viernes, 16 de febrero de 2018

¿Hombres y mujeres necesitan hidratarse diferente?

Por qué los hombres necesitan hidratarse más que las mujeres 
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Por qué los hombres necesitan hidratarse más que las mujeres

El peso, el volumen corporal y las calorías diarias recomendadas tienen la clave

Aunque muchas veces se olvide, el agua es el nutriente más importante Al igual que el resto de las necesidades nutricionales, tanto de energía como de micronutrientes, que son superiores en el caso de los hombres que en el de las mujeres: sí, ellos necesitan hidratarse más que ellas. Así lo manifiestan los datos oficiales de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA): las mujeres deben consumir dos litros de agua al día y los hombres 2,5 litros diarios. Pero, ¿por qué se da esa diferencia de sexo a la hora de ingerir agua?
Una de las explicaciones se encuentra en lo que nos diga la báscula. "Las recomendaciones responden a una cuestión estándar en función del peso y volumen corporal. Si tenemos en cuenta que un hombre medio pesa 80 kilos y el 60% de su volumen corporal es agua —lo que equivale a unos 48 litros— y una mujer pesa de media entre 60 y 65 kilos —que son en torno a 36 litros—, estas diferencias nos explican las diferencias en cuanto a recomendaciones. Se trata de una cuestión de volúmenes, de compartimentos celulares", señala Lluís Serra, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, fundador y presidente de la Academia Española de Nutrición y Ciencias de la Alimentación y de la Fundación para la Investigación Nutricional.
La diferencia de consumo entre hombres y mujeres tiene que ver con la cantidad de calorías diarias que ingerimos
Otro factor que marca la diferencia de consumo entre hombres y mujeres tiene que ver con la cantidad de calorías diarias que nos metemos en el cuerpo. "Normalmente, se aconseja una ingesta de un mililitro de agua por cada kilocaloría" explica Serra. Entonces, el cálculo sería el siguiente: un hombre debe consumir en torno a 2.500 kcal al día, por lo que debe ingerir 2.500 mililitros de agua, es decir, dos litros y medio. En el caso de las mujeres, el número de calorías desciende a 2.000, por lo que los mililitros también y el resultado son unos dos litros de agua al día.
Pero no todo se resume en ese simple cálculo, hay otras variables —además de las kcal— que debemos tener en cuenta: "La misma exactitud que se pueda aplicar a las kilocalorías recomendadas la podemos aplicar al agua. Pero todo es relativo, al depender de otros factores como el volumen corporal y el peso, la actividad física o el calor medioambiental, entre otros", explica Serra.

¿Hay que beber más agua en EE. UU. que en Europa?

En materia de hidratación, un dato curioso lo constituye el hecho de que las recomendaciones que se dan en Europa son diferentes de las de Estados Unidos. Si se observan los datos de la Academia Americana de Ciencias, Ingeniaría y Medicina, las cantidades de líquido aconsejadas son notablemente más altas: para los hombres 3,7 litros (15 vasos y medio al días) y para las mujeres 2,7 litros (11 vasos y medio diarios).
"Las recomendaciones son complejas porque se determinan de una forma empírica en poblaciones sanas, observando lo que beben y algunos indicadores del estado de hidratación y el nivel de salud. La metodología empleada en EE. UU. para el cálculo es distinta, allí son más proclives a dar valores seguros aunque sean superiores a las necesidades. Tienen en cuenta, por ejemplo, la máxima temperatura y el máximo nivel de humedad del país cuando hace calor. Es posible que los valores de la EFSA sean inferiores de lo que realmente deberían ser. Para la época estival, los valores son claramente insuficientes", recalca Serra.
"La cantidad de agua que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria recomienda beber es claramente insuficiente para el verano", Lluís Serra (fundador y presidente de la Academia Española de Nutrición)
Aunque muchos atribuyan esas recomendaciones a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en realidad no es así, como observa la licenciada en Ciencias Químicas y experta en nutrición humana Ángela Quintas, autora de Adelgaza para siempre (Planeta). “En su web solo encontramos datos sobre el abastecimiento y consumo de agua domiciliaria. Hasta ahora, la OMS no ha publicado datos sobre la cantidad de agua que tenemos que consumir para tener una buena salud".
La OMS sí menciona las necesidades estimadas de las madres lactantes que realizan una actividad física moderada en temperaturas superiores al promedio, que son 7,5 litros per cápita por día. Una cantidad en la que no solo incluye los litros que debe beber —que no especifica la Organización—, sino también el agua que necesitan para su higiene. Esta misma cantidad es, según la OMS, suficientes para la mayor parte de personas y en casi todas las condiciones, siempre y cuando el agua tenga un nivel tolerable de riesgo.
"Estas cantidades, de acuerdo con distintos estudios, se han estimado necesarias para mantener un adecuado nivel de agua en el organismo. Hay que recordar que el organismo solamente tiene capacidad de sintetizar agua en muy pequeñas cantidades en distintas reacciones metabólicas, pero debe ser aportado por la dieta en cantidades muy superiores a las anteriores. Por eso, es el más esencial de los nutrientes a pesar de que no siempre se le presta la atención que merece", explica Ana Puga, profesora de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad CEU San Pablo.

Atención con la edad

En hidratación, las recomendaciones no solo atienden al sexo. La edad también implica un factor importante a la hora de marcar las cantidades de líquidos aconsejadas.
"Las personas mayores tienden a consumir menos líquidos de los que necesitan al perder la sensación de sed, necesitan menos cantidad de agua para sentirse saciados. También está el miedo a la incontinencia urinaria, entre otros factores. En realidad, no es que necesiten beber más, sino que necesitan beber lo mismo que los jóvenes, pero no suelen hacerlo, no cubren sus necesidades", señala la profesora Puga, coautora de un reciente estudio sobre la deshidratación de las personas mayores, enmarcado en el ámbito de la atención farmacéutica.
El hecho de que nuestro cuerpo se deteriore a medida que nos hacemos mayores y que por esto tengamos que empezar a tomar medicamentos hace que nos deshidratemos más rápido: "Evaluamos la influencia de determinados fármacos en la aparición de deshidratación. En el estudio encontramos que aquellos pacientes a tratamiento con diuréticos, corticoides y metformina tienen un mayor riesgo de padecer deshidratación".
Por esto, "es fundamental monitorizar no solo el consumo de fármacos en la edad avanzada, sino también el estatus hídrico, a fin de evitar complicaciones y enfermedades asociadas, considerando el elevado riesgo de deshidratación con la edad”, describe esta experta.

Es difícil averiguar si se está bebiendo suficiente agua

Consumir líquidos por debajo de las recomendaciones puede suponer que nuestro organismo se vea comprometido. Las personas que consumen menos cantidad de agua diariamente tienen mayor propensión a los cálculos renales y a las cefaleas o dolores de cabeza, como indican los estudios en epidemiología.
“No es fácil analizarlo. Conocer la cantidad de agua ingerida muchas veces es difícil en los estudios, al no realizarse de forma sistemática y rigurosa. Hay estudios epidemiológicos que podemos conocer bastante bien, como la relación entre el consumo de pescado y la salud, pero la relación entre el consumo de agua y salud no la tenemos tan clara", indica Serra.
La dificultad está en que no solo la ingerimos al beber un vaso de agua, también mientras tomamos un té o una infusión y cuando comemos ciertos alimentos como las frutas.  "La propia limitación reside en saber cuál es la fuente que nos proporciona el agua. Pero hay indicadores bioquímicos, sobre todo en orina, que es la osmolalidad urinaria, que nos permiten conocer la hidratación al estar muy relacionada con el consumo de bebidas y de agua. Cuando estos indicadores están bajos es signo de que hay una deshidratación o una hipohidratación, con lo que sabemos que hay un riesgo de una forma más objetiva”, concluye Serra.

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