¿Cuánto tiempo has vivido?
Había una vez un viajero que se dedicaba a recorrer infinidad de países y que llegó un día a un pequeño pueblo. Paseando por sus calles, preguntó a sus habitantes por algún lugar hermoso que visitar..., algún sitio emblemático o característico que mereciera la pena ver... Todos le aconsejaron visitar el cementerio. Así que, un tanto asombrado, se dirigió al camposanto. Una vez allí, recorrió las lápidas y las leyó atentamente. De inmediato llamó su atención las fechas escritas en ellas: 10 años, 5 años y 5 meses, 15 años, 7 meses y 8 dias, 25 años y 2 meses, ...¡La extrañeza y la tristeza le embargaron!
¿Es que había una especie de maldición en aquel pueblo? ¿Porqué sus habitantes fallecían tan jóvenes, e incluso de niños?
Tan asombrado estaba que fue a buscar al sepulturero.
¿Qué ocurre en este pueblo?, le preguntó, ¿porqué la gente muere tan joven?,¿acaso entierran a los más viejos en otro lugar?
¡No!, le contestó el empleado con una sonrisa, en este pueblo contamos el tiempo vivido de otra forma. Para nosotros el tiempo que va uno es el que ha disfrutado, ¡pero de verdad!
Y le explicó que en aquel pueblo todo el mundo tenía por costumbre anotar en un cuaderno los momentos felices que había vivido: el primer beso, el primer amor, una fiesta con sus amigos, ... Al morir se realizaba la suma y se ponía en la lápida de cada uno de ellos.
Así se recordaba el tiempo que esas personas habían sido realmente felices ... En este pueblo pensamos que el tiempo intensamente disfrutado es el tiempo intensamente vivido”
¡GRACIAS POR TU VIDA!
Con inmenso cariño y agradecimiento sinceros.
Fdo.- Luciana
Desde mis 7 años que anoto periódicamente mis observaciones personales. Al conjunto lo titulé “Curso Biográfico” por indicación del abuelo y padre. La primera libreta que me regaló mi padre la tituló: Memoria de don Augusto Pérez, mi hijo novelado”
Este regalo se continuó con un paquete de libretas perforadas para anillar. En este me las tituló “curso biográfico de Augusto, quien reconstruirá la memoria de una familia singular”
Los cuadernos eran cuadriculados y no rayados como el primero.
Ese día fue cuando “Manolo, ten. Aquí tienes la declaración jurada de tu filiación paterna y materna hecha en la casa d la c/ Emperatriz de Biarritz.
Ese día me hablaron del hecho.
Ellos me dijeron que no hablase de ello: “es cosa de los hombres de la familia” Nunca hablé salvo con mi padre. Y él con Martín, Joël, Marita y Maria.
¡Precioso cuento de Jorge Bucay!
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