miércoles, 20 de marzo de 2019

Cuarenta años de ‘El crimen de Cuenca’

Cuarenta años de ‘El crimen de Cuenca’, la película secuestrada por los militares

El documental 'Regresa el Cepa' reconstruye el complicado recorrido del filme de Pilar Miró, cuyo estreno estuvo paralizado 19 meses antes de convertirse en un taquillazo

Una imagen de las torturas en 'El crimen de Cuenca'. En el video, reportaje sobre el estreno de 'Regresa El Cepa'. ATLAS
El devenir de El crimen de Cuenca, la película de Pilar Miró, cuyo estreno estuvo paralizado durante 19 meses por la justicia militar, fue azaroso, largo, coincidió con el momento más complicado de la democracia española, el 23-F, y tuvo un final feliz, al convertirse en un éxito de taquilla. Era otra España: la de los ruidos de sables, la de ministros que en el estrado del Congreso defendían que el Gobierno no cumpliera la Constitución, la que aún se sacudía el polvo del franquismo. El documental Regresa El Cepa, de Víctor Matellano, que se ha estrenado en el festival de Málaga, recupera todo aquel recorrido con una mirada actual y con participantes de su rodaje.
En realidad, El crimen de Cuenca nació como un trabajo de encargo para Pilar Miró. La idea original y el primer guion fueron de Juan Antonio Porto. Él conocía al dedillo la historia original, ocurrida en Osa de la Vega (Cuenca), y que arranca en agosto de 1910, cuando desapareció un pastor, José María Grimaldos, apodado El Cepa. Otros dos compañeros suyos, Gregorio Valero y León Sánchez, fueron acusados de su asesinato, y aunque al principio se sobresee la causa, la llegada de un nuevo juez, Emilio Isasa, abrió de nuevo las pesquisas. Valero y Sánchez son torturados por la Guardia Civil hasta que confiesan el crimen, y estuvieron encarcelados durante años, hasta que un jurado popular les condenó en 1918 a 18 años de cárcel. Gracias a un indulto, salieron de prisión en 1924. Dos años más tarde, El Cepa reapareció para conseguir su partida de bautismo para casarse: había estado residiendo en Mira, otro pueblo de Cuenca.
"Porto quería hacer un thriller más judicial, y el productor Alfredo Matas quería filmar El expreso de medianoche a la española", recuerda Matellano. "Por eso encarga otra versión a Lola Salvador y busca a un cineasta con carácter: Pilar Miró". El rodaje, en agosto de 1979, se realizó en escenarios reales, con buen ambiente y, eso sí, recreación minuciosa de las torturas. "Miró quiso incidir, más que en el dolor de las torturas, en lo que conllevan de degradación humana de sus víctimas", asegura el documentalista y, en pantalla, actores y técnicos del rodaje. Pero justo en aquellos meses de 1979 saltaron varios casos de torturas en las primeras páginas de los periódicos, y aunque el Ministerio de Cultura aprueba su calificación, el 11 de diciembre de 1979, a dos días del estreno, la justicia militar paraliza su lanzamiento y secuestra las copias.
Diego Galán cuenta que en los diarios de la directora se refleja que se sintió muy sola durante esos meses
Curiosamente el libro de Lola Salvador sobre los hechos, los anuncios de televisión y las numerosas fotografías de la película sí vieron la luz. Durante 18 meses la película fue la patata caliente del Gobierno de Adolfo Suárez, muy renuente a apoyar su estreno. En ese periodo, Ricardo de la Cierva fue nombrado ministro de Cultura, y preguntado por Alfonso Guerra en el Congreso por el filme y el cumplimiento de la Constitución, aseguró que el Gobierno no tenía que cumplir la Constitución. El crimen de Cuenca fue apoyada en una carta por 500 intelectuales, se proyectaba a escondidas -sobre todo, en casa de Diego Galán- y una copia incluso se proyectó en el festival de Berlín. "Al inicio, Pilar Miró, una mujer compleja según quienes la conocieron, se lo tomó como un reto para mostrar su fortaleza. Pero según avanzó el proceso, se sintió más desvalida", dice Matellano. Y además llegó el 23-F, diez días después de que la cineasta fuera madre. Galán cuenta que en los diarios de la directora se refleja que se sintió muy sola.
Finalmente, en mayo de 1981 se sobreseyó la causa, meses después de la modificación del Código de Justicia Militar, que aprobó que ningún militar podría ser procesado por injurias al estamento militar. El crimen de Cuenca se estrenó en agosto de 1981. Había costado 270.400 euros (45 millones de pesetas) y recaudó más de 2,5 millones de euros, superando incluso a En busca del arca perdida.
'El crimen de Cuenca' se estrenó en agosto de 1981. Había costado 270.400 euros y recaudó más de 2,5 millones de euros, superando incluso a 'En busca del arca perdida'
En el documental, Guillermo Montesinos (que encarnó a El Cepa), y otros miembros del reparto, vuelven a los lugares del rodaje. Más aún, Montesinos repite la secuencia final, que ilustra la vuelta del Cepa al pueblo y su reencuentro con sus dos asesinos. "Me apetecía ahondar en la reflexión del creador y el lugar de la creación", asegura Matellano.En pantalla hablan los actores del filme, como Héctor Alterio, Assumpta Serna, Mercedes Sampietro, José Manuel Cervino o Francisco Casares; los guionistas Lola Salvador y Juan Antonio Porto, la jefa de producción Sol Carnicero, el director de fotografía Hans Burmann o la maquilladora Paquita Núñez. Junto a ellos, Fernando Lara, Diego Galán, Joaquín Ruiz Jiménez Aguilar (abogado de Pilar Miró en el caso), José Bono y los vecinos de Belmonte (Cuenca), donde se filmó El crimen de Cuenca.
Además de los testimonios, que retratan una época y la lucha por la libertad de expresión, el documentalista incide en otra vertiente, la feminista, de aquel filme, ya que el guion y la dirección procedían de dos mujeres cineastas: "En realidad, Lola Salvador firmaba con sus apellidos, Salvador Maldonado. Ahora podemos tener otras lecturas y connotaciones". Para Matellano, Regresa El Cepa subraya "la capacidad del cine para cambiar el mundo; desde luego, El crimen de Cuencalo logró".
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CONTENIDO PATROCINADO, la película secuestrada por los militares

El documental 'Regresa el Cepa' reconstruye el complicado recorrido del filme de Pilar Miró, cuyo estreno estuvo paralizado 19 meses antes de convertirse en un taquillazo

Una imagen de las torturas en 'El crimen de Cuenca'. En el video, reportaje sobre el estreno de 'Regresa El Cepa'. ATLAS
El devenir de El crimen de Cuenca, la película de Pilar Miró, cuyo estreno estuvo paralizado durante 19 meses por la justicia militar, fue azaroso, largo, coincidió con el momento más complicado de la democracia española, el 23-F, y tuvo un final feliz, al convertirse en un éxito de taquilla. Era otra España: la de los ruidos de sables, la de ministros que en el estrado del Congreso defendían que el Gobierno no cumpliera la Constitución, la que aún se sacudía el polvo del franquismo. El documental Regresa El Cepa, de Víctor Matellano, que se ha estrenado en el festival de Málaga, recupera todo aquel recorrido con una mirada actual y con participantes de su rodaje.
En realidad, El crimen de Cuenca nació como un trabajo de encargo para Pilar Miró. La idea original y el primer guion fueron de Juan Antonio Porto. Él conocía al dedillo la historia original, ocurrida en Osa de la Vega (Cuenca), y que arranca en agosto de 1910, cuando desapareció un pastor, José María Grimaldos, apodado El Cepa. Otros dos compañeros suyos, Gregorio Valero y León Sánchez, fueron acusados de su asesinato, y aunque al principio se sobresee la causa, la llegada de un nuevo juez, Emilio Isasa, abrió de nuevo las pesquisas. Valero y Sánchez son torturados por la Guardia Civil hasta que confiesan el crimen, y estuvieron encarcelados durante años, hasta que un jurado popular les condenó en 1918 a 18 años de cárcel. Gracias a un indulto, salieron de prisión en 1924. Dos años más tarde, El Cepa reapareció para conseguir su partida de bautismo para casarse: había estado residiendo en Mira, otro pueblo de Cuenca.
"Porto quería hacer un thriller más judicial, y el productor Alfredo Matas quería filmar El expreso de medianoche a la española", recuerda Matellano. "Por eso encarga otra versión a Lola Salvador y busca a un cineasta con carácter: Pilar Miró". El rodaje, en agosto de 1979, se realizó en escenarios reales, con buen ambiente y, eso sí, recreación minuciosa de las torturas. "Miró quiso incidir, más que en el dolor de las torturas, en lo que conllevan de degradación humana de sus víctimas", asegura el documentalista y, en pantalla, actores y técnicos del rodaje. Pero justo en aquellos meses de 1979 saltaron varios casos de torturas en las primeras páginas de los periódicos, y aunque el Ministerio de Cultura aprueba su calificación, el 11 de diciembre de 1979, a dos días del estreno, la justicia militar paraliza su lanzamiento y secuestra las copias.

Diego Galán cuenta que en los diarios de la directora se refleja que se sintió muy sola durante esos meses
Curiosamente el libro de Lola Salvador sobre los hechos, los anuncios de televisión y las numerosas fotografías de la película sí vieron la luz. Durante 18 meses la película fue la patata caliente del Gobierno de Adolfo Suárez, muy renuente a apoyar su estreno. En ese periodo, Ricardo de la Cierva fue nombrado ministro de Cultura, y preguntado por Alfonso Guerra en el Congreso por el filme y el cumplimiento de la Constitución, aseguró que el Gobierno no tenía que cumplir la Constitución. El crimen de Cuenca fue apoyada en una carta por 500 intelectuales, se proyectaba a escondidas -sobre todo, en casa de Diego Galán- y una copia incluso se proyectó en el festival de Berlín. "Al inicio, Pilar Miró, una mujer compleja según quienes la conocieron, se lo tomó como un reto para mostrar su fortaleza. Pero según avanzó el proceso, se sintió más desvalida", dice Matellano. Y además llegó el 23-F, diez días después de que la cineasta fuera madre. Galán cuenta que en los diarios de la directora se refleja que se sintió muy sola.
Finalmente, en mayo de 1981 se sobreseyó la causa, meses después de la modificación del Código de Justicia Militar, que aprobó que ningún militar podría ser procesado por injurias al estamento militar. El crimen de Cuenca se estrenó en agosto de 1981. Había costado 270.400 euros (45 millones de pesetas) y recaudó más de 2,5 millones de euros, superando incluso a En busca del arca perdida.
'El crimen de Cuenca' se estrenó en agosto de 1981. Había costado 270.400 euros y recaudó más de 2,5 millones de euros, superando incluso a 'En busca del arca perdida'
En el documental, Guillermo Montesinos (que encarnó a El Cepa), y otros miembros del reparto, vuelven a los lugares del rodaje. Más aún, Montesinos repite la secuencia final, que ilustra la vuelta del Cepa al pueblo y su reencuentro con sus dos asesinos. "Me apetecía ahondar en la reflexión del creador y el lugar de la creación", asegura Matellano.En pantalla hablan los actores del filme, como Héctor Alterio, Assumpta Serna, Mercedes Sampietro, José Manuel Cervino o Francisco Casares; los guionistas Lola Salvador y Juan Antonio Porto, la jefa de producción Sol Carnicero, el director de fotografía Hans Burmann o la maquilladora Paquita Núñez. Junto a ellos, Fernando Lara, Diego Galán, Joaquín Ruiz Jiménez Aguilar (abogado de Pilar Miró en el caso), José Bono y los vecinos de Belmonte (Cuenca), donde se filmó El crimen de Cuenca.
Además de los testimonios, que retratan una época y la lucha por la libertad de expresión, el documentalista incide en otra vertiente, la feminista, de aquel filme, ya que el guion y la dirección procedían de dos mujeres cineastas: "En realidad, Lola Salvador firmaba con sus apellidos, Salvador Maldonado. Ahora podemos tener otras lecturas y connotaciones". Para Matellano, Regresa El Cepa subraya "la capacidad del cine para cambiar el mundo; desde luego, El crimen de Cuencalo logró".
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