La siniestralidad laboral repunta en Asturias por la subida de accidentes camino del trabajo
Dieciocho personas perdieron la vida en su puesto o en el trayecto frente a los diez fallecidos registrados un año antes en la región
La siniestralidad laboral repunta en Asturias después de un año de una bajada significativa. En concreto, un 1,68%, al pasar de 11.306 a 11.496 accidentes, según la memoria del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales. El dato más preocupante es el notable incremento de los accidentes mortales, que pasaron de diez en 2017 a dieciocho el año pasado. Esta subida se debe, sobre todo, a los siniestros 'in itinere', como se denomina a aquellos producidos durante el desplazamiento desde el domicilio hasta el centro de trabajo y viceversa. Mientas que en 2017 no hubo que lamentar fallecimientos en estas circunstancias, en 2018 fueron cinco las personas que perdieron la vida en la carretera de camino o de regreso a su puesto y, además, en un corto periodo de tiempo.
Tres de ellos viajaban en el mismo coche hacia el taller en San Tirso de Abres donde trabajaban como mecánicos. Tenían entre 23 y 35 años y regresaban de comer en Vegadeo cuando, a la salida de una curva, el turismo en el que se desplazaban impactó frontalmente contra un camión de transporte de mercancías. Cinco días después, el 21 de junio, Celia García Otero, de 23 años, fallecía después de que su vehículo colisionase frontalmente, tras invadir el carril contrario, con otro en las inmediaciones de Corao, en Cangas de Onís. Se dirigía a trabajar al camping de Avín. La quinta víctima murió solo diez días más tarde, cuando se dirigía a su puesto de trabajo en Arcelor. Boris Cuervo Pérez, 31 años y era natural de Corvera, perdió el control de su turismo, se salió de la vía y chocó contra la barrera de seguridad en la bifurcación entre la A-8 y la AI-81, en sentido a Avilés.
También experimentaron un aumento los accidentes en el trayecto graves (de siete a diez) y los leves (de 1.255 a 1.273). En total, los siniestros en los desplazamientos sumaron 1.288, mientras que un año antes fueron 1.262. No obstante, el grueso de la siniestralidad laboral se concentra, como es lógico, en los centros de trabajo. De los 11.496 accidentes registrados en 2018, 10.092 tuvieron lugar en las instalaciones donde los trabajadores desempeñaban sus tareas. Fueron trece las personas que fallecieron durante el desarrollo de sus labores profesionales el año pasado, tres más que en 2017.
Infartos, choques y descargas
Nueve de ellos perecieron a causa de un infarto, un derrame cerebral u otras patologías no traumáticas; dos por un choque o golpe contra un objeto en movimiento; otra por una colisión contra un objeto inmóvil, y la última por contacto eléctrico, con fuego, temperaturas elevadas o sustancias peligrosas. Este último era Jorge Arias, un lenense de 34 años que falleció cuando que recibió una descarga de 3.300 voltios cuando realizaba tareas de mantenimiento en una torreta que da suministro eléctrico a la rampa ferroviaria de Pajares. En cuanto a los accidentes graves, se incrementaron un 5,1%, hasta los 103 contabilizados. De carácter leve fueron 10.092, un 1,57% más que en el ejercicio anterior.
El responsable de Salud Laboral de CC OO en Asturias, Gerardo Argüelles, apunta a que este incremento de la siniestralidad se debe a la escasa práctica preventiva que hay en las empresas y a la movilidad inadecuada. «Es inasumible avanzar más en este sentido si no se establecen planes para mejorar el transporte colectivo a los polígonos, que además ahora es un buen momento por los problemas de contaminación», señala. A su juicio, las administraciones y la patronal deberían potenciar estos servicios y ampliar las rutas de los autobuses para que coincidan con los turnos de entrada y salida de los trabajadores.
Además, la difusión de la cultura preventiva entre las empresas «se relajó durante la crisis y no se ha vuelto a encauzar». Aspecto en el que está de acuerdo la secretaria de Salud Laboral y Política Social de UGT Asturias, Emma Fernández, que achaca el repunte de la siniestralidad a baja calidad de los trabajos. «Uno de los problemas es la alta temporalidad, que provoca mucha veces accidentes por la falta de formación», derivada de la entrada y salida del mercado en un corto lapso de tiempo. Para Fernández, es preocupante el notable incremento de los accidentes mortales y los graves, «que eran bastantes más bajos en años anteriores», precisamente porque la precariedad ahonda las carencias en materia preventiva.
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