Cuando en el verano de 1934 el jefe del ejército republicano, bajo las órdenes del general Franco desde Madrid, desalojó a Doña Amalia Bailly de su casa, en la calle Toreno 2, para trasladar allí la comandancia militar. Doña Amalia habitaba su casa con sus hijos Antonio y Francisco, acompañada de dos mujeres que atendían las necesidades de la familia.
Es fácil saber que en silencio abandonó la casa que junto a su esposo Don José hizo construir en los años ochenta del siglo XX y que ella continuó habitando tras la muerte de aquel en 1911. Se trasladó a otra casa, negando el ofrecimiento que su hijo Don Augusto con el fin de evitar lo inevitable. Tras la salida del ejército, de nuevo regresó a su casa llevando consigo a los suyos. En el verano de 1936 la situación se repitió. En ese tiempo su hijo Antonio se trasladó a Madrid con su cuñada y sobrina atendiendo a la solicitud que su hermano Augusto le hizo ante el temor de ser asesinadas, tanto en Asturias como en Madrid.
Posteriormente Doña Amalia se trasladó sola a Madrid, ocupando su propia casa y no la de su hijo Augusto.
El asesinato de Amalia y María Josefa, fué descubierto por su hijo y hermano, como ya anoté en otra ocasión.
La muerte de Don Antonio y Doña Amalia fueron posteriores, aunque no se anotó la de Don Antonio, la de Doña Amalia se anotó como de "cáncer de edtónago" y, en la reconstrucción hecha tras finalizar la guerra por parte de los asesinos franquistas, se refiere, por separado que sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio de La Almudena.
Lo que no consiguieron fue el de enterrar su memoria ni tampoco los motivos ni circunstancias.
Si se cumplieron los deseos expresados en su testamento.
Sé que San Antolin tendió su mano para ayudarte a subir a la diestra del Padre Trino.
En otro momento iré desgranando tu historia, jamás olvidada por tus hijos y nietos.
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