Se establecen sus leyes para reformar los abusos y malas costumbres, imponiendo al Rey la obligación de ser piadoso y justiciero: que los Obispos y Grandes del pueblo le elijan sucesor cuando faltare; persuadiéndole de que sea manso y guarde justicia con piedad a sus súbditos, anatemizando a los que fueran crueles con sus padres y al que presuma ser rey sin serlo legítimamente, y al que haga traición y conspire.
[Epígrafes del Proemio y libro 1 del Fuero Juzgo]
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