miércoles, 25 de octubre de 2017

Goteras en el Estado

Goteras en el Estado
La Vanguardia, 2013

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Paul Auster ha hecho del azar y de la contingencia el hilo conductor de su novelística. Sin duda, el escritor de Newark encontraría material para un relato en esa gotera que paralizó durante dos horas el pleno del Congreso de los Diputados el mismo día que cientos de miles de catalanes salían a la calle desde El Pertús hasta Alcanar para formar una gran cadena soberanista. Pareció como si la constancia en la demanda de un referéndum en Catalunya hubiese acabado provocando una grieta en la cubierta del Estado. Toda una metáfora literaria. 

José Ortega y Gasset escribió sobre la constancia con estas palabras: "Ninguna encina se derriba al primer hachazo, una gotera quiebra la peña más dura". Si el presidente del Gobierno, que estuvo ayer en la Cámara Baja para someterse a la primera sesión de control del curso, hace caso de su alma gallega, esa que escucha con atención los signos del destino, habrá creído ver en la gotera una premonición de la historia. De hecho, las goteras son el resultado de la mala calidad de la construcción o de los errores de los constructores, así que se habrá dado cuenta de que hay que afinar con las propuestas y acertar en las soluciones. Una gotera puede arruinar un patrimonio acumulado durante siglos. Le estuvo a punto de ocurrir este mismo año al Museo del Prado, cuando una grieta dejó filtrar el agua de la lluvia y dañó una docena de dibujos y pasteles del siglo XVIII. E incluso un óleo de Jan Brueghel, llamado el Viejo, que muestra una gran concentración de gente (los invitados a un banquete nupcial campestre) que se diría que manifiesta cierta inquietud impropia de las bodas.

No les resultó fácil a los peones de Patrimonio tapar la fisura a través de la cual resultaron salpicados los diputados del PSOE y de Izquierda Unida. En cambio, los parlamentarios del PP salieron impolutos del húmedo accidente. Aunque este hecho -de nuevo la contingencia- también podría ser premonitorio en un 11 de septiembre: ha llegado el momento de mojarse. 

El psicoanálisis enseña que soñar con goteras representa pérdidas o sugiere angustias. Se entiende que en el inconsciente colectivo de los populares la gotera del 11 de septiembre les inquiete. Pero más les debería desasosegar la realidad, pues la gotera en el Congreso no fue una ensoñación y la grieta de Catalunya, todavía menos. Fue el novelista estadounidense Philip Dick quien nos previno de que "tenemos un montón de goteras en nuestra realidad" y que debemos dedicar la vida a intentar taponarlas.

Más de dos horas tardaron los obreros en arreglar el estropicio, más le costará a Rajoy solventar el otro desarreglo. Pero no le queda más remedio que ponerse los pantalones rojos con tirantes de Super Mario Bros y buscar cómo reparar la gotera del Estado. Para ello no le bastará su afición al bricolaje.

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