miércoles, 22 de agosto de 2018

De alfa a omega, de la llanura al precipicio

La cárcel es una condena que tiene el propósito de impedir la continuidad del delito (acción no consentida del delincuente). 

El aislamiento es una condena que tiene el propósito de impedir la reinserción del delincuente (acción no consentida de la sociedad).

El aislamiento es una propiedad de la degeneración biológica y, en particular, humana.

Se le priva de vida a la persona: se le priva de la escucha, no se le habla (espiración más evolucionada, se le impide el descanso). Se le quita la palabra, ¡que te calles!

Se le quita la comida (se comienza por homogeneizarla se le impone la no regularidad. Recuérdese que la insulina es el metrónomo, el tempo de la sinfonía, el aunar todos los instrumentos de la orquesta)

Por último, se le priva del agua, se le hace perder y no reponer.

Se pierde el concepto de educación de Krausse.

Por último se le priva de la memoria. Se le entierra en una cuneta.


El problema es que las cunetas pasan a calderines y estos a calderones que dejan paso a las cárcovas donde aparecen los estratos de la vida; las paredes delatoras, o muros de la lamentación que terminan en un rifa, o falla que bifurcará la evolución: una rama regresará y otra evolucionará adaptándose.

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