sábado, 12 de mayo de 2018

Jean-Paul Sartre



Jean-Paul Sartre fue “El Pensador Real del Mayo Francés”


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Henri Cartier Bresson, Manifestacion estudiantil, Paris, 1968
El filósofo y periodista Yves Boissonnas no tiene dudas en valorar a Jean-Paul Sartre como “el pensador real del Mayo Francés”. A su juicio, fue el único intelectual que se convirtió en imagen y motor del movimiento que hizo vibrar las calles de Francia e impactó al mundo convulsionado de 1968.
“Nadie niega que él fue quien tomó bandera con las rebeliones”, afirma Yves Boissonnas, y relata que Sartre no solo se lanzó a las calles para defender al movimiento estudiantil, sino para luchar que fuese la juventud obrera la que manejara las fábricas.
De acuerdo con Boissonnas, es Sartre quien “rescata la importancia fundamental de la historia en la vida humana”; pero también “rescata a Marx –él era existencialista marxista-, y por eso se le considera la gran cabeza pensadora del Mayo del 68”.
“Es él quien le quiere dar una razón de ser a la lucha en sí misma. No lo logra -uno ve los resultados finales- pero es el único que tenía un pensamiento político, claro, contundente”, sentencia.
A LA CALLE
Sartre era el hombre que salía a las calles con megáfono en mano para agitar a la juventud, e incluso se aparecía en las barricadas durante las revueltas del 68, cuenta Boissonnas.El movimiento juvenil en la calle no solo leía sus publicaciones, sino que además se encontraba con él y lo aplaudía: “Él tiraba líneas políticas, aún sin querer”.
A decir de Boissonnas, a través de las ideas de Sartre el Mayo Francés retoma un nuevo oxígeno y rescata la necesidad de desarrollar cambios sociales y revolucionarios. Francia era un país que venía de la derrota. La sociedad “andaba de capa caída, llena de amargura y frustraciones”; pero a partir del 22 de marzo, con los estudiantes de la Nanterre, se inicia un nuevo momento.
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UNA CULTURA DIFERENTE
Durante el Mayo del 68 se llevan a cabo discusiones teóricas sobre problemas concretos. “Se trata de destruir todo lo que es poder por un lado, mientras que por otro se busca construir cosas diferentes al poder de los medios de comunicación y su supuesta cultura”, explica Boissonnas.
Fue un momento en el que se abrió un campo de acción para transformar valores como el sexo, el feminismo, la homosexualidad. También el tratamiento de las mercancías, el cine, el teatro.
El mayo del 68 quería combatir toda esa industria. Sin embargo, apunta Boissonnas, “en el fondo -quizá sin saberlo- ellos marcharon hacia la construcción de otra cultu ra que resultó absorbida. Ellos nunca se dieron cuenta de eso, se percataron fue año después”.
LA GRAN DEBILIDAD
A juicio de Boissonnas, la gran debilidad del Mayo del 68 fue no tener una convicción ideológica fuerte y clara: “Uno lo ve por los resultados, los nuevos filósofos se fueron rápidamente por la derecha… El pensamiento quedó congelado y el Mayo Francés terminó en moda”.
Con excepción de Sartre, sostiene, el sistema se encargó de absorber muchas cosas. De esa manera, el combate, las ideas y el debate fueron desapareciendo.
El único logro del movimiento se palpa en lo político, con la derrota del referéndum convocado por Charles de Gaulle para reformar el sistema universitario y el Esatdo. Sin embargo, Boissonnas recuerda que esa no era la meta: “Tumbar a de Gaulle no era el fin; sí pudo haber sido el destruir el Estado, el que los partidos políticos dejaran de existir, pero no sacar a un hombre para meter a otro”.
Los acontecimientos que siguieron marcaron poco a poco la muerte del movimiento revolucionario. El 13 de junio de 1968 el nuevo ministro de Interior francés, Raymond Marcellin, decretó la prohibición de una media docena de “grupúsculos” de extrema izquierda, en los que no se incluyó a la Internacional Situacionista.
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De acuerdo con Boissonnas, ese fue un hecho que llamó mucho la atención: “Los situacionistas no fueron considerados una amenaza para el Estado. Por el contrario, se insertaban estructuralmente en la continuidad de los grupos surrealistas o letristas”.

Guy Debord no se reconoció como un activista marxista, ni trotskista. A Henri Lefebvre, autor de La crítica de la vida cotidiana (1947), se le acusó de ser situacionista por la cantidad de conceptos que manejaba en sus textos y nunca fue tocado, agregó Boissonnas.
“En 1972 (Giles Deleuze y Félix Guattari retornaron a la interrogante del deseo en el Anti-Edipo, y luego Michel Foucault se aposentaba en el poder de su Vigilar y Castigar” señaló. También, “Bernard Henri Levy y Maurice Clavel fueron catalogados como los nuevos filósofos. Era el nuevo pensamiento de derecha en Francia”
T/ Jeylú Pereda

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