Mingotes y su diario de sueños
Llenó el Museo Piñole, habló de ayer y de hoy, de la verdad y los deseos. Hizo reír, casi cantar y dijo adiós recordando al fotógrafo Joaquín Bilbao El poeta presentó un libro que rinde homenaje a los 140 años de EL COMERCIO
Habló de todo menos del tiempo. Cuando sus palabras llegaron a la sección meteorológica dejó de buscar en sus recuerdos, de viajar por los sueños. Leyendo su propio libro, dijo Miguel Mingotes: «El tiempo da igual; como dicen los taxistas, 'que tenga buen día'». Y calló. Y recibió el aplauso que parecía de despedida. Pero no. Tras una pausa escénica, el poeta volvió a hablar: «En la contraportada he puesto una figura de un Belén del Nacimiento que monté en el Evaristo Valle hace unos años. Le he colgado una cámara. Quería recordar al fotógrafo Joaquín Bilbao, que falleció, y con él rendir homenaje a todos los que hacen el periódico». Y es que Mingotes lo que hacía ayer, al leer y al contar, era presentar una nueva publicación, una especie de pequeño diario de noticas soñadas con el que celebra los 140 años de EL COMERCIO. Este periódico decano nacido en 1878 y en cuyas páginas lanza cada sábado sus coses, «Coses míes». Sus poemas, al fin, que esta vez sonaron en el Museo Piñole, a rebosar para escucharle. La sala principal sin una sola vacía y repleta en torno a ellas y la segunda planta llena también en el espacio que permite asomarse a los acontecimientos.
Siempre es así. No convoca Mingotes nunca sin respuesta multitudinaria. Su público es de fieles, alguno hasta le habla desde el fondo. Ayer, todos o casi todos, tararearon para acompañar su único minuto de silencio. Ese que escribe y dice y proclama «debería ser cooficial». En un momento dado, cuando su libro, que recrea las secciones del periódico, desde internacional al tiempo, pasando por local, economía, deportes, sucesos, anuncios y esquelas («no murió nadie»), llegó a la página de espectáculos dejó el micrófono sobre su ordenador para que salieran de él los 'Sonidos del silencio', de Simon y Garfunkel. Y mientras él escuchaba, su público tarareaba. «Que bien murmuráis», dijo al término de la canción. Antes había dejado un anuncio-poema de sí mismo («Hombre con vistas al mar, altura, interior») y varios deseos. Que la verdad siga flotando, que el único suceso que ocurra sea la primavera y hasta que «Trump pase la mayor parte del tiempo callado».
Presentado por Miguel Rojo, jefe del área de Cultura de EL COMERCIO, recorrió Mingotes todas las páginas de su librito, yendo y viniendo del pasado al presente. De los recuerdos a los sueños.
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