La Lloquina, es la figura en metal que representa a la madre resignada asturiana que despide a su hijo que se aleja del hambre de su tierra verde, en un vapor que en tres semanas avistará tierras del oeste de la anhelada tierra de Cuba.
Muchos han quedado en el mar y otros en la tierra donde, esclavizados, incluso por sus familias, que los acogían como esclavos, sin fin del trabajo diario y dormir bajo la mesa de venta.
Pocos consiguen el anhelado regreso a su tierra de Asturias que mucho tiempo atrás abandona por el hambre.
Hoy los mozos huyen de la penuria laboral para reforzar su formación y poder obtener trabajo en su paraíso verde.
Pocos regresan con el ánimo encendido de ser queridos en su tierra, no encontrando la acogida que anhelaban tener cuando su madre les despedía enloquecida por la incomprensión que con su hijo habían tenido. Ahora, a su regreso, los hijos se rebelan ante la madre, única que les acoge y comprenden. El hijo no comprende lo que le está sucediendo y su madre, desesperada, sola, trata de consolarle y consolarse. Nadie les escucha.
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