domingo, 10 de febrero de 2019

No hacer virguectomía ni virgotomía

El  lugar de espera a ser recibido, el patio, el atrio, de los arrallanes de mi amada Alhambra.


 El prepucio, el glande y los cuerpos cavernoso, de la mujer, en su atrio, separado de la uretra que en el hombre aún están separados.
A la mujer se le amputa el clítoris, la campana a la que se llama para pedirle permiso de entrada, despertando el placer del visitante. Se le penetra sin llamar y se le amputa para violar su intimidad. Al hombre no se le amputa el glande del prepucio para reducir su goce, su privacidad. Tanto uno co otro lo hacen nombre de dios como venganza por haberle roto a él y su mundo asexuado, sin setimientos, o angelical.


Virgo, puerta a la santidad, puerta a la salud, puerta a la vida, puerta al bienestar.

Clítorix, cancerbero del edén, del paraíso, de la salud, de la vida, del bienestar.

Quien decide atravesar la entrada a la vida lo hace  consciente de no tener retorno, que lo hace llamando, a la que mandata y cultiva, y pidiendo si acepta la media capa que cubre su ignorancia.

Cuando responde que acepta consciente que penetre su puerta y espere en el zaguán a ser recibido, y solo cuando acepta a que traspase su puerta, es cuando podrá penetrar. Cuando no se le contesta o cuando se le niega la entrada, deberá no penetrar en la propiedad de la mujer contra su voluntad o su silencio.

Nadie puede anular, ni la propiedad misma, del recurso natural de llamada.




Los labios mayores y menores tienen el mismo trabajo que el prepucio, al igual que las glándulas de Bartolino. 


El virgo cumple el trabajo a nivel vaginal.



No se debe hacer virgotomía ni virguectomía. No se debe hacer clirotomía ni cliterectomía. No se debe hacer glandectomía ni glandetomía.
Hay que educarse en el reconocerse la privacidad, la intimidad y nunca violarla.



Los labios han de abrirse y el virgo retraerse para proceder al aseo y, con ello, las infecciones locales.





Venus. Fuente del sol en Niza

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