 16-17: 16 Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida a los que cometan pecados que no son de muerte pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida -. 17 Toda iniquidad es pecado, pero hay pecado que no es de muerte.
A primeros del siglo XIX
Los sentidos y sensorios no son los mismos que los actuales.
El sabor, el olor proyección, o vía de acceso, pertenecen al subciclo latente de la persona, pecado venial, por cuanto no son prueba.
El tacto pertenece al subciclo aparente, único signo, única prueba del delito, del pecado mortal.
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