Un sucinto documento de tres párrafos condensa toda la crudeza del acuerdo firmado entre la Unión Europea y Turquía para expulsar a cualquier migrante –incluidos refugiados- que provenga de ese país vecino. Los sirios arribados a las islas griegas desde el pasado 20 de marzo, que serán devueltos en virtud de ese acuerdo, han comenzado a recibir ya impresos como este, al que ha tenido acceso EL PAÍS.
Esa denominada prueba de notificación recoge la clave del llamado "pacto de la vergüenza" entre Bruselas y Ankara, que suscita numerosas dudas legales y morales. Una mujer siria, hija de Mohamad, como se aprecia en el impreso -el resto de datos personales se han omitido-, no podrá quedarse en la isla de Lesbos, adonde llegó en una embarcación. “La solicitud que presentó se rechaza por inadmisible, porque Turquía es considerado un país tercero seguro para ella”, se argumenta en el documento. Se trata de una respuesta estandarizada que las autoridades griegas de asilo ofrecen a todo demandante que partiera de Turquía como paso previo a su expulsión.
El documento recoge, eso sí, el derecho a apelar en cinco días. Si no lo hace en ese plazo, “el solicitante será expulsado del país”, un destino que casi con toda seguridad le aguardará aunque recurra. Salvo casos específicos de persecución en Turquía (por ejemplo, un sirio kurdo), todos los ahora denominados por la UE migrantes irregulares serán devueltos al país vecino.
Esta notificación está fechada y sellada el 14 de abril, lo que sugiere que ya hay demandantes de asilo que han recibido una primera negativa cuyo plazo de apelación se ha cumplido. Las primeras expulsiones de refugiados de libro (los que huyen de conflictos como el sirio) pueden, por tanto, comenzar pronto.
Aunque la ONG que ha facilitado este documento asegura que la mujer siria estaba ya de vuelta en Turquía, tanto la Comisión Europea como la agencia de la UE especializada en asilo, EASO, insisten en que hasta el momento no se ha expulsado a nadie que hubiera solicitado protección en Grecia. De las 325 personas retornadas hasta ahora, solo dos eran sirios, pero no habían pedido asilo, según los datos oficiales del Ejecutivo comunitario.
Del impreso sorprende también que no vaya firmado por la solicitante, por el funcionario de EASO y por el intérprete, cuyas casillas permanecen vacías. Fuentes conocedoras de estos procedimientos consideran probable que se trate de la copia entregada a la interesada, sin firmar, y que la Administración haya conservado la firmada.
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