domingo, 28 de octubre de 2018

Siero, villa y pola

En la alta Edad Media, las casas unifamiliares eran habituales, acudiendo a una encrucijada de caminos que las relacionaban para mercadear.
En ese momento, los Ladrones les asaltaban, mataban y robaban, a la vez que acudían a las casas donde sus mujeres quedaban solas, para violarlas.
Cuando los representantes del rey acudían a cobrar por sus tierras cosechadas por los lugareños, estos no disponían de los medios que el rey les pedía ni los jóvenes para hacer las guerras ociosas que él mismo hacía.
Así, el rey nombraba un hombre que lo intitulaba (título nobiliario) como la función de proteger a los que trabajaban la tierra librándoles de los asaltos, robos y violaciones, con el fin de poderles cobrar aquello que les imponía (impuestos). 

Así, los nobles se enriquecían y se apropiaban de sus tierras.

Los lugareños consiguieron del rey el que pudiesen reunir sus casas en la encrucijada de caminos para no tener caminos en los asaltasen y robasen, así como no dejar solas a sus mujeres y, con ello, evitar su violación.

En la Edad Media, la primera reunión de casas en el lugar de comercio, fue concedida por carta del rey, al villorrio de Siero, naciendo la primera Pola (de Siero).

En esta pola el robo comenzó en forma de “préstamos”, la banca, o casa de préstamos, único lugar con permiso del rey para comprar y vender “lo robado”. 

Lo robado se compraba a cambio de moneda acuñada por el rey.
Se registraba en un libro por parte de un escribidor real que daba fé, o dejaba por escrito la transación que en su presencia.
Lo robado se depositaba en un lugar, o teca a cambio, o bajo un porcentaje del valor depositado (hipo teca, hipo, bajo condición de guardar en un lugar, o teca), siempre durante un tiempo para recuperarlo. Cuando lo tomado a cuenta excedía el precio de mercado, según competencia entre prestamistas, se denominaba usura y era castigado por el rey. Quien hizo la primera denuncia por usura, fue Don Gonzalo Bernaldo deQuiros, regidor de la ciudad de Oviedo.

Ya entonces el poder económico y político cohabitaban, ya que el regidor vivía a la entrada del barrio judío y su cementerio, haciendo esquina a la actual plaza del General Riego y calle de los Pozos (cementerio). Lugar donde habitaba Don Gonzalo en el s. CIV y su descendiente, Don Víctor Díaz-Ordóñez, Vitorin para el Grupo Oviedo, a finales del siglo XIX, habitando Soto su padre Francisco, la casa que de niño había habitado Don Gonzalo  y en la que residía cuando se le encomendó las tierras de Quirós, hasta entonces, encomendadas a la Iglesia de Oviedo. Fue tras esta encomienda cuando Don Gonzalo añadió a su apellido Díaz-Ordóñez el de Bernaldo de Quirós. En aquel tiempo, el Señor de Siero, familia de Don Gonzalo, tenía en encomienda esas tierras a las que se les concedió el título de Villa y Pola.

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