Dice Totta, presidente de Liguria que los culpables pagarán hasta el último céntimo.
Señor Totta, no dudo de su fé, pero la vida no está en el mercado. Probablemente, por ser un hombre de fé, crea que la vida es un bien de mercado. Si fuera así, la usura del interés en devolver la vida, no lo hace posible, dice el hombre dotado con razón y negado de fé alguna.
El idiota, entiende la vida como un bien público.
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