A tí, Virginie, en el día que cumples años sin conocerte. Tu padre me recuerda la distancia que os separa por mi ausencia en la familia. Trato de comprenderte como te recordó ayer la abuela. Te reitero, yo nací cristiano y no puedo ser judío. Tu naciste judía y no puedes ser cristiana. Tu abuela me dijo que había nacido judía y nunca dejaría de serlo. Podemos compartirlo, le dije. No puedo compartirlo, me respondió. Tu nombre me lo pidió tu padre. Él sí, ha podido compartirme y me comparte.
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