domingo, 6 de mayo de 2018

Maternidad hiperconectada

La maternidad hiperconectada. Marta Ortiz, modelo (23 años) e icíar Puchades (52), médico radióloga



Icíar es la típica madre que duerme con el móvil cerca y los grupos de WhatsApp de la familia con el sonido activado ("¡claro!", responde tajante, como si no pudiera ser de otra manera). "A la fuerza ahorcan, cuando tienes una hija que está viajando todo el tiempo, de Nueva York a Tokio... A mí WhatsApp, Skype y Facetime me han salvado la vida, puedes contactar a cualquier hora. Es mi cordón umbilical", subraya. Y es que Marta, la mayor de tres hermanas, a sus 23 años lleva ya ocho recorriendo el mundo, triunfando en las pasarelas, haciendo realidad el sueño que tenía desde pequeñita. Icíar reconoce que ha sido siempre una madre "bastante controladora". "Trato de estar cuando se me necesita, pero también prever posibles riesgos, en este mundo de hoy hay que andar con cuatro ojos. Me da todo mucho miedo. Una de mis amigas me dice 'cococó' cuando me ve. Parezco una mamá gallina, no lo escondo, pero por encima de todo soy persona", asegura.



YO DONA. ¿Necesitas saber dónde está Marta en todo momento?
Icíar Puchades Me encantaría decir que no, pero la verdad es que sí. Prácticamente hablamos a diario, por lo menos las buenas noches. No soy psicópata de estar siempre encima, pero necesito saber que se encuentra bien y que me envíe un mensaje para decir que ha llegado, aunque después me dé igual con quién, dónde... Ahora ella te dirá «¡no me deja en paz!».
Marta recuerda que sí, que su madre fue bastante controladora y que le dejaba salir menos que a sus amigas en Valencia, pero que, y esto es lo que de verdad le importa, ella y su padre siempre la apoyaron en su carrera, que comenzó con tan solo 15 años. "Me dieron alas, me dejaron volar y me apoyaron no al 100%, sino al 200%. Jamás me han puesto problemas para desarrollar mi profesión y viajar por todo el mundo. Mi madre solo me dijo que si veía que no continuaba estudiando se cerraba el negocio, y que ya me dejaría volver a intentarlo cuando terminara el colegio", afirma Marta.
Superados los choques propios de la adolescencia, se llevan fenomenal. "Soy su madre, pero también tenemos una relación de complicidad", dice Icíar. Algo que corrobora Marta: "Algo en mí hizo clic cuando regresé de Nueva York con 19 años y pensé: 'Es mi amiga, y encima mayor, ¿quién mejor para aconsejarme en la vida?'. Es una relación casi de amistad, le cuento todo, hasta las historias de chicos".
A pesar de que viven en lugares diferentes, hacen muchos planes juntas, incluso ir a discotecas ("¡qué fuerte, ninguna de mis amigas lo ha hecho!", dice Marta), pero el favorito de ambas es ir a museos y exposiciones de arte.

YO DONA. ¿Te ves como madre?
 Marta Ortiz Sí, y joven, pero tampoco quiero agobiarme. Me encantaría mantener una complicidad muy buena con mi hija o mi hijo, que me lo cuenten todo, aunque sé que no será fácil. Mi madre lo ha intentado, pero de adolescente resulta difícil, ves a tus padres como el enemigo.
Antes de pasar a las sesión de fotos, coge el móvil para comentar algo en el grupo de WhatsApp familiar, el 'ortizpower', que echa humo.

El poder del cariño. Lucía Méndez, redactora jefe de Opinión de El Mundo (57 años), y Laura Vallés (27), asesora fiscal


Lucía lleva americana de Sandro, blusa de Bimba y Lola, vaquero de Zara, pendientes de Thomas Sabo y 'slippers' de Pretty Ballerinas. Laura, cazadora de Maje, camiseta de Benetton, pantalón de Pedro del Hierro, colgante de Aristocrazy y sandalias de Pura López.

Asegura Lucía que no tenía ningún instinto maternal, que fue después de nacer su niña, al cuidarla, cuando se vio arrollada por la fuerza de esos sentimientos y desarrolló uno "quizá un poco exagerado" que ha hecho que desde entonces sus dos hijos, Laura, de 27 años, y Diego, de 21, hayan sido lo primero en su vida. "A pesar de que mi profesión me ha ocupado muchísimo tiempo, todo el que me ha sobrado se lo he dedicado y es algo de lo que no me arrepiento, jamás me he sentido frustrada", afirma. No tiene reparos en confesar que ha sido una madre "bastante pesada, sobre todo con los estudios, siempre he estado encima, les he trasladado que su única obligación era estudiar. Y me han respondido bien".
Pero también se considera una madraza que los ha mimado, y lo sigue haciendo. Aún viven con ella en asa. "La única manera de educarlos emocionalmente es quererles mucho. Cuando son pequeños resulta fácil; de adolescentes, mucho más complicado porque la pulsión natural es alejarse de los padres y la única manera de llegar a ellos es con el cariño, hablar en esa época es muy difícil. No me duelen prendas en contar que sigo levantándome para hacerles el zumo del desayuno, y que continúo diciéndoles que los quiero. Es mi forma de entender la relación y de encarar la maternidad", reconoce.
Su hija Laura lo confirma, con una mezcla de satisfacción y sorpresa: "Sigue levantándose para desayunar conmigo todos los días, ¡incluso a las seis de la mañana!".
Lucía explica que ha sido una "madre controladora hasta cierto punto", que le gusta saber dónde están y con quién van -"aunque soy consciente de que hay una etapa de la vida en la que a lo mejor no puedes saberlo", explica-. Asegura que siempre ha intentado dejarles un espacio para la intimidad. Y parece que ha conseguido alcanzar ese "complejísimo equilibrio de autoridad-disciplina-tolerancia-comprensión".
Lo atestigua el cartel colgado en la puerta de la nevera, rodeado de imanes de los lugares que han recorrido los tres juntos -'A la mejor madre del mundo. Te queremos'- y escuchar cómo la valora ahora su hija, con la madurez de quien ha entrado ya en la vida adulta y ha dejado atrás el torbellino adolescente: "Es supergenerosa, no pide, siempre se adapta a nosotros y a lo que queramos hacer. No ha sido de preguntar mucho dónde íbamos, ha confiado en nosotros y nos ha dado bastante libertad. Nunca me ha prohibido hacer cosas. Ha sido una madre perfecta. Y además, con todo lo que ha trabajado, nunca he tenido la sensación de que no haya estado".

YO DONA. ¿Ha cambiado la relación ahora que son mayores?
 Lucía Méndez Sí, mucho, las cosas se relajan. Yo los cuido y ellos me cuidan a mí, somos una sociedad de cuidados y auxilios mutuos, aunque sigue habiendo una jerarquía.
¿Cómo llevas que aún vivan en casa?
 Estoy encantada. ¿Por qué iba a importarme que vivan conmigo? No tengo prisa por que se marchen, pero estoy preparándome para cuando suceda.
Hacen muchos planes juntos, varios viajes al año, "culturales", puntualiza Lucía. Y tiene una buena relación con su hija. "Nos llevamos bastante bien ahora", dice, y parece que enfatiza el ahora, "no se trata de una relación de amistad, sino de madre-hija, y es muy diferente a la que tienes con tu hijo". Laura lo corrobora: "No te diría que somos amigas porque son cosas diferentes, pero nos contamos lo que nos pasa, nos llevamos bien. Estamos unidas. El día que me vaya de casa no será porque no soporte estar aquí con ella, sino porque habrá llegado el momento". Para demostrar cómo ha evolucionado su relación cuenta riendo que "ahora es al contrario, si ella no está en casa por la noche la llamo y le pregunto que dónde anda, pero si soy yo quien sale, ella no lo hace".
Lucía da dos consejos que son oro: "Hay que tener paciencia y un punto de humildad para aprender de tus hijos. Y entender que no son tuyos, sino de la vida".

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