jueves, 9 de agosto de 2018

Que hacer con la migración humana y sus bienes migrables

El “ser humano” reconoce a los de especie por su “historia”, por su curso, o devenir histórico.

El ser humano se reconoce por su identidad (lugar y fecha de nacimiento, lugar y fecha de muerte) y por su identificación (legar y fecha de llegada al lugar en el que habita, o vive. Lugar y fecha de salida en el que habita). Todo ser humano tiene vida y lugar en el que vive.

Todo ser humano tiene como cualidad distintiva de otros seres vivos  el constituirse en poblaciones que se comunican entre sí a través de la palabra y por el hábitat que ocupan (el lugar y seres vivos en el que habitan)

Si España es una nación, o lugar en el que habitamos asociados, todos tenemos que estar con identidad e identificación. No constituimos nación individualmente sino como población que nos comunicamos mediante la palabra y acordamos mediante ella al reconocer en nosotros la razón.

Hubo tiempo pretérito que no reconocíamos la razón como máxima decisoria de nuestra voluntad y nos sometíamos a la voluntad de un ser no humano que no se avenía a la discusión y el acuerdo con nosotros. Nos sometíamos a su voluntad a través de quienes decían interpretar su voluntad.

Así como todos los españoles nos dotamos de identidad e identificación con el fin de lograr el acuerdo de vivir en solidaridad por cuanto el ambiente en el que habitamos cambia de modo y forma que no nos permite predecirlo. Digo que no sólo los que habitamos, sino los que potencialmente y de hecho habitaremos (inmigrantes familiares, como nuestros hijos y no familiares, como aquellos que acuden en base a nuestra solidaridad), debemos dotarles de identidad e identificación donde habitarán hasta que su razón decida por sí misma.

No estamos obligados a ser solidarios por parte de un poder externo como cuando en otro tiempo sucedía. Hoy, por la razón que nos asiste sentimos la necesidad de la solidaridad, de la empatía, del amor, como una fuerza que no sentimos que sea vencible y, por ello, que todo inmigrante, hijo o ajeno, ha de dársele identidad e identificación, así como el hábitat, o medio en el cual vivir (agua, alimento y descanso para continuar el tortuoso camino de la vida, el camino contra resistencia que es la vida).

Señores ecónomos de lo común, no alarguen el tiempo para recibir los inmigrantes, dóteseles de identidad, no son objetos inertes, que también la necesitan (hablamos de medio ambiente, tengamos presente que tiene vida). Y, proporcionémosle el hábitat.

España es un hábitat que desde el Neanderthal a nuestros días ha sido y será hábitat de solidaridad. Los ríos, sus riberas, los mares, sus costas, los bosques, sus claros, son, como lo han sido, hábitats humanos para los que inmigramos y para quienes emigraron.

Europa, en 1947, se crea con un acuerdo racional, o Tratado, cuya esencia es la libre circulación de humanos y sus bienes perdonables, o migrables.


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