Antes de llegar, hizo alto en el camino. Tras la cena me acosté. Sí, escuché una ocarina. No dormí nada. Tuve presente a mis hijas. Al amanecer tomé la vuelta un coche que le pagué para retornarme a Lima. paró tres veces. Comimos, nos hicimos con agua y gasolina.
Solo hablamos para contratar y despedirme con gracias y adiós.
Séis horas más tarde tomé avión que me regresó a Madrid.
Dormí en el hospital y, a las ocho entré en quirófano.
Había sido un puente largo, fallido, como otros muchos en los cuales mostré mi cobardía. Tenía compromisos, y yo era leal.
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