Konrad Lorenz
Título en español: Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada
Titulo original: DIE ACHT TODSUNDEN DER ZIVILISIERTEN MENSCHHEIT
Traducción de MANUEL VAZQUEZ
Primera edición: Julio, 1984 @ R. Piper & Co. Verlag, München, 1973 @ 1975, PLAZA & JANES EDITORES. S. A. Virgen de Guadalupe, 21-33 Esplugues de Llobregat (Barcelona) Printed in Spain -Impreso en España ISBN: 84-01-45030-6 -Depósito Legal: B. 24.991 -1984 GRAFICAS GUADA. S. A. -Virgen de Guadalupe, 33 Esplugues de Llobregat (Barcelona)
Título en español: Los ocho pecados mortales de la humanidad civilizada
Titulo original: DIE ACHT TODSUNDEN DER ZIVILISIERTEN MENSCHHEIT
Traducción de MANUEL VAZQUEZ
Primera edición: Julio, 1984 @ R. Piper & Co. Verlag, München, 1973 @ 1975, PLAZA & JANES EDITORES. S. A. Virgen de Guadalupe, 21-33 Esplugues de Llobregat (Barcelona) Printed in Spain -Impreso en España ISBN: 84-01-45030-6 -Depósito Legal: B. 24.991 -1984 GRAFICAS GUADA. S. A. -Virgen de Guadalupe, 33 Esplugues de Llobregat (Barcelona)
PRÓLOGO OPTIMISTA
El presente ensayo ha sido escrito y publicado como homenaje a mi amigo
Eduard Baumgarten en su septuagésimo aniversario. Verdaderamente su esencia
no armoniza con ninguna circunstancia regocijante ni con la naturaleza festiva de tal
celebración, pues hasta cierto punto es una lamentación, una exhortación a la
Humanidad entera pidiéndole contrición y enmienda; casi cabría conceptuarlo como
un sermón penitencial más propio del famoso agustino vienés Abraham Santa Clara
que de un naturalista. Pero en estos tiempos que vivimos es el naturalista quien
puede percibir con singular claridad ciertos peligros. Como resultado, el dar
conferencias representa un deber para él.
Mi conferencia, divulgada por la Radiodifusión, tuvo tal resonancia que quedé
completamente asombrado. Recibí innumerables cartas en las que me solicitaban el
texto impreso, y, por último, uno de mis mejores amigos me exigió categóricamente
que hiciera circular el ensayo en una amplia esfera de lectores.
Todo ello tiende por sí mismo a desmentir el pesimismo que parece emanar
del escrito: ¡El hombre que creyera ciertamente predicar en el desierto estaba
hablando -según se ha comprobado- ante un auditorio nutrido y excepcionalmente
juicioso! Es más, al releer mis propias palabras me han extrañado algunas
manifestaciones que fueron ya algo exageradas cuando las escribí y que hoy día
carecen de fundamento. Por ejemplo, en la página 106 se dice que la Ecología es
una ciencia cuyo significado no encuentra todavía suficiente aceptación. Realmente,
hoy día no se puede afirmar tal cosa, pues nuestra organización bávara Gruppe
Okologie está hallando una comprensión y una acogida muy satisfactorias por parte
de las autoridades competentes. Un número siempre creciente de personas
razonables y juiciosas valora acertadamente los peligros inherentes a la
superpoblación y la ideología del crecimiento. En todas partes se adoptan medidas
contra la desvastación del espacio vital; hasta ahora no han resultado suficientes ni
mucho menos, pero tal iniciativa basta para hacernos concebir la esperanza de que
pronto lo serán.
En otro aspecto debo corregir también ciertas declaraciones con objeto de
darles una orientación más satisfactoria. Por aquellos días, al comentar el
conductismo, escribí que esta doctrina es «sin duda culpable, en muy amplia
medida, de la amenazadora desintegración moral y cultural sufrida por los Estados
Unidos». Desde entonces hasta hoy se han elevado numerosas voces en los propios
Estados Unidos para refutar de forma sumamente enérgica ese concepto erróneo; y
aunque se les ofrezca todavía mucha resistencia con todos los medios disponibles,
también se les escucha, porque es imposible aherrojar la verdad a menos que se le
haga enmudecer totalmente. Las enfermedades espirituales epidémicas del
presente, procedentes de América, suelen llegar con cierto retraso a Europa. Así
pues, mientras el conductismo decae en América, sigue haciendo estragos entre los
psicólogos y sociólogos europeos. Sin embargo, cabe pronosticar que aquí la
epidemia remitirá pronto.
Por último, me gustaría agregar una breve apostilla rectificadora acerca del
antagonismo reinante entre las generaciones. Pues los jóvenes contemporáneos
suelen aguzar el oído ante las verdades biológicas fundamentales mientras no sean
objeto de instigaciones políticas o simplemente se resistan a creer todo cuanto les
diga una persona mayor. No sería muy difícil hacer ver a esa juventud revolucionaria
la veracidad de lo que se expone en el capítulo VIl de esta obra.
Pecaría de presuntuoso suponer por anticipado que todo cuanto uno sabe con
absoluta certeza no pueda hacerse también inteligible para la mayoría de los seres
humanos. Ahora bien, el contenido de este libro es mucho más comprensible que,
por ejemplo los cálculos diferencial e integral, el aprendizaje de los cuales es
obligatorio para cualquier estudiante de enseñanza superior. Todo peligro pierde
mucho del temor que inspira cuando se desentrañan las causas. Por consiguiente,
creo y espero que este manual contribuya un poco a aminorar los peligros que se
ciernen sobre la Humanidad.
Seewiesen, 1972 KONRAD LORENZ
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