jueves, 23 de marzo de 2017

En recuerdo del castillo que ví construir.



En memoria de una gran persona muerta no ha habido tiempo de ser olvidada como destino que todos tenemos. Las persona somos gigantes con pies de barro en el cual hemos escrito para ser olvidados.

La mayor parte de mi vida me la he pasado haciendo memoria de mis antepasados, de mi genética y de mi epigenética. Saber que parte de ellos me han transferido y que yo he transferido a mis dos hijas. De igual modo, cuales han sido las circunstancias que hicieron posible fueran activadas sus partes para que se vieran obligados a transferirmelas, al igual que aquellas que me obligaron a transferir las mías a mis hijas.

La parte que me transfirieron y yo transferí, es un material que sé está activo en mí y en mis hijas. También sé que me transfirieron y transferí un material que no está activo en mí ni en mis hijas. Este material "no activo", sin embargo, está condicionando al que he denominado "activo". No sé como me ha condicionado ni está condicionando a mis hijas.

El material "no activo" actúa sobre el "activo" de modo inesperado, sembrando en mí y en mis hijas el terror.

La mayor parte del material que me han transferido y he  transferido es material "no activo", o "terrorista". Vivo y he hago vivir en el terror.

Tratar de  detectar el material terrorista que llevo atado a mi cuerpo y que he atado al cuerpo de mis hijas, ha ocupado la mayor parte de mi vida consciente y sospecho  que también de mi vida no consciente.

La obsesiva  actividad que tengo y he tenido por dejar constancia escrita de mi actividad terrorista, o no manifiesta trato de justificarla como lo hago con este escrito. Probablemente Teuth y Thamus sean los dioses que me castigaron a llevar tan pesada y odiosa carga.

El dios egipcio Theuth ofrece al faraón Thamus su invento la escritura, dice de ello Sócrates.

La escritura no responde a pregunta alguna. La escritura necesita del autor para defenderse.

Es habitual que el cobarde refiera su afirmación al autor no presente.

Hace un tiempo que como respuesta a los desmemoriados médicos del hospital en el que hacía memoria escrita de la  comunicación con mis pacientes, construí una cafetería con libros a la que dí en ser nombrada Theuth y Thamus. Hoy, con la ayuda de mi sobrino Augusto, la estoy reconstruyendo con materiales propios de estos tiempos. Es mi deseo utilizarla pero mi edad no me permitirá responder a la escritura que en ella residirá; estoy convencido, así será por el magnífico Theuth que es mi sobrino Augusto.















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