La Princesa Escita Ukok
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La Princesa Escita Ukok: el hallazgo
Se trata de una región bien conocida por la existencia, desde épocas prehistóricas, de tribus nómadas y seminómadas famosas por su dominio del caballo y sus aptitudes guerreras. Estos pueblos, ya descritos por Herodoto y de cuyas mujeres Adrienne Mayor nos dice en The Amazons: Lives and Legends of Warrior Women across de Ancient World que surgió el mito griego de las amazonas, son conocidos como escitas, kurgán o panzyrik entre otros nombres.
En una de las cámaras funerarias, en un buenísimo estado de conservación gracias al hielo, el equipo de Polosmak descubrió un ataúd decorado con figuras de cérvidos.
Dentro descansaba una mujer joven, que mostraba los restos de la típica vestimenta escita y que tenía la piel recorrida por tatuajes, entre los que destacaba el ciervo del hombro izquierdo.
La momia estaba acompañada, a la manera de los guerreros de los pueblos escitas, por seis caballos equipados con arreos y sillas. En la tumba también se encontraron restos de carne de caballo y ovino, fruto de un banquete funerario o una ofrenda para acompañarla en el más allá, así como adornos de madera y metal, cuentas de collar, semillas carbonizadas y un pequeño recipiente con restos de cannabis.
El cuerpo fue extraído del hielo y depositado en un museo a bajas temperaturas para que pudiera conservarse en las mejores condiciones. El hallazgo tuvo una increíble repercusión, y la momia fue bautizada con diversos nombres: Princesa del Hielo, Doncella del Hielo Siberiana, Princesa Escita, Princesa Ukok…
La cazadora escita: interpretaciones sobre su origen y su forma de vida
En el momento del hallazgo la antropología física no se encontraba lo suficientemente avanzada como para realizar un análisis exhaustivo de la momia. Le habían extraído los órganos antes de enterrarla, por lo que parecía imposible determinar una causa de la muerte, y la investigación del momento se centró en analizar sus tatuajes, vestimenta y ajuar. Pero una década más tarde, la Princesa del Hielo ha vuelto a ser objeto de estudios.
Un análisis demostró que murió a la edad de 25-28 años, que medía entre 1,62 y 1,69 cm. y, que si bien fue enterrada en una zona adscrita al pueblo Ukok, su ADN no concuerda con ninguna de las poblaciones asiáticas ni europeas. Se le detectaron diversas lesiones provocadas por golpes o agresiones, así como algunas de las patologías propias de los pueblos nómadas que pasaban los días a caballo. Además, se descubrió que había padecido cáncer de mama, aunque los investigadores creen que esa no fue la causa final de su muerte.
Sin duda alguna, el asunto que más controversia ha generado en torno a la mujer guerrera siberiana ha sido la aparición junto al cadáver de restos de cannabis. El descubrimiento de su enfermedad ha hecho que algunos investigadores propongan que lo consumió para paliar el dolor que el cáncer le generaba.
No obstante, y aunque puede que emplease la sustancia con este fin, las fuentes griegas antiguas ya mencionaban que las tribus escitas, desconocedoras del vino, ingerían en sus fiestas leche de yegua fermentada y un producto que se ha identificado con el cannabis, ya fuera inhalado o mezclado con esa leche. Por ello, y aunque seguramente la mujer siberiana conociese los efectos paliativos del dolor de la droga, puede también que la consumiese de forma habitual con fines lúdicos.
Su lugar de descanso
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