Vivir del mal ajeno.
De la salud ajena es habitual que se adueñen aquellos no poseídos por bienes propios. Siempre se refieren, para oídos agradecidos, que dependen de ellos, tanto que están pagando sus gastos. Ellos los cuidadores, llegaron porque sus hijos se habían desentendido. Ellos, procuran que no se recupere a través de filtros y, con ello, apoderarse de su historia.
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