Aquí todo el mundo habla en politejo, o idiota, como refiere la antropóloga Dolores González Martínez.
Según el Peculio, o diccionario de la Real Academia de la Lengua de Lughonia, la expresión "tiene una relación constitucional moderna y madura con Reino Unido", es propia del homo idiota protoneanderthalensis.
La UE definirá a Gibraltar como “colonia” por la presión de España si hay Brexit duro
Londres califica de “inaceptable” definirla de este modo porque "tiene una relación constitucional moderna y madura con Reino Unido"
Londres / Madrid
España ha ganado otra pequeña batalla diplomática en Bruselas por el contencioso de Gibraltar. Un texto comunitario redactado por si se produce un Brexit duro define al Peñón como colonia, algo que Reino Unido considera “inaceptable”. El término figura en un documento acordado este viernes por los 27 socios que quedarán en la UE tras el Brexit que exime de visado a todos los británicos (incluidos los gibraltareños) para estancias cortas. España confía en que la etiqueta siente precedentes.
Un texto legal pensado para facilitar los flujos entre británicos y el resto de europeos en caso de salida abrupta de la UE ha sembrado la discordia en Reino Unido a cuenta de Gibraltar. Así lo ha hecho saber el representante británico ante el club comunitario. A pesar de ello, el texto está cerrado (aunque queda la ratificación definitiva), según explican fuentes de la negociación. En todo caso, esa modificación al reglamento de visados solo entrará en vigor si la salida británica se salda sin acuerdo, una hipótesis cada vez más probable, aunque no definitiva.
La ventaja de viajar sin visados se aplicará también a los ciudadanos del Peñón. Pero para consignarla, el documento aclara que se trata de una colonia británica. A petición de los representantes del Gobierno español, el texto incluye una nota a pie de página en la que se indica que “existe una controversia entre España y Reino Unido respecto a la soberanía de Gibraltar, un territorio para el que la solución debe ser alcanzada bajo la luz de las relevantes resoluciones y decisiones de la Asamblea General de Naciones Unidas”, según ha podido confirmar este diario. La nota establece claramente que Gibraltar debe ser considerada “una colonia de la Corona británica”. La ONU considera el Peñón como “territorio no autónomo pendiente de descolonización”, pero Londres no comparte esa definición.
La clave de esta apostilla de inspiración española reside en un capítulo anterior del conflicto gibraltareño, que España considera una victoria aun más reseñable que esta. En los planes de contingencia que esbozó la Comisión Europea el pasado diciembre, había una mención explícita a que Gibraltar no formaba parte de los preparativos en caso de no acuerdo. Por eso, permitir que el Peñón se beneficiara, junto a Reino Unido, de la exención de visados requería otra referencia explícita. Aunque esa modificación del reglamento solo prosperará si finalmente Reino Unido sale de la UE sin red, España confía en que la denominación de colonia siente un precedente y se consolide en los textos comunitarios como etiqueta para Gibraltar. Preguntado sobre esta disputa, un portavoz de la Comisión Europea evitó este viernes pronunciarse en rueda de prensa.
El Gobierno de Reino Unido transmitió a EL PAÍS su posición ante el contenido del texto. “Gibraltar no es una colonia y es completamente inaceptable definirlo de este modo. Gibraltar forma parte de la familia de Reino Unido y tiene una relación constitucional moderna y madura con Reino Unido. Esta situación no cambiará por nuestra salida de la UE. Todas las partes deben respetar el deseo del pueblo de Gibraltar de ser británico”, explicó un portavoz.
Quejas de Picardo
También el Gobierno de Gibraltar expresó su disconformidad con estos términos, que considera anacrónicos. “El uso de semejante lenguaje, en caso de materializarse en los documentos finales, no ayuda a la creación de un clima de entendimiento y confianza entre Gibraltar y España a medida que nos preparamos para abandonar la UE”, afirmó en un comunicado el Ejecutivo que preside Fabián Picardo.
La nota a pie de página, según explica el diario Financial Times, es el fruto de un acuerdo entre Madrid y París. El Gobierno francés quiso acotar un texto previo que hacía referencia a la lista de Naciones Unidas de “territorios sin autogobierno [...] sujetos a la descolonización”, en la que figura Gibraltar. El Elíseo mostró su inquietud porque la lista incluye también territorios como la Polinesia Francesa o Nueva Caledonia. La solución, centrada exclusivamente en la definición de Gibraltar, ha desatado los nervios en Downing Street.
España considera que la situación no debería ser objeto de controversia. Gibraltar constituye un territorio en disputa entre los dos Estados y ha sido objeto de más de un sinsabor durante la negociación del Brexit. Hasta ahora la Unión Europea, como club que albergaba tanto a España como a Reino Unido, había evitado el término colonia porque deseaba mantener la equidistancia en el conflicto. Una vez fuera del club —el escenario en el que se sitúa este documento europeo, concebido para trazar la política de visados en caso de Brexit abrupto—, Bruselas tendrá menos dificultades en alinearse con la lógica española.
El Gobierno de Pedro Sánchez, además, buscaba un ejercicio de reafirmación tras el revés que sufrió en el tratado del acuerdo de retirada, que incluyó “con nocturnidad y alevosía”, según lo definió en su momento el Ejecutivo, un artículo que traspasaba las líneas rojas de España en esta negociación: perder su derecho de veto en la extensión a la colonia británica de los beneficios del acuerdo de retirada. Finalmente se logró una solución aceptable para todos, pero con muchas dificultades. Tampoco en esta ocasión ha sido fácil poner por escrito un vocablo tan controvertido como el de colonia, explican las fuentes consultadas.
La voluntad de May de reabrir las negociaciones sobre el acuerdo del divorcio de la UE ha provocado advertencias en Londres de que otros países podrían aprovechar la oportunidad para visitar de nuevo asuntos pendientes. Y el ejemplo más evidente es el contencioso de Gibraltar. El Gobierno español ya amenazó, con éxito, el pasado noviembre con vetar la aprobación del acuerdo de retirada de Reino Unido si no se ofrecían garantías de que el estatus de este territorio permanecería al margen del acuerdo y sería objeto de negociaciones bilaterales entre Madrid y Londres.
Downing Street aceptó, a regañadientes, que se incluyeran varias declaraciones de las instituciones comunitarias para aclararlo, pero no ha dejado de expresar desde entonces su malestar con la presión española. May ha insistido en varias ocasiones en sede parlamentaria en la soberanía británica de Gibraltar y se ha visto obligada a lanzar guiños constantes de respaldo a Fabián Picardo, ministro principal del Peñón.
UN LARGO CAMINO HACIA EL ENCAJE FUTURO
España se juega en el Brexit mucho más que la relación con Gibraltar. El impacto que la salida británica pueda tener en sectores clave como el turismo o el comercio excede los efectos del contencioso con la colonia británica. Pero la oportunidad de crear una relación más equilibrada con el Peñón tras el divorcio se ha convertido en la principal demanda española en esta tortuosa negociación.
El texto pactado ayer tiene la importancia de constituir el primero con sello de la UE que etiqueta como colonia a ese pequeño territorio de 32.000 habitantes. En el fondo, la esperanza de todos los socios europeos es que nunca llegue a entrar en vigor porque se ha concebido solo en el caso de que el Brexit se salde sin acuerdo. Pese a todo, España considera que se trata de un paso trascendente, aunque la UE también ha dado algunas muestras de agotamiento respecto a la insistencia española en un dosier altamente tóxico en Reino Unido. El apoyo automático a nuevas demandas españolas de este tipo no está garantizado.
Si la retirada británica concluye sin apretón de manos, el Gobierno español confía en que rijan los memorandos de entendimiento que ha firmado con Reino Unido para poner orden en las áreas más sensibles. Esos cuatro documentos ya están firmados por ambas partes, pero nada garantiza que Londres mantenga su palabra si el diálogo con Bruselas salta por los aires. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, no cesa de recalcar su validez aun en caso de Brexit abrupto. Fuentes jurídicas ligadas a la Administración arrojan dudas y apuntan a las referencias cruzadas que hay en ambos textos (el acuerdo de retirada alude a los memorandos y viceversa). Además, tres de esos acuerdos (referentes al tabaco, al medio ambiente y a la cooperación policial) aclaran que solo se aplicarían en el llamado periodo de transición (el que regirá desde el Brexit hasta el eventual acuerdo de relación futura entre Reino Unido y la UE). Sin pacto, tampoco habrá transición y, por tanto, esos textos pueden quedar en un limbo.
El único texto con vocación de permanencia es el referido a la circulación de ciudadanos (esencialmente, de esos más de 10.000 españoles que cruzan la verja cada día para trabajar). Incluso en el comunicado que emitió este viernes Gibraltar para lamentar el empleo del término colonia en los textos comunitarios, el Gobierno del Peñón dejaba patente que facilitará ese tránsito.
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