jueves, 27 de septiembre de 2018

Lughnach ha muerto. ¡Viva Lughnach!

Lughnach ha muerto.

Lughnach, te has ido a la casa de más allá en espera de quienes te amamos, acudamos a tí para ya no volvernos a separar.Ten confianza en nosotros. Iremo a tu encuentro como cuando escapaste casa y te recogieron en la guardería de Serín. Te iremos a recoger con Luci, que cuando le dije que te había sido se entristeció, pero me dijo que te diésemos un beso, en espera de dártelo ella. También le envié un washap a Deva diciéndole que salías para visitarla. ya me contestó diciendo que vá al ferrocarril a recibirte. Ya tiene tu habitación dispuesta y la fiesta bienvenida con todos  los amigos, entre los que está Willy y Spin, familiares tuyos que no conociste pero que ellos saben todo de tí, como que vas con un collar rojo precioso.

Bueno amor, también conocerás a Woëhler, moro, Whisky y su madre Olga. También te espera los gatos Brando y Gato, así como los caballos Moro, Moracho y Careto. Te irá a buscar con el carro Federico, un muchacho medio moreno, de quince años,  que vive en Jalisco.

un beso.

No olvides de enviarnos un wp cuando estés a dos horas de llegar para avisar yo a toda la troupe, ya que irán muchos más.
A ti, amor.

Vicente Aleixandre
La Destrucción O El Amor

 Oh la blancura súbita,
las orejas violáceas de unos ojos marchitos,
cuando las fieras muestran sus espadas o dientes
como latidos de un corazón que casi todo lo ignora, menos el amor,
al descubierto en los cuellos allá donde la arteria golpea, donde no se sabe si es el amor o el odio
lo que reluce en los blancos colmillos.
Acariciar la fosca melena
mientras se siente la poderosa garra en la tierra, mientras las raíces de los árboles, temblorosas, sienten las uñas profundas
como un amor que así invade.
Mirar esos ojos que sólo de noche fulgen, donde todavía un cervatillo ya devorado luce su diminuta imagen de oro nocturno, un adiós que centellea de póstuma ternura.
El tigre, el león cazador, el elefante que en sus colmillos lleva algún suave collar,
la cobra que se parece al amor más ardiente,
el águila que acaricia a la roca como los sesos duros,
el pequeño escorpión que con sus pinzas sólo aspira a oprimir un instante la vida,
la menguada presencia de un cuerpo de hombre que jamás podrá ser confundido
[con una selva, ese piso feliz por el que viborillas perspicaces hacen su nido en la axila del
musgo;
mientras la pulcra coccinela
se evade de una hoja de magnolia sedosa...
Todo suena cuando el rumor del bosque siempre virgen
se levanta como dos alas de oro,
élitros, bronce o caracol rotundo,
frente a un mar que jamás confundirá sus espumas con las ramillas tiernas.
La espera sosegada,

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