martes, 13 de febrero de 2018

óvulos humanos en el laboratorio

Desarrollados óvulos humanos por primera vez en el laboratorio

La técnica se ha creado para preservar la fertilidad de mujeres o niñas que van a empezar radioterapia o quimioterapia

Imagen microscópica de un óvulo humano cultivado en el laboratorio. Ampliar foto
Imagen microscópica de un óvulo humano cultivado en el laboratorio.  UNIV. EDIMBURGO
Científicos de Edimburgo (Reino Unido) y de Nueva York (EE UU) han logrado por primera vez cultivar fuera del cuerpo óvulos humanos inmaduros hasta su última fase de desarrollo, el momento en el que están listos para la fecundación con un espermatozoide. Los autores sugieren que esta técnica podría utilizarse para preservar la fertilidad de niñas antes de que reciban tratamientos que podrían dañar sus óvulos, como quimioterapia o radioterapia.
Para desarrollar un tratamiento de preservación de fertilidad, los científicos primero tendrán que demostrar que los óvulos maduros son viables y que al fecundarse producen embriones sanos, afirma Antonio Requena, el director general médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), que no participó en la investigación. Esto ya se ha logrado en ratones, pero tendrán que pasar varios años más hasta que se demuestre la seguridad del método en humanos. En el estudio, que aparece publicado en la revista científica Molecular Human Reproduction, participaron 10 mujeres sanas que habían escogido dar a luz por cesárea. Durante la operación, los cirujanos tomaron biopsias de sus ovarios que sirvieron para la posterior extracción de folículos ováricos —envoltorios de tejido que contienen los óvulos—.
“El cultivo es complicado, porque las estructuras cambian muchísimo su tamaño”, explica a Materia Richard Anderson, uno de los autores del estudio de la Universidad de Edimburgo. “Los folículos primordiales solo miden unas micras de diámetro, mientras que el folículo maduro puede llegar a medir dos centímetros de lado a lado”, señala el biólogo. Para sortear estos cambios morfológicos, los investigadores realizaron el proceso en varias fases: empezaron desarrollando folículos completos, pero cuando estos se volvieron demasiado grandes para las técnicas de cultivo, extrajeron los óvulos y descartaron el tejido accesorio.
Mientras que en un ovario sano la maduración del óvulo suele llevar tres meses, en el laboratorio solo tardó tres semanas
Anteriormente, varios centros de investigación habían logrado replicar partes del proceso de desarrollo, pero esta es la primera vez que se lleva a cabo por completo. Mientras que en un ovario sano la maduración del óvulo suele llevar tres meses, en el laboratorio solo tardó tres semanas. Anderson sostiene que “el hecho de que suceda más rápido en cultivo no significa que hay ocurrido algo malo, simplemente que el desarrollo es posible en menos tiempo”.
Requena advierte que “debemos ser muy cautos” antes de proceder con técnicas de preservación de fertilidad, pero felicita a los investigadores por el potencial que tiene su logro para la clínica. Normalmente, los médicos pueden extraer tejido ovárico de pacientes oncológicos para reimplantarlo después del tratamiento. Sin embargo, esa intervención conlleva el riesgo de reintroducir células cancerosas al organismo. Con la nueva técnica, los óvulos inmaduros que se extraen del tejido ovárico se pueden desarrollar y almacenar en el laboratorio para su posterior fecundación. Cada óvulo aislado estaría libre de células contaminantes: “podríamos fecundarlos [in vitro] y obtener embriones, que es lo que se implantaría”, explica el doctor.
Aunque han demostrado que desarrollar óvulos en el laboratorio es posible, los autores reconocen que el proceso no es exactamente eficiente: de los 87 folículos que cultivaron, lograron extraer nueve óvulos maduros. Además, las células que obtuvieron no son idénticas a las que produce el cuerpo. Cuando el óvulo madura por completo, debe expulsar la mitad de su material genético en una estructura secundaria llamada el cuerpo polar. Todos los óvulos de laboratorio, ya sean de ratón o de humano, muestran cuerpos polares más grandes de lo normal. “No sabemos si el tamaño del cuerpo polar es relevante, pero en ratones la fecundación de los óvulos de laboratorio no es tan eficiente como cuando crecen en el cuerpo”, dice Anderson. A pesar de estas limitaciones, el estudio también ha clarificado el proceso de desarrollo del óvulo humano en sus distintas etapas, lo cual podría facilitar la investigación de otros tratamientos de infertilidad y de nuevas técnicas en medicina regenerativa.

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