martes, 25 de diciembre de 2018

El perro de cinco patas y la historia de la veterinaria

El perro de cinco patas y la historia de la veterinaria

La primera facultad de España celebra 225 años de enseñanza entre restos de su Gabinete de Monstruosidades y otras piezas insólitas

Un esqueleto de perro con cinco patas y seis pies, en el Museo Veterinario de la Complutense.
Un esqueleto de perro con cinco patas y seis pies, en el Museo Veterinario de la Complutense. ANDREA COMAS
El 11 de abril de 1958, unos jóvenes vestidos con batas blancas cruzaron la Gran Vía de Madrid cargados con cajas. La fotografía que se conserva de aquel periplo no permite ver el contenido, pero muy posiblemente los estudiantes transportaban hacia su nueva sede en la Ciudad Universitaria, además de instrumental de laboratorio, restos del Gabinete de Monstruosidades, acumulado desde los primeros años del Real Colegio Escuela de Veterinaria, fundado en 1793. Cerdos con ocho patas, vacas de dos cabezas y corderos cíclopes desfilaron por el centro de la capital aquel día de primavera.
Cerdos con ocho patas y vacas de dos cabezas desfilaron por la Gran Vía de Madrid en 1958
El historiador Joaquín Sánchez de Lollano recuerda la anécdota al pie de un esqueleto de perro con cinco patas y seis pies del siglo XIX, un superviviente del gabinete que se exhibe en el Museo de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. El lugar es tan peculiar que hace poco recibió la visita de la Asociación Española de Escritores de Terror. Hay truculentos fetos en formol, gigantescos aparatos castradores, muestras de tejidos con el letal virus de la rabia, una colección de cuerpos extraños encontrados en las tripas de animales y así hasta 4.000 piezas históricas insólitas.
La facultad celebra estos días con charlas y exposiciones el 225 aniversario de la enseñanza metódica de la veterinaria en España. Hoy, los alumnos aprenden a extraer semen a caballos a unos 500 metros del despacho del presidente del Gobierno en el Palacio de la Moncloa, en la orilla de la autopista A-6, pero “la veterinaria tiene un origen tan ilustre que su primera sede fue el Paseo de Recoletos”, subraya Sánchez de Lollano. Allí, en lo que hoy es la Biblioteca Nacional, se fundó el Real Colegio Escuela de Veterinaria.
Mudanza en 1958 por la Gran Vía hacia la Ciudad Universitaria de Madrid.
Mudanza en 1958 por la Gran Vía hacia la Ciudad Universitaria de Madrid. 
“Hasta 1840 fue un organismo militar y para ingresar era necesario presentar un certificado de salud y robustez”, recuerda el historiador, mostrando una de las cintas métricas que se empleaban para medir la anchura del pecho de los alumnos. Los estudiantes debían ser capaces de herrar un caballo, que entonces era el principal paciente de la profesión. La palabra veterinaria, de hecho, procede de albéitar, que en árabe significa “sanador de caballos”. La primera escuela de veterinaria del mundo fue fundada en Lyon, en 1762, para formar a especialistas que fueran capaces de curar a los caballos heridos en las guerras.
“Las personas mordidas por perros con rabia en Madrid también acudían al Real Colegio Escuela de Veterinaria para que, con estos instrumentos de metal puestos al rojo vivo, les cauterizaran la herida”, señala Sánchez de Lollano delante de una vitrina. “Toda nuestra colección de cauterios ha probado la carne humana”, recalca con una sonrisa.
La reina Sofía con su burro en la Facultad de Veterinaria de la Complutense.
La reina Sofía con su burro en la Facultad de Veterinaria de la Complutense. 
La profesión se consideró reservada a los hombres hasta 1925, cuando la extremeña María Cerrato Rodríguez se convirtió en la primera mujer veterinaria en España para poder continuar con la actividad de su padre en un herradero. En Madrid, las mujeres eran el 0,1% de los alumnos en 1945, el 4% en 1965, el 45% en 1985 y el 63% en el año 2000, según los datos de María Castaño, la primera catedrática de la facultad. “En este curso, de 1.000 estudiantes el 74% son mujeres”, apunta el decano, Pedro Luis Lorenzo.
Sánchez de Lollano, director del Museo y veterinario además de historiador, cree que la profesión es “una enorme desconocida” para la sociedad. “Nos dedicamos al control de plagas, de alimentos, de aguas. Y en la veterinaria caben desde una hormiga a un elefante”. Su objetivo es que el Museo —abierto sin apenas publicidad desde 2009— sirva para explicar la historia del vínculo entre humanos y animales y para reivindicar el oficio, pero necesita dinero.
Pedro Luis Lorenzo, decano de Veterinaria, y Joaquín Sánchez de Lollano, director del Museo.
Pedro Luis Lorenzo, decano de Veterinaria, y Joaquín Sánchez de Lollano, director del Museo. 
Algunas piezas de valor incalculable requieren una restauración. Un imponente caballo de madera policromada esculpido en 1845 a tamaño natural para enseñar anatomía ha sido rescatado tras pasar décadas tirado en un rincón y pintarrajeado a bolígrafo con insultos a los profesores. “Tenemos 400 tipos de herraduras, deberíamos tener suerte. A ver si nos llueven patrocinadores”, bromea el director.
La escuela madrileña está llena de anécdotas, como la del domador que acudió hace cinco años con un león de 218 kilogramos al que le dolía la boca. Los cirujanos del Hospital Clínico Veterinario Complutense le extrajeron un colmillo de 10 centímetros de longitud. El decano también recuerda cuando la reina Sofía apareció en 2013 con una cría de burro, posiblemente descendiente de alguno de los pollinos que la Asociación para la Defensa del Borrico regala a la Casa del Rey desde hace 25 años. “El burrito estuvo con nosotros casi un mes y la reina venía con mucha discreción a visitarlo prácticamente dos o tres veces por semana”, narra Lorenzo. “Por supuesto, el burro salió adelante”.
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