Encajada en el casco urbano de Malagón, un pueblo de Ciudad Real, esta vivienda desnuda actualiza la tradición. Una estructura cartesiana de hormigón la organiza entre un muro de adobe, el brillo de la cerámica y los reflejos del vidrio y el agua
COMO SU PROPIO arquitecto, Jesús Donaire, esta vivienda es a la vez de pueblo y cosmopolita. Nacido en Malagón (Ciudad Real), donde ha construido esta casa, Donaire es profesor en Madrid y en Milán. Ha levantado su vivienda desnuda y cartesiana repensando el hueco que ocupaba un antiguo almacén de aperos de labranza. Así, con poco más que 20 columnas coronadas por una losa de hormigón armado que hace de cubierta, la casa es de una geometría sencilla y está organizada en tres franjas horizontales. Una celosía separa los dormitorios en batería del patio frontal. La zona intermedia oculta los baños, la cocina, un vestidor y una escalera que da al sótano. Y la parte trasera es más pública y por eso transparente. Como tiene mucho espacio tanto dentro, en el salón, como fuera, bajo el porche, el vidrio compite en brillo con la lámina de agua de la piscina. El orden y el color blanco buscan que los espacios se sumen y propaguen la luz del patio empedrado que rodea la casa. La desnudez defiende los reflejos de la cerámica, la rugosidad del hormigón, la porosidad de la piedra de campaspero del pavimento y los juegos de luz de las celosías como la decoración más limpia y estimulante. Nada molesta en esta casa que es un marco espacioso, austero y rotundo para la vida de sus dueños y, a la vez, un puente entre la tradición y el mundo contemporáneo.
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